Friday 19 de April de 2024
PESCA | 20-12-2016 08:19

Mosqueando dorados

Una travesía entre Rzepecki y Paso de la Patria que se coronó con el súper grand slam del Paraná: dorado, pira pitá, pacú y boga.
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Querido río Paraná, alabado seas, cuán generoso eres. La segunda cuenca en extensión de Sudamérica y el octavo río más largo del planeta suele regalarnos a los pescadores infinitas variantes, y en este caso cumplió nuevamente de manera increíble. Sin dudas, las inundaciones del pasado año han creado vida por doquier. Se incrementó la cadena alimenticia en toneladas de nuevos juveniles, volviendo a enriquecer las aguas de un río que parecería ser inagotable en sus recursos y que volverá a explotar de peces en esta temporada veraniega.

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Travesía de pesca

Invitado por el amigo y guía Sergio Antúnez Rossi, viajé

hacia Paso de la Patria, donde pasaría la noche. Al día siguiente empezábamos, con quien siempre he pescado con excelencia, una nueva travesía.

Respetando mis cábalas y ya armados los equipos, comenzó el plan: realizar una bajada desde La Regina hasta Paso de la Patria. El clima estaba inestable, con lluvias profundas e intermitentes pero con brisas agradables. La temperatura acuática rondaba los 25 grados y en aumento. Condiciones muy buenas para pescar dorados, y por ellos fuimos.

El agua se hallaba cuasi transparente, limpia, reverdeciendo de pureza y perfecta para castear a pez visto o bien para poder observar los misiles saliendo disparados desde veriles, ramajes o rocosidades. Intentamos siempre a flote con cañas 8 y 9 utilizando streamers y nyaps o poppers. Procurando localizar zonas activas fuimos así alternando palos, barrancas y bancos. Es realmente un placer adrenalínico ver un lomo dorado surcando aguas yendo hacia la mosca para rechazarla o tomarla con ganas. Y en este caso sólo hubo un par de rechazos de grandes cabezas y muchísimos piques de medianos acrobáticos saliendo de los palos, peleándose por la mosca a veces entre dos y tres a la vez. Cuando mermaban los ataques descansaba con mi caña alternativa, mi as de la diversión, la #1 de grafito superfine de cabecera. Era el momento de tentarlos con una de las moscas 4x4 que más utilizo para la pesca ultralight, la Fleeing Crayfish, y también variantes válidas como Sculpins o Matoncitas. Y la fiesta de miniaturas no se hizo esperar, con muchísimos doradillos y pira pitás voraces atacando los engaños con rapidez y efectividad.

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El turno del pacú

Tal vez la tarde más activa y con varios piques haya sido la que compartimos con Sergio, sumándose Miguel Rzepecki –otro que sabe y mucho– quien por la mañana había clavado un lindo pacú. Fueron varios ataques de medianos y hasta se nos dio un doblete de lindos dorados, todos bien comidos y muy fuertes,

regalándonos buenas batallas. Los streamers que predomina-ron fueron los negros con

amarillo o verde claro.

Las condiciones no estaban aún dadas para pescar pacúes y pira pitás intentando a flote, pero con los inga o pacae bien florecidos y encontrando en las barrancas las bellas amarillas melampodium, una flor que también degustan cuando entran en su estado omnívoro, le dedicamos un tiempo en superficie. Sin éxito a flote, cambiamos a bolitas plásticas, más otras armadas por Miguel con silicona para que bajaran en los piletones pacuceros. No pasaron 15 minutos hasta que tuve un pique de pacú. La llevada suave, clavada y corrida hacia afuera de la barranca. No parecía tan grande hasta que se enojó y se fue bien al fondo, arqueando y exigiendo al máximo a mi caña #6 con sus cabezazos e hidrodinamia. Después de un rato largo de pelea lo subimos a la lancha. Hermoso pacú devuelto con cuidado y a seguir pescando la próxima cancha.

En el segundo lanzamiento tomó la bolita lila (mi preferida) un pira pitá bastante importante. Un luchador de muchos recursos para zafarse del anzuelo, con largas corridas, saltos, empuje y fortaleza. También ganada esta batalla, lo devolvimos a su ámbito.

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Todo a favor

Dorado-pacú-pira pitá, el grand slam paranaense que vino desde el destino y bienvenido fue. Lejos de imaginar lo que iba a suceder…sucedió. Suele ser difícil viajar tantos kilómetros y que todo se dé a favor. Pues bien, en este caso fue así. Una cuota de fortuna, por supuesto. Y haciendo las cosas bien, el resto se da solito nomás.

Volviendo a intentar con pacúes, oh grata sorpresa: una boguita en la bolita lila. Y con esta especie, el súper grand slam del Paraná aaaaaaadentro. Alegría total, festejos y risas resonaban en el casco de la embarcación. Pero aún quedaban emociones, como un lindo dorado en un banco que tomó mi streamer Sulsyfly apenas unos centímetros debajo de la superficie y saliendo de un veril.

Abandonamos esa zona para intentar entre los palos con nyaps y poppers. Allí también Sergio hizo explotar la superficie con un cabezón enorme que salió de una barranca con un tronco a sus pies y tomó a ras del agua entre las ramas. Increíble el sonido que produjo en el silencio paradisíaco, rompiéndolo con cabezazos, corridas, revolcones y chasquidos. El nyap funcionó a la perfección, aun con un anzuelo chico. Otro logro y más felicidad.

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Frutilla del postre

Ya avanzada la tarde y pasando Itatí, el atardecer se floreaba brillando en el río y magnificándose con tonalidades naranjas esparcidas. El sol también quería ser testigo de lo que vendría como frutilla del postre. Durante todo el día Sergio se cansó de repetirme que a la tardecita íbamos a clavar una vaca, esos dorados que habitan las piedras acechantes a lo que les venga de alimento para atacar. Así llegamos a unas piedras, siendo ya las 18 de nuestro último día. Quedaban pocas agujas de reloj diurno. Iba a haber una posibilidad y no podía cometer el más mínimo error. Hice un cast hacia donde Sergio me indicó y salió un dorado enorme a tomar la mosca pero no lo hizo. Por el sol en contra pensé que me había cortado, pero por fortuna la mosca estaba.

Fue recién en el cuarto cast que atacó a la mosca negro-amarilla y de colita negra (la misma Sulsyfly del banco sin rebaba), dejándose ver arriba formando un remolino que pareció un lavarropas. Una hembra cabezona gigante que clavé con fuerza tensando la línea al límite y ni se dejó ver, enfiló hacia las piedras pasando la línea por detrás de una y corrió hacia el centro del Paraná como un tractor acuático, mientras el reel chillaba y el backing seguía saliendo (fácil unos 70 m). Por fin, dominando la situación con mucha tensión interna (a veces los grandes se sufren) y luego de una larga y dignísima pelea, pudimos arrimarlo a la lancha. Era una bestia insuperable e indomable debido a su gran porte.

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Después de tomar rápidas fotos y midiendo sus 97 cm cuidadosamente, filmé la devolución y, aún con los brazos temblorosos y mis codos doloridos, entre abrazos

y tereré desarmé el equipo y siendo casi las 19 nos despedimos del reino dorado navegando lentamente y contemplando el atardecer que nos despedía después

de habernos regalado una jornada que recordaremos, con mi amigo Sergio, por el resto de nuestras vidas.

Nota completa en revista Weekend 531, diciembre 2016.

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