La gran creciente que afectó el norte argentino hace un par de meses, graficada en el desborde pleno de las cataratas del Iguazú, y las inundaciones de Corrientes con aguas provenientes del sur de Brasil, están drenando su caudal velozmente en el tramo medio inferior del Paraná, que sin llegar a límites de tragedia, luce contornos desdibujados y canchas de pesca cambiantes que obligan al pescador a repensar sus estrategias.
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Eso fue lo que vivimos recientemente en Rosario, punto bisagra entre el corredor delta zona norte y el Litoral, al que porteños y cordobeses pueden acceder cómodamente por autopista para disfrutar de sus bondades pesqueras. Septiembre es el mes del arranque de temporada fuerte de dorados y tarariras. Si bien los primeros se han venido dando todo el invierno, las tarus se llaman a silencio hasta el inicio de los primeros calores, con un despertar más o menos firme desde mediados de este mes en adelante.
Así las cosas, acordamos con Lucas Santángelo –titular de la empresa Oceanic Travel, con amplia trayectoria armando salidas en la zona– explorar las nuevas canchas de pesca que el inusual volumen de agua generó en esta franja del Paraná.
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Rumbo norte
Desde la guardería náutica ubicada a metros del estadio de Rosario Central, partimos junto a Roberto Gil aguas arriba, pasando por debajo del puente Rosario-Victoria y tomando enseguida a la derecha por un riacho que otrora conocimos como un pequeño hilo de agua y en esta ocasión lucía ancho y caudaloso. La imagen de árboles naciendo en medio del agua y la ausencia de barrancas hicieron que la pericia del guía fuera necesaria para no chocar con los límites del cauce natural, hoy tapados por agua. Tras unos 20 minutos de navegación llegamos a la zona de Los Meones e iniciamos el golpe con señuelos en la modalidad bait cast, contra unas barrancas con paleríos prometedores que alteraban el curso de un agua rápida . Estas son zonas predilectas de cacería del dorado, gran nadador, que economiza energía y acecha detrás de estos obstáculos naturales y ataca cuando las presas ven descontrolada su natación por los remolinos que ocasionan piedras y palos. Es por eso que se trata de una pesca de acción/reacción donde los piques se dan ni bien toca el agua el señuelo e iniciamos la recuperación. Y en esta pesca de precisión, se impone el bait cast como técnica para poner el señuelo en el lugar justo, dado que el pez no gastará energías en un ataque que pueda ser fallido persiguiendo una presa distante y sí lo hará si el bocado le pasa cerca.
Nota publicada en la edición 504 de Weekend, septiembre de 2014. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al tel.: (011) 4341-7820 / 0810-333-6720. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
04 de septiembre de 2014
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