Invierno e inicios de primavera, con la mirada puesta en el arranque de la temporada del 1 de noviembre, no es considerado un período truchero por el gran público. Algo errado y paradójico, porque la Patagonia cuenta con numerosos ambientes donde la pesca está permitida todo el año, y donde los meses de septiembre y octubre son justamente los más rendidores. Muchos de ellos son embalses, y los más cercanos y emblemáticos para un gran número de aficionados corresponden a la cuenca del Limay.
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Con el fin de relevarlos, aceptamos la invitación del guía de pesca Diego Rodríguez, gran conocedor de estos espejos, y uno de los promotores para quela ciudad de Piedra del Aguila tome conciencia de semejante recurso turístico.
Ubicados en plena estepa, poseen un microclima más calmo y cálido que la cordillera, cualidad que los hace más amigables. En estos embalses se pesca tanto de costa como de embarcado. El problema del vadeo pasa por su perfil escarpado, que dificulta las caminatas y el back cast. De embarcado las posibilidades se multiplican y, a tal fin, dependiendo de la distancia de la navegación, Diego usa tanto un gomón como un cataraft inflable. En el último caso, coloca un motor de 6 HP sobre un espejo, usa esta propulsión para llegar a los sitios más alejados, y una vez “en zona” se mueven a remo casteando hacia las costas, de manera muy controlada y silenciosa.
Una razón de por qué estos embalses poseen muy buenas truchas, es que constituyen gigantescos reservorios de peces autóctonos. Y vale tener presente que convertir carne de pez en carne de pez es metabólicamente más eficiente que transformar insectos en carne de pez. Como resultado, los peces crecen muy rápidamente y presentan una condición física excelente.
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En esta nota relevamos tres embalses que pasamos a describir, siguiendo el eje este a oeste, empezando por el más cercano al poblado de Piedra del Aguila.
Embalse de Alicura
Inaugurado en 1985, no sólo inundó el río Limay, también hizo lo mismo con los últimos 3 km del río Traful, en la zona de Confluencia-Valle Encantado. Este espejo posee una superficie de 67,5 km2 y una longitud de 36 km. Es el más elevado de estos embalses, y el de aguas más frías. Debido a su antigüedad presenta una importante maduración biológica, que se refleja en una consistente población de peces autóctonos. Enmarcado en un típico paisaje de transición, la particularidad son sus plantaciones de pinos y operaciones acuícolas. Largo, encajonado y vivoreante, la cola del embalse posee baja profundidad y extensas playas de arena, como consecuencia del acarreo de la erupción del volcán Puyehue.
Desde 1990, Alicura es el principal espejo patagónico para la cría de truchas arco iris domésticas, proceso que se realiza en jaulas flotantes. Estas traen como consecuencia fugas masivas de truchas arco iris, la captura más habitual con mosca. Se diferencian de las salvajes por su forma rechoncha, baja combatividad y sus aletas desgastadas como muñones. Los pesos más comunes oscilan entre 500 g y 2 kg. En cuanto a las marrones, es frecuente que se capturen ejemplares de más de 3 kg, con expectativas máximas que superan los 7 kg. Parte de estos peces realizan su correspondiente migración reproductiva en los ríos Limay Superior y Traful, donde iniciada la temporada sus capturas son muy comunes en sus tramos más próximos.
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Embalse Pichi Picún Leufú
Creado en 1997, resulta el más pequeño y joven de todos los embalses del Limay. De aspecto viboreante, posee una superficie de apenas 19 km2 y una longitud de 22,5 km. Su principal característica es un descomunal recambio de agua. De hecho, el mejor momento de pique se da durante la turbinación, que genera una apreciable corriente y activa a los peces. En Pichi Picún las capturas más corrientes son truchas arco iris de 800 g a 2,5 kg, accesibles a equipos livianos.
De esta especie se han sembrado años atrás ejemplares triplodes; peces que por una alteración genética no desarrollan gónadas. Con ello, la energía destinada a la reproducción se traslada a un mayor aumento de peso. Son el equivalente a un capón entre los animales domésticos.
La mayor atracción de Pichi Picún Leufú son sus enormes truchas marrones, con pesos corrientes que van de 1,5 a 4 kg. Aunque todas las temporadas se capturan trofeos de 6, 7 o más kilos. La mejores expectativas se dan de embarcado, casteando suculentos streamers hacia los sauces sumergidos, islotes y peñones costeros que sirvan de apostadero. Entre las moscas sobresalen imitaciones de pejerreyes, pancoras y diseños de anzuelo retrasado de tipo String Leech.
Embalse Piedra del Aguila
Con una superficie de 305 km2 y una longitud de 95 km, es el embalse más grande de los relevados. Las especies pescables con mosca son perca, pejerrey patagónico, truchas arco iris y marrón. Esta última es la estrella indiscutida, con un peso promedio a 1 a 2,5 kg, y expectativas probables 3 a 5 kg. Las marrones superan en 5 a 1 en número a las arco iris, y es frecuente que un pescador avezado llegue a una docena de piques por día. Este embalse posee ejemplares enormes (entre 6 y 9 kilos), pero hasta el momento no se ha descubierto cómo capturarlos con mosca en forma consistente. Toda la franja costera presenta cardúmenes de puyenes que se esconden en pedreros bajos. Parte del borde de la ruta tiene un largo frente de gaviones, que por su abundancia de refugio para puyenes es uno de los mejores sitios para pescar. Normalmente se presenta la mosca a 1 m de la costa, y se deja hundir lo suficiente para peinar el veril. Fue el ambiente que mejor pagó en nuestra visita, y con el calor de la tarde permitió una rareza para la época: pescar en superficie con grandes secas de foam al estilo Fat Albert.
Técnicas de pesca
Las truchas están acostumbradas a bocados grandes, por lo que las moscas deben ser streamers voluminosos entre Nº 2 y 4. Existen dos caminos para lograr el pique: imitar a los forrajeros, o estimularlos con brillos o colores estridentes como el naranja. Por momentos rinden mejor imitaciones ajustadas, mientras otras veces se llevan las palmas atractors bien chillones. La clave pasa por rotar muchos modelos hasta dar con el indicado para ese día y momento. Al pescar en aguas quietas y cristalinas, se eligen materiales como conejo o marabú para una mayor movilidad y sensación de vida.
Normalmente una caña Nº 5, 6 o a lo sumo 7 (si hay mucho viento) con buena capacidad de tiro, se adapta a cualquier tipo de situación. Acompañada con una línea de tipo S.T. (densidad II al IV) y un corredor de monofilamento resulta la herramienta más efectiva para copiar un veril profundo o lograr distancia. Entre los modelos más rendidores sobresalen las imitaciones de puyenes y pancoras; más los infaltables Woolly Bugger, Matuka Suri y las sumamente efectivas String Leech. Estas últimas indispensables con aguas muy frías y piques cortos.
Nota completa publicada en Revista Weekend 542, Noviembre 2017.
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