La mirada hacia el cielo es parte de la historia del hombre. El cielo nos maravilla de día y de noche con sus luces, su infinitud y sus colores. Conocer la posición de las estrellas, los ciclos de la luna, el movimiento del sol ayudó a los astrónomos egipcios, babilónicos, griegos o mayas a sobrevivir. Y, a los científicos modernos, los ayudaron a iniciar y mejorar cada día la exploración del espacio. Será por eso que nos atraen tanto y cada vez más.
Alejandro Sommer, fundador de Cielo Guaraní y actual Coordinador de Astroturismo en el Ministerio de Turismo de Misiones, dice que “la gente pide cielo. Observar el cielo es una de las formas de turismo más sustentables que existe, porque no modificás nada, no cambias nada. Sólo observás y aprendés”. Además, Sommer practica las observaciones en zonas de reserva para favorecer la conservación. Para dedicarse al astroturismo no hay edad ni grandes necesidades de equipamiento. “Abrigo seguro, porque a la noche siempre baja mucho la temperatura, un telescopio básico –que suele ser más económico que un celular– y una cámara de fotos cualquiera que la vas adaptando”, explica.
Muchos fueron los que se apasionaron por el astroturismo cuando pasó por el cielo el cometa Mcnaught, uno de los más brillantes que cruzó el horizonte en 2007. A partir de entonces empezó la pasión por escudriñar el cosmos y se comenzaron a armar primero pequeños grupos hasta reunir, con el paso del tiempo, 400 personas en un mismo sitio. Algunos prefieren estrellas, otros los planetas, unos siguen a la Luna o al Sol. Hay también quienes buscan cometas o asteroides y están quienes escudriñan el espacio profundo.
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Alejandro se dedica específicamente a la conservación de cielos oscuros, de cuya asociación –International Dark-Sky Association, IDA– es embajador en la Argentina. Cielos Oscuros son aquellos que no sufren la contaminación lumínica de las grandes ciudades. Pero su pasión es la cosmovisión de los pueblos guaraníes. Esta cosmovisión está conformada por la tradición estelar de cuatro etnias principales: los tupí guaraní de Brasil, los mbyá típicos de Misiones, ache del norte argentino y abá del Chaco paraguayo . “No nos interesa simplemente mirar la Cruz del Sur, sino encontrar el Ñandé Pysá, la pisada del ñandú y tantas otras constelaciones que estas etnias descubrieron en el cielo hace ya mucho tiempo y continuamos observando. De pronto, en otros destinos como Mendoza o Las Grutas y Bariloche, donde también se organizan muchas de las observaciones, no hay tanta salvaguarda histórica pero siempre se les da una impronta local. La idea es que cada uno descubra su cielo”, explica.
Hace poco se realizó en Argentina el I Simposio Virtual de Astronomía y Astroturismo de América. La gran participación de varias provincias argentinas y decenas de fanáticos dio cuenta del boom que vive la actividad. “A pesar de la pandemia, todos podemos hacer astroturismo desde el lugar donde estamos. Claro que al reunirse con otros que comparten tu entusiasmo se disfruta más porque se comparten experiencias únicas. Los tours son de unas horas o varios días e incluyen alojamiento que va desde el glamping al alojamiento en ecolodge. “Una vez que descubrís el cielo ya no hay marcha atrás se transforma en una obsesión. Además, la gente busca realizar estas actividades nocturnas cuando visita un destino. La última que creamos fue la observación de la Birra Láctea, para lo cual nos trasladamos hasta una zona de Misiones de antigua tradición alemana. Vemos las estrellas tomando una birra y comiendo una picada vegana”. La astronomía tiene cada día más adeptos. No es casual. Buscamos otras vidas, otros universos entre las mas de 400.000 estrellas de la Vía Láctea. A decir verdad, la ciencia ya lo confirmó: estamos hechos de polvo de estrellas. Y siempre uno vuelve al origen.
@soysandrakan
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