Quedarnos en casa es lo que recomiendan y sigue siendo nuestra mejor opción, por tal motivo los que estamos en Capital Federal y Gran Buenos Aires aún no podemos salir a pescar, entre otras cosas. Tomando en cuenta las disposiciones del Gobierno Nacional, acudimos a los amigos que tienen la posibilidad de estar pescando en este momento de pandemia. Recorriendo telefónicamente varios guías, me decidí por Carlitos Di Loreto, nuestro referente en la zona de San Cayetano, un pueblo bonaerense que cuenta con la característica suprema de no solo tener una buena laguna, sino un montón de buenas lagunas, dignas de recorrer durante la temporada.
Sabiendo de la apertura de la pesca en la zona, llamé a El Calabrés, así lo conocen a Di Loreto, y le dije: “Carlitos, necesito que seas mis ojos y me cuentes con imágenes como está la pesca en tus charcos”. “Despreocupate –me respondió instantáneamente–, voy a ver qué puedo hacer, una lástima que no puedas venir a hacer el relevamiento”. Sonó un poquito a cargada, pero es lo que dicta el momento.
La preferida
Son varias las lagunas que vienen recorriendo nuestros amigos, entre las que destacamos Albardón, Jurgensen, El Sol, La Balanza y una de nuestras preferidas: La Genovesa, un espacio de 50 o 60 hectáreas dentro de un campo privado al cual solo se puede acceder previo llamado al guía, quien tiene la llave de acceso. Laguna La Genovesa cuenta con una costa llena de juncos en toda su extensión y un buen claro central con manchones de juncos que forman espacios reducidos, donde seguramente vamos a encontrar las mejores posibilidades de pesca. Este espejo de agua está muy bien poblado por pejerreyes de todos los tamaños, predominando los que superan los 35 cm y llegan a los 700 g sin necesidad de mentir.
Obviamente, vamos a encontrar de los chiquitos, lo que quiere decir que la laguna sigue reproduciéndose, y de los grandulones que superan el kilogramo de peso. La pesca la podemos hacer de flote con líneas de dos o tres boyas o bien con línea paternóster para buscarlos más abajo. Si vamos a intentar con el aparejo de flote, lo ideal son cañas telescópicas o en tramos de 4 a 4,50 m de largo, reeles frontales o de bajo perfil, según lo que el pescador prefiera, cargados con nylon de 0,30 mm o multifilamento de 0,16 al 0,20 mm. Las líneas no tienen que ser muy largas, así que con una separación entre boyas de 1,50 m estaría más que bien. Las boyas a utilizar van exclusivamente a gusto del pescador, tanto en tamaño como en color. Lo único que podemos decir es que el sol juega un rol muy importante en cuanto a la elección del color: si está de espaldas, cualquier color nos va a servir, incluso los blancos, verde limón, etc. En cambio, si tenemos el sol de frente, el negro mate, fucsia o naranja podría ser de mayor utilidad. Las carnadas ideales son la mojarra viva, el filet de dientudo o bien las mojarras saladas.
En cambio, si la idea es pescar con líneas del tipo paternóster, podemos usar una caña más corta, con un largo no mayor a los 2,50 m, con los mismos tipos de reeles. Aunque el aparejo sea más largo que la caña, la idea para trabajar tranquilos con la línea es hacer un nudo corredizo sobre la madre del reel, allí pasamos un mosquetón con esmerillón, donde vamos a poner la boya que correrá sobre esta cama de nylon.
Otra cosa muy importante para los pobladores de San Cayetano son las distancias a recorrer: tienen una laguna a pocos kilómetros de la otra y todas muy cerca del pueblo. Vuelta a hablar con el guía para darle algunas indicaciones sobre las fotografías y ultimar detalles, ya tenían todo preparado para arrancar a la mañana siguiente, lo que sería un día frío, nublado y con mucho viento, pero que no fue impedimento para cargar todos los bártulos en la camioneta y recorrer el camino de tierra tomando unos mates junto a Guillote y Fabio, amigos y compañeros en esta nueva salida.
Arribando al embarcadero
Llegados a la tranquera del campo y tirando una moneda al aire para ver quien bajaba a abrirla, ya rumbearon hacia el espejo de agua donde serían recibidos por algunos carpinchos y nutrias que residen en el lugar. Acomodaron la camioneta de tal forma que les sea cómodo bajar el trucker y, de a poquito, armaron los equipos para llegar bien pertrechados al primer pesquero, a unos 1.000 m del embarcadero y donde se pescaría entre los juncos. Para hacerla más cómoda, utilizaron líneas paternóster encarnadas con mojarra viva y solo bajaban el aparejo pegado al juncal. Así se fueron dando varios piques, me contaba Carlitos hasta que se cortó.
En ese momento se movieron unos cientos de metros más adelante y volvieron a pescar un poco más raleado, pero mejores tamaños: lo que iban a buscar. Fabio tenía ganas de probar de flote con líneas de tres boyas, por lo cual levantaron ancla y, yendo hacia donde nacía el viento, se largaron un garete por el centro del espejo que los hizo recorrer de punta a punta la laguna.
Los piques fueron francos y de pejerreyes de todos los tamaños, predominando los de 30 cm. Finalizado el garete, el que eligío un nuevo lugar fue Guillote, el dueño de la laguna. Y donde manda capitán… Cruzaron nuevamente la laguna hacia el sector Norte, pero esta vez en lugar de entrar a los juncales, pescaron desde el centro hacia a costa. Este sector no tiene mucha profundidad, por lo que usaron brazoladas no mayor a los 80 cm.
Las boyas parecían que caían con movimiento, no paraba de haber pique tras pique, mientras que Carlitos los miraba y pescaba hacia el otro lado, obteniendo más cantidad pero menos calidad.
En busca de otro sector
Las inclemencias del tiempo no cesaban y el frío traspasaba los abrigos, por lo que eligieron un nuevo sector rodeado de juncos y nuevamente a probar con las líneas paternóster. Obviamente, el agua en estos lugares parece un estanque con la posibilidad concreta de llenarse de dientudos, cosa que fue pasando hasta que comenzaron a picar los pejerreyes, los mejores de la jornada. Hundían todo el aparejo y dejaban la caña muda una vez que eran clavados, un hermoso espectáculo ver el zigzag de la línea y luego la explosión en superficie de esos hermosos pescados que llegaban a los 800 g de peso, aseguraba el guía.
¡Qué laguna La Genovesa! Jamás defrauda, siempre bien cuidada, siempre con agua, se pesca durante toda la temporada. Sin dudas, un pesquero excepcional donde todo amante de este tipo de pesca no puede dejar de ir ni bien se levante la cuarentena. Por ahora solo pueden disfrutarla los locales.
Claves
- Tener todo tipo de carnadas bien preparadas y frescas. Llevar las secas en una lunchera con frío y las vivas en un buen balde donde puedan oxigenarse.
- Las líneas para los juncos, armarlas sobre madre de 0,43 mm y brazoladas del 0,40, porque suelen engancharse.
- La boya paternóster debe estar bien calibrada para ver los piques, eso se puede solucionar con el peso ideal de la plomada.
Para agendar
- Guía, carnadas y asesoramientos: “El Calabrés”, de Carlos Di Loreto, Tel.: 02983- 415526.
- Cómo llegar: la única oportunidad es comunicándose telefónicamente con anterioridad, porque tiene cupo limitado que no superará de ninguna manera. Debido a la cuarentena, solo está abierta a los pobladores del partido de San Cayetano
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