Friday 26 de April de 2024
TURISMO | 15-07-2019 17:16

Cartagena: mucho más que bellas playas

La ciudad colombiana se convirtió en uno de los puntos elegidos por el turismo gracias a su impronta colonial y la hermosura de su entorno. Datos para descubrirla.
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Cartagena es una ciudad que han intentado destruir durante más de cuatrocientos años, y, creo, está más viva que nunca”, dijo alguna vez  Gabriel García Márquez, quien la amó profundamente. Sus palabras hoy tienen gran vigencia y solo hace falta recorrer sus sinuosas y coloridas callecitas para comprender que el espíritu de antaño sigue intacto. Con una importante oferta gastronómica, variedad de hoteles, excelentes playas y un clima tropical, este sitio es altamente recomendado a la hora de elegir destinos para las vacaciones. 
El atractivo visual que la ciudad posee es único. La impactante muralla de once kilómetros que delinea la zona colonial se extiende zigzagueante por los distintos barrios y es mágico observar una puesta de sol desde allí. Por su parte, el Castillo de San Felipe, una fortaleza construida en el Cerro de San Lázaro que supo resistir los ataques enemigos, aún sigue en pie cientos de años después. Se recomienda visitarlo temprano en la mañana o cerca de la hora de cierre ya que el calor suele ser agobiante al mediodía. La entrada se compra ahí por $ 25.000 COP (unos $ 375). Es ideal alquilar la audioguía ya que tiene mucha información para comprender la historia. 
Quizás el lugar más emblemático de la ciudad sea la Puerta del Reloj. Fue su gran entrada y allí mismo funcionaba el mercado de esclavos. Actualmente, tanto de día como de noche, la Plaza de los Coches no deja de tener actividad. Con restaurantes y puestos de comida, carruajes tirados por caballos que ofrecen paseos y artistas callejeros, es el espacio óptimo para comenzar a descubrir sus calles. La ciudad está diseñada de manera tal que es fácil perderse, pero todo es tan agradable que hasta puede resultar divertido. Hay dos puntos importantes: Cartagena es muy segura a toda hora y sus principales barriadas se pueden recorrer caminando. 

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Plazas e iglesias imperdibles

Las plazas son el corazón de los barrios cartageneros. Conocerlas, descubrir sus rinconcitos, restaurantes y hasta sentarse un rato en alguno de sus bancos a charlar con la gente del lugar es muy gratificante. Un ejemplo es la Plaza de San Pedro Claver, allí también se encuentra la iglesia del mismo nombre dedicada al misionero jesuita que rescataba esclavos enfermos. En este sitio hay locales gastronómicos con mesas sobre la explanada, tiendas de arte y un clima festivo en el aire. En la otra punta de la ciudad nos encontramos con la Plaza de Santo Domingo, donde la vida nocturna tiene su máxima expresión gracias  la gran cantidad de bares y casas de comida  que la circundan. La particularidad de este lugar es que aquí se encuentra la famosa escultura “Gertrudis” del artista colombiano Fernando Botero. 
El Parque de Bolívar es muy original ya que  posee muchos árboles y fuentes de agua. Si bien no es muy grande, esto lo hace destacar del resto de la ciudad. Cruzando una calle se encuentra otro emblema del lugar: la Catedral de Santa Catalina de Alejandría, construida en 1577 y cuya cúpula iluminada es una de las postales nocturnas más conmovedoras. Por último, también se puede visitar  la Plaza de la Aduana, la más grande de Cartagena. Allí supieron funcionar las oficinas administrativas de la naciente urbe y aún permanece en pie la mansión de su fundador, Pedro de Heredia. 
Para conocer el auténtico pulso de la ciudad es vital recorrer sus barrios, no quedarse en la zona hotelera ni caminar solo por el centro histórico. Cada rincón tiene mucho por descubrir y hasta los precios cambian según la ubicación. Comencemos hablando de Centro, tal como su nombre lo indica es el lugar elegido por el turismo. Muchos bares, locales de comida tradicional, tiendas de ropa, joyerías y hoteles lo convierten en una parada obligada. Pero hay mucho más. En el sector norte de la ciudad amurallada está San Diego, conocido por Las Bóvedas, pintorescos negocios ubicados en lo que alguna vez fue una cárcel. Allí se venden artesanías de gran calidad, aunque de precio elevado. La plaza central tiene un estilo bohemio, ideal para probar algún plato tradicional como pescado con patacones, acompañado de  la infaltable limonada de coco. 

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Colonial y moderno

La perla de Cartagena hoy es Getsemaní. Antiguamente era el arrabal, un sitio donde vivía la población más pobre de la metrópolis, pero actualmente es el barrio más atractivo, con una gran cantidad de pizzerías, lugares de baile, hostels y hoteles coloniales. En las calles conviven cada noche turistas y lugareños, disfrutando de la comida callejera y los espectáculos de música a la gorra. 
Cuando uno levanta la vista en Cartagena ve que las calles coloniales contrastan con grandes edificios blancos situados muy cerca. Son los barrios Bocagrande y Manga, ubicados uno en cada punta de la bahía. El primero es conocido como la Miami de Colombia; allí coexisten los hoteles de las grandes cadenas con los shoppings y las playas públicas que gozan de aguas cálidas y cristalinas. Del otro lado queda Manga, un barrio residencial pero perfecto para ser descubierto. Los lugareños dicen que tiene restaurantes muy buenos y el mejor de mariscos, llamado Club de Pesca. 

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¡Vamos a la playa!
                 
Cartagena es sinónimo de mar Caribe y arenas blancas, lo que muchos no saben es que hay que viajar entre una hora y media y dos para llegar a ellas. El lugar más conocido es Barú. Hasta allí se puede acceder en lancha desde el Muelle de la Bodeguita o vía terrestre en bus. La estadía puede durar un día o varios. Hasta hace poco los paradores no tenían mucha estructura pero ahora hay luz y es factible alquilar una habitación por algunas jornadas. 
El dato: todos los buses llegan al estacionamiento que deriva en la playa principal, la cual suele estar muy concurrida y tiene muchos vendedores ambulantes. Hay que caminar hacia la derecha unas ocho cuadras para llegar a Playa Tranquila, un sitio mucho más relajado y con menos turismo. Desde Barú es posible navegar a  las Islas del Rosario, aunque en casi ninguna de las 28 que posee se puede bajar.

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