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PESCA | 28-10-2019 15:00

Cómo pescar bogas en La Pajarera de Quilmes

En la costa quilmeña yacen los restos de una vieja arenera. Un point que convoca a quienes buscan carpas y bogas.
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Medirse con una carpa que supera los seis kilos es más que una invitación estimulante para ponerse a prueba desde el kayak. Y si le sumamos el entretenimiento de pescar unas electrificantes bogas, tenemos una cita en el reconocido point quilmeño La Pajarera. Con este apodo otorgado por los lugareños se conoce a los restos de la antigua arenera. Hierros oxidados, semi-sumergidos y alineados río adentro son elegidos por bandadas de pájaros para descansar y pescar. 
Descendiendo de la autopista Buenos Aires-La Plata en Quilmes, tomamos Av. España y, al llegar a la rotonda del Pejerrey Club, doblamos a la derecha por Cervantes hasta llegar a la calle 26. Hay grandes playones de estacionamiento público donde dejamos los vehículos a escasos metros del agua. Sin necesidad de utilizar un carro de transporte, bajamos el kayak sobre la escalinata y lo cargamos con los equipos de pesca. Llevé unos cubos de salame para pescar bogas y, pensando en las carpas, opté por masa. Previamente había quedado con Alejandro Bello, pescador y vendedor local de carnada, para que me guardara una porción de su famosa “masa de la ribera”. Son muchas las recetas de masa que se suelen utilizar, y cada maestro tiene la suya. Pero las evidencias indican que hay unas que dan mejores resultados en determinados ambientes, y justamente las capturas que viene posteando Alejandro dejan en claro que la que él prepara está funcionando formidablemente. 

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Topografía del ámbito

Decenas de sabalitos se escabullían y saltaban espantados por nuestras primeras paladas en la orilla. Mientras intentábamos ganar profundidad, garzas y biguás monitoreaban la situación, tratando de sacar ventaja haciéndose de alguna presa fácil. Paralelos a la arenera y a una distancia prudencial, remamos río adentro. La primera parte consta de soportes en forma de trípode que sostienen un caño transversal más grueso. Luego, casi a la misma altura del morro del Pejerrey Club, este caño grueso ya se encuentra caído en el fondo del río. Esta es la zona que Alejandro eligió para hacer la pesca de carpas. Con mucho cuidado nos amarramos cada uno a una estructura metálica con un cabo elástico y preparamos las líneas. 
Para disfrutar al máximo de cada especie es aconsejable utilizar distintos equipos: uno liviano de 6 a 12 lb (1 lb = 453,59 gramos) para las bogas, y otro más resistente para las carpas, 10-20 lb como mínimo. Ambos cargados con nylon o multifilamento, dependiendo del gusto, aunque para estas especies de boca blanda la flexibilidad del nylon es una ventaja. Líneas sencillas, armadas con un plomo corredizo y un solo anzuelo simple.

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Acción inmediata

Alejandro encaró de lleno la pesca de carpas, y para ello cubrió el anzuelo con la masa, presionándola fuertemente. Lanzó a pocos metros corriente a favor y se dispuso a esperar... aunque no por mucho tiempo. Casi al instante me susurró: “¡Ahí está! ¡Ahí está!”, mientras me señalaba la punta de su caña. Inmediatamente inclinó su cuerpo hacia adelante para darle tiempo a comer, la dejó llevar la carnada y ejecutó ¡la clavada! Transcurrieron uno o dos eternos segundos, donde parecía que no había pasado nada y, de pronto, como si un tren hubiese tomado su anzuelo, el reel comenzó a ceder a toda velocidad y su caña se arqueó en sentido contrario al que había lanzado. Fue una corrida vigorosa y prolongada hacia los caños. ¡Había que pararla sí o sí! 


Ajustar prudencialmente el freno del reel es una de las técnicas, porque si abusamos de la fuerza es probable que desgarremos su boca y perdamos al pez. Desesperante la paradoja: tener un tanque de guerra prendido en nuestra línea, intentando zafar contra cualquier obstáculo, y no poder contrarrestar su fuerza para frenarlo. Afortunadamente, Alejandro pudo torcerle la cara y que encarara río abajo, ahora nadando corriente a favor. Estos carpones ponen a prueba tanto las habilidades de pesca como la destreza y el equilibrio sobre el kayak. Al contrario de lo que muchos pescadores piensan, las carpas de entre cuatro y diez kilos dan unas peleas épicas, no suelen cansarse rápidamente y, sobre todo, no se entregan ni cuando parecen estar vencidas sobre la superficie. De hecho, cuando uno intenta atraparlas con el copo, arremeten desplazando grandes volúmenes de agua y vuelven a ganar profundidad arqueando la caña hasta el mango. Es un pez que no se va a dar por derrotado ni aún habiéndolo asegurado sobre el kayak.

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En busca de las reinas del río 

Mi misión eran las bogas, aunque en principio se tentaron algunos moncholos con el encarne de salame. Tenía firme la idea de pescarlas. La temporada recién comienza y los piques son muy sutiles, pero pescar bogas siempre es divertido. Con equipos delicados se disfruta más, aunque en esta zona también hay que tener un pequeño resto por si encaran contra los fierros. A diferencia de las carpas, los piques se sucedieron más pausados. Mientras Alejando enfrentaba colosales batallas con explosiones de carpas sobre las superficie, yo me entretenía con las corridas erráticas de las bogas. El pique es inconfundible: suave y cortito, aunque luego de pincharlas encaran veloces arremetidas. Es diversión asegurada y cita ineludible para volver a este pesquero a cambiar de roles.

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Rodrigo Garcia Cobas

Rodrigo Garcia Cobas

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