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PESCA | 02-11-2017 09:05

Paso a paso dentro del agua

El wader es una herramienta fundamental en ciertas situaciones de pesca. Su historia, materiales de confección, y consejos para comprarlo y utilizarlo. Galería de imágenes.
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Cómo llegar adonde están los peces es la pregunta básica de todos los pescadores desde que se conoce esta práctica. En superficie, en lo profundo, a media agua, son algunas de las respuestas. Pero también falta saber a qué distancia se concentran los peces desde el punto en que más se puede aproximar el pescador. En algún momento de la historia de la pesca se supo que ciertos peces nadaban cerca, pero no tanto. La única opción era arrimarse pero, como se trataba de sectores playos, no podía utilizarse una embarcación.

La solución: caminar. El problema: el barro, las sanguijuelas, las ramas, las piedras sumergidas, el frío, las rayas… Una nueva solución: el wader o pantalón impermeable que llega hasta el pecho.

Con el paso inicial hacia la vulcanización, dado por Charles Goodyear en 1839, se iniciaba una nueva etapa en la industrialización del caucho, obtenido de un árbol típico de la selva amazónica. Hacia 1850, sí, hace más de 160 años, la fábrica Hodgman dio a conocer los primeros waders en el mercado. En los albores del siglo veinte, la producción masiva de neumáticos para autos popularizó la goma y, poco antes de la Primera Guerra Mundial, Hodgman comenzó a ofrecer modelos a prueba de agua y de material duradero.

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Tecnología aplicada

La Segunda Guerra Mundial generó un nuevo empujón de calidad a la goma y los procesos industriales y, por tanto, los waders empezaron a usar nuevas telas y renovadas tecnologías de fabricación. Enseguida creció la demanda de usuarios. Ya no sólo eran pescadores, sino también cazadores, agricultores de zonas de bañados, obreros que botaban embarcaciones, bomberos que actuaban en inundaciones y, con otras exigencias de protección, diferentes operarios que trabajan con productos químicos. Este sencillo “pantalón jardinero” ayudó mucho a prevenir enfermedades de la piel generadas en personas que estaban sumergidas durante mucho tiempo en agua u otros líquidos. La más común y cuyo nombre deriva de la guerra es el pie de trinchera.

Como es lógico suponer, los waders se utilizaban mayormente en invierno para evitar los enfriamientos. Como la goma, el PVC o el plástico son muy calurosos y de células cerradas, en aguas cálidas se convierten en una olla. De esta manera, la posterior aparición de telas respirables significó una expansión enorme en el uso de esta prenda: abarcar más aguas y más meses.

Las telas respirables más conocidas son el Goretex y el Omniprene. En ambos casos, dejan salir la transpiración, pero impiden la entrada de agua. Con ropa térmica se los puede usar en aguas frías. Se ajustan muy bien al cuerpo humano y son sumamente livianos, ideales para largas caminatas. Pero, cuidado, son finos y cualquier pinchadura les hace entrar agua, aunque pueden repararse más fácilmente que los fabricados con neoprene.

Con o sin botas

Hay dos tipos de wader: con botas o sin botas. Tim Daughton, desarrollador de productos de Orvis, dice que ninguno es mejor que el otro. El segundo, explica, permite al usuario comprar un par de botas entre las muchas opciones que ofrece el mercado, buscando el mejor calce, ajuste, agarre al piso (las de fieltro son excelentes para nuestros ríos trucheros) y comodidad para las normalmente muchas horas que se las emplee. Especialmente para terrenos con piedras irregulares siempre es mejor una bota extra. Para la transición entre el wader y la bota son de gran utilidad las polainas que cubren el inicio del empeine y evitan que se metan en esta zona piedras, arena y barro. “Si tus pies están confortables, entonces andarás más cómodamente al aire libre y pescarás más tiempo.” Los waders sin botas se lavan más fácilmente, actividad importante luego de cada jornada, aunque no hay que exagerar para evitar dañar la capa repelente de agua. El experto aconseja comprar las botas más livianas posibles para no sumar peso en las valijas.

Para todos los gustos

Los waders con botas tienen, como ventaja, que no hay que atar cordones ni ajustar nada, algo que puede ser complicado para personas con problemas de obesidad. Se mete el pie a fondo, y listo. Son los más rápidos de colocarse y sacarse. Esto último es valorable, por ejemplo, cuando se vadea en barro y no queremos agarrar las botas sucias. Generalmente, dice Daughton, son más cálidos que los anteriores, pues nada aprieta la circulación de sangre cerca del tobillo, y el aire circula más libremente por toda la pierna.  Por esta causa se los suele usar más al comienzo y al final de la temporada.

Con el desarrollo de la tecnología, la goma fue suplantada por PVC, nailon o neoprene, o una combinación de ellos, siempre buscando que sea lo más fino posible sin perder la impermeabilidad. El neoprene es muy útil para aguas frías. Además “se pega” más al cuerpo en comparación con los anteriores, lo que dificulta el ingreso de mucha agua en caso de sufrir una caída o resbalón. Tienen larga vida útil, y mayor resistencia a la abrasión y pinchaduras.

Si pescás habitualmente con waders conviene comprar uno de mayor calidad, por ende más caro. Si se va a hacer un uso ocasional se puede adquirir uno más sencillo o barato, como los de PVC o nailon, pero en aguas frías se debe usar ropa térmica. Las mejores fábricas suelen ofrecer un kit de reparación para pinchaduras y hasta garantía.

El calce del wader es un tema importante. No debe estar tan flojo porque se puede trastabillar, ni tan apretado que oprima la circulación de sangre. Sin embargo, si usamos el mismo wader en aguas frías y cálidas, seguramente será más holgado en esta última situación, ya que necesita espacio para la ropa de abrigo en la primera.

Nota completa publicada en revista Weekend 542, octubre 2017.

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Néstor Saavedra

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