Viajar es uno de los grandes placeres de la vida, y si a eso le sumamos una buena comida, prácticamente no le podemos pedir mucho más a la vida. La gastronomía es otra hermosa forma de conocer un país. Colombia se destaca por sus platos con maíz, plátano y carne. Acá te recomendamos tres comidas que son imprescindibles para conocer lo mejor de su cocina.
Arepas. Hecha a base de maíz, la arepa cuenta con una versión diferente de acuerdo a la región del país en la que uno se encuentre. En la costa es común comerla con huevo, una arepa con maíz blanco que en su interior lleva un huevo frito, bastante conocida por su gran sabor.
En el Eje Cafetero se prepara la arepa blanca y delgada, la cual normalmente siempre lleva encima mucho queso campesino rallado. Otra opción es comer la arepa rellena de queso, el cual siempre se derrite completamente.
Otro estilo, que es propio de la región Andina, se basa en una arepa hecha a base de maíz amarillo y queso, conocida como arepa de choclo. La característica principal es su sabor dulce, además de su textura esponjosa y suave por el queso fundido.
Marranitas y aborrajadas. Son dos acompañantes muy comunes para diferentes tipos de platos. Las marranitas se hacen partiendo el plátano frito en pedazos, se realiza una bola y se introduce en el centro chicharrón, se envuelven estos ingredientes para luego freír todo junto otra vez. Es un gran plato para acompañar el sancocho de gallina, la chuleta, o cualquier otro plato fuerte. El segundo acompañamiento especial del Valle del Cauca se llama aborrajada. Éste se elabora con el plátano muy maduro, queso en la mitad y una masa por encima; luego se forma una bola que se fríe. Delicioso.
Festival gastronómico, Sabores del NOA
Asado. Con leña o carbón, en Colombia es común hacer asados con carne de res, cerdo o pescado, acompañados con mazorca, papa, guacamole o yuca. Los colombianos se destacan por hacer que la carne sea increíblemente suave y jugosa. En la región de Orinoquía el plato típico es la mamona o ternera a la llanera, que se elabora dejando la carne a fuego lento por lo menos durante seis horas, lo que permite que la carne sea suave y agradable.
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