Tuesday 23 de April de 2024
PESCA | 13-11-2019 16:34

Los chatos se activaron antes

Este año fueron varias las especies que se adelantaron a las fechas habituales. En la albufera de Mar Chiquita ya están saliendo ejemplares muy interesantes.
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Nos propusimos un gran desafío: dar con lenguados a fines de octubre, una especie codiciada por miles de pescadores. Aún sin ser ésta la época en que los encontramos cazando con total voracidad, viajamos hasta Mar Chiquita, lugar privilegiado a la hora de buscar este esperado encuentro. La idea era pescar casi en la desembocadura de la albufera, y para esto llegamos alrededor de las nueve de la mañana al complejo La Reserva, en donde Alberto Martínez nos recibió junto a su familia y, desde allí, nos cruzó hasta la costa de enfrente, lugar más propicio para pescar, caminar y buscar cómodamente pesqueros, aún con la marea crecida.

Equipos y carnadas  

Para el lenguado podemos utilizar cañas livianas de entre dos y tres metros de largo más o menos, de dureza regular, capaces de lanzar hasta 80 gramos. Nylon del 0,35 o 0,40 mm; para los que deseen multifilamento, recomendamos de 0,18 hasta  0,26 mm. Y en cuanto a reeles, rotativos o frontales, eso va en gusto y comodidad de cada pescador. La línea está compuesta con un plomo corredizo, una boya doble cono que permite levantar la carnada, y al final un anzuelo corredizo y un triple. El pejerrey entero de 10 a 15 cm o fileteado es la carnada predilecta para esta especie, pero el encarne tiene una técnica:  en el anzuelo va la cabeza del pejerrey y en el triple, la panza o el lomo. Una vez encarnado, lo atamos todo con hilo elástico. 

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Localización

A los Xystreurys rasile y Paralichthys orbignyanus (nombres científicos de las dos especies que habitan la zona) los encontraremos principalmente en fondos y fango fuera de los puertos, y especialmente donde esta característica se junta con aguas que están en el límite entre dulce y salado, desembocaduras donde encuentra más cantidad de alimento. El pique de la especie tiene dos características: una, es sumamente sutil, tanto que apenas resulta perceptible; la segunda es que cuando caza nos toma por sorpresa con un fuerte tirón, por tal motivo tenemos que estar muy atentos a nuestro aparejo. Una vez que captura el cebo (para él, la presa) se queda inmóvil, como para no despertar sospechas. Solo nos daremos cuenta de que ha picado cuando recogemos, ya que su fuerza produce un especial roce contra el agua que frena la recogida. 
La carnada debe presentarse ante el lenguado como si estuviera perfectamente viva. Para conseguir este efecto lanzaremos y recogeremos en forma continua, a media velocidad hasta la misma orilla, ya que muchas veces el lenguado pica en el borde del agua. Si al recoger sentimos más peso del habitual, querrá decir que hay mucha corriente hacia adentro y, en consecuencia, deberemos recoger más despacio. Si por el contrario, la corriente nos saca la carnada hacia fuera, recoger más rápido; en este caso no hay que temer por la mayor velocidad, ya que el lenguado es muy rápido para atacar.

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Por otro lado, si la corriente envía nuestros aparejos hacia un costado, tendremos que lanzar hacia el lado contrario, tratando de que la carnada salga siempre cerca de nuestros pies. Además, una vez lanzado el sedal en la zona escogida, convendrá dejarlo reposar unos instantes, para después recuperarlo al poco rato con escasos tirones que irán levantando la arena a su paso, atrayendo la atención del pez.

Despertarlos no fue fácil

Luego de varios intentos fallidos, la línea de Diego Araujo dio un fuerte tirón. Conocedor de la técnica, sin apresurarse y dando unos segundos para que el pez comiera la carnada, concretó el pique con un muy buen ejemplar que rondó los seis kilos, instante en que la autoestima se nos elevó, porque habíamos probado varios pozones o veriles sin dar con ellos. Nos encontrábamos en el repunte de la marea alta de la pleamar, y fue uno de los momentos que más piques continuos tuvimos. En esos minutos nuestro compañero Maximiliano Salvatierra también capturó un ejemplar muy robusto que comía a la salida de un veril, muy pegado a la costa y que opuso total resistencia. Nueve kilos de lenguado resultaron un magnífico ejemplar a fines de octubre.
Con el correr del día, el viento era cada vez más intenso y la presencia de espesos nubarrones de lluvia, también, pero optamos por seguir buscando estos vigorosos para aprovechar el momento en que el pique se encontraba muy firme. Así, con ejemplares de diferentes portes –y también con muchos intentos fallidos–, fuimos completando la jornada, hasta que el aparejo de Martín Pizzuto, que se encontraba pescando en modalidad anclado, dio con otro ejemplar de buen porte, que tras varias llevadas y arrastradas se conviertieron en un trofeo de ocho kilos.
Estábamos a punto de emprender el regreso cuando llegó mi turno, con un pique que me tomó por sorpresa: un tirón muy seco me dejó totalmente shokeado. Dejé que llevara línea y comiera unos diez segundos hasta concretar el pique. El lenguado dio dos saltos y muy rápido bajó hasta el veril, momento en que no tenemos que dar ventaja al pez, sino recoger lo más rápido que podamos, en lo posible con la punta de la caña al ras del agua si no queremos perder la pieza. Confieso que yo hice todo lo contrario porque quería darle esa ventaja al pez y poder disfrutar de esta batalla única que nos da la especie. 

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Consejos

Las mejores horas para poder pescarlo son: el repunte de alta y repunte de baja, es decir, desde tres horas antes de la pleamar hasta tres horas después de pasada la máxima. En el período de bajamar se podrá probar suerte sólo en los pozos que tengan más agua. El lenguado no es un buen nadador, por lo que conviene buscarlo en playas tranquilas, teniendo en cuenta que si el agua es muy movida tendría muchas dificultades para nadar. 
El cuerpo del lenguado experimenta importantes modificaciones durante su crecimiento: cuando nace tiene la apariencia de un pez común; después, y a medida que crece, se apoya constantemente en el fondo del mar, siempre del mismo lado, lo que le hace adoptar su característica posición horizontal, finalizando en un cuerpo ovalado y plano. Sin duda, es un gran cazador, a tal punto que ha sido capaz de desarrollar la cualidad de mimetizarse, tomando la tonalidad de la arena o las piedras, desde donde acecha a sus víctimas sin dejarse ver: casi cualquier otro pez que capture entre sus dientes le viene bien. A modo de cierre, destacamos que este año no solo las tarariras y los bagres de mar llegaron antes: los lenguados también están. 

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Mar Chiquita

Cómo llegar: desde Capital Federal nos separan 420 km por Autovía 2. 
Alojamiento: departamentos para 4 y 5 pax, frente a la albufera. Tel: (0223) 4691300. Facebook: Complejo La Reserva.
Guía: Alberto Negro Martínez realiza salidas guiadas  a distintas especies de temporada. Cruce: de 7 am hasta las 00.  Tel.: (0223) 4691300. Desde octubre hasta mayo, encontramos corvinas negras, variada y lenguados. 

 

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Marcelo Albanese

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