Hace más de 20 años que fui por primera vez a esta laguna, había unos pejerreyes muy grandes, pero las condiciones para acceder al pesquero eran complicadas. Se entraba por un campo donde había una barrera, cobraban entrada, había pocas embarcaciones en alquiler y había que empujarlas más de 200 m para poder navegar. A pesar de todas estas dificultades, una gran cantidad de pescadores se congregaban todos los fines de semana buscando los trofeos que tenía esa laguna. A medida que pasaron los años se pudo acceder por estancias y campos privados con más o menos fortuna en la calidad de los pejerreyes, hubo mortandad por sequías y fumigaciones, hasta este momento que esté en pleno apogeo y con una calidad y cantidad interesante de ejemplares. Marcial, dueño del pesquero La Elba, nos había convocado. El encuentro fue en la ruta de acceso a Coronel Granada, y de ahí nos llevó al lugar que dispone de un canal de acceso a la laguna con una bajada de hormigón en muy buen estado de conservación, botes en alquiler y servicios de guías de pesca con tracker. Preparamos los equipos colocándoles a las cañas, todas telescópicas de entre 4,00 a 4,50 metros o de enchufes todas de grafito, un reel frontal con capacidad de 100 m de nylon 0,25 mm o multifilamento del 0,16 mm que, a diferencia del nylon, flota sin el agregado de flotalíneas y no se estira, llegando la clavada con menor recorrido de caña.
El ámbito
El día se presentaba parcialmente nublado, con una temperatura de alrededor de los 6 grados y vientos medianos a fuertes del sector sudeste. La laguna, que tiene como profundidad máxima 2 metros, presenta por lo general suelo de tosca y barro en sus casi 20.000 ha de agua. Sus costas son de poca profundidad, teniendo zonas de vegetación y juncales. Recibe agua de Santa Eleodora y del río Quinto, y la evacúa hacia Arenales a través de la laguna de Mar Chiquita, y hacia Junín, por la de Gómez. El nivel del agua está dado por las lluvias y las sequías de la zona. Nos dividimos en dos tracker para hacer la pesca saliendo por el canal de acceso hacia el sudeste. Marcial quería garetear la laguna buscando cierto reparo en la costa donde nace el viento. Navegábamos despacio debido al oleaje que producía el viento buscando una zona para realizar esta técnica. Al llegar desplegamos nuestras cañas colocando las líneas de pesca. Yo me incliné por una Criterio de palito desigual color rojo, armada con nylon 0,35 mm y una separación de boyas de 1,40 m con purpurina que se vería bien debido a que se estaba nublando.
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El guía nos decía que picaban entre los 25 a 40 cm, por lo que coloque tres brazoladas de diferente largo armadas con nylon 0,25 mm. Como carnada usaríamos mojarras grandes y filetes de dentudo. Una vez con la embarcación de tolete empezamos el garete y arrojamos las líneas hacia adelante contra el viento. Con el pickup abierto le dábamos nylon para que se alejaran de la embarcación, y manteníamos la línea perfectamente alineada para detectar rápidamente algún pique. Hicimos un primer garete sin respuestas, e insistimos en la misma zona pero el agua a raíz del fuerte viento se había ensuciado por el movimiento del barro del fondo, y la pesca era compleja.
En busca de los pejerreyes
Cambiamos de estrategia y decidimos pescar anclados en una zona de plantas buscando claros para que puedan derivar las boyas. Pescaríamos a favor del viento lo que hacía más fácil ubicar la línea en el lugar correcto. Al caer la acomodábamos recogiendo el nylon suelto, abriendo el pickup para que derive la línea. El primer pique lo tuvo Leandro, quien cobró un pejerrey de unos 32 cm muy combativo y gordo. Mientras, en la otra embarcación estaban haciendo la misma pesca con resultados casi nulos, por lo cual Marcial levantó el ancla y se dirigió directamente hacia la costa donde soplaba el viento. El agua estaba calma, apenas rizada y bastante transparente. Llegó al lugar con el motor de la lancha a bajas revoluciones, tratando de hacer el menor ruido posible. Ancló a unos 30 m de la costa: la profundidad rondaba 1,30 m. Arrojamos las líneas hacia adelante, dejándolas derivar. Los piques no se hicieron esperar, tomaban las carnadas muy tranquilos arrastrando las boyas hacia los costados, se recogía el nylon excedente y con un brusco movimiento de brazo se buscaba el momento justo para clavarlos. Todos eran gordos muy bien alimentados y de medidas de hasta 38 cm. Estábamos pescando a unos 20 m de la embarcación y las líneas derivaban de costado debido a salida de agua hacia algún campo. En un momento tomaban la carnada deslizando la boya en línea hacia la embarcación, lo que hacía difícil clavarlos, porque teníamos un pedazo de nylon de la madre sin tensión.
Cómo clavarlos
Había que recoger el nylon suelto hasta la boya del alcahuete, la que arrastrábamos un poco hacia la lancha para entrar casi en tensión con la boya del pique. Luego, con un fuerte cañazo, clavar. Esta secuencia se dio en varias oportunidades. También se los veía jugar con las boyas, por lo que le movíamos la línea para levantar la carnada y ahí tomaban. Eso hizo que cambiáramos las brazoladas por unas más cortas de 15 a 25 cm, que al caer las tomaban rápidamente. En la otra embarcación había bastante actividad pescando anclados. La pesca estaba hecha, con pescados de muy buenos tamaño, combatividad y peso. El servicio de Marcial, impecable.
Nota completa publicada en revista Weekend 541, octubre 2017.
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