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PESCA | 12-01-2014 13:16

En las mágicas aguas del Amutui Quimei

El embalse chubutense, que significa "belleza perdida" en mapuche, es un lugar maravilloso para pescar. Galería de imágenes.
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Puesta en marcha la temporada de pesca 2013-2014 que comenzara de buena forma en aguas chubutenses, resolvimos esta vez sondear un ámbito particular, un pesquero distinto a todo. Más que ir a pescar a un lago, es como hacerlo en un bosque. Es que el embalse Amutui Quimei (Belleza Perdida, en lengua originaria) es un inmenso valle inundado, un bosque milenario que fue ganado por las aguas con la construcción, entre 1971 y 1976, del Complejo Hidroeléctrico Futaleufú. En sus entrañas quedaron cuatro espejos: Lago Uno o Quiñe, Lago Dos o Epu, Lago Tres o Cula y el Lago Situación, conformando actualmente una inmensa extensión de agua de casi 9.200 hectáreas que recibe aportes del río Frey como principal afluente, que le suma el caudal de los lagos Kruger y Futalaufquen, y por otro lado agrega los tributos de deshielo –desde el oeste de la cuenca– a través de los ríos Canelo, Stange y otros arroyos menores.

Río Nant y Fall

Por extensión, por la cantidad de buenos ríos, arroyos, cascadas y chorrillos que lo nutren y por la profusión de islas, bahías, bosques completamente hundidos o semisumergidos, es un ámbito extraordinario para la pesca de truchas. Otra a favor del embalse es que por su dimensión, oleaje en días de viento –que impone navegarlo con embarcaciones de buen puntal y motores potentes– y la cantidad de accidentes subsuperficiales (troncos, palos, piedras, etc.) que lo tornan peligroso para quien no lo conoce bien, por todo esto la presión de pesca deportiva resulta bastante baja.

Pero como disponíamos de media tarde libre antes de comenzar la incursión al Belleza Perdida, resolvimos desentumecer las piernas caminando los bañados de las nacientes del río Nant y Fall (río de los saltos, en galés). Un ámbito despejado, un valle tendido y extenso, donde las aguas del lago Rosario se hacen río para viajar hasta el Futaleufú primero y luego al océano Pacífico, un entorno de pastizales, mallines, desbordes y juncales, habitado por nutrias, flamencos, patos, cauquenes, pejerreyes y truchas arco iris. Equipos de mosca de potencia #4 a #6 con líneas de flote y ninfas lastradas o estrímeres para intentar en proximidad de los juncos y las orillas cortadas a pique son una buena ecuación. Y en los pozones más hondos, líneas de hundimiento o sinking tip y ninfas grandes con patas de goma, ninfas de damsel o estrímeres claros que imiten pequeños pejerreyes cruzando la corriente, pueden pagar con el pique de una buena trucha arco iris. No es un ámbito de cantidad de piques, nunca hemos sacado muchas truchas aquí, pero hemos dado con algunas pocas pero realmente buenas. Esta vez no fue la excepción. Solo dos piques de arco iris en toda la tarde, una que llegó al copo y otra que cortó por un nudo de viento en el líder.

Lo que sí es muy entretenido es la pesca de pejerreyes con pequeñas ninfas (Hare’s Ear, Bead Head Prince, Rubber Legs Cooper John, Pheasant Tail) trabajadas con strips cortos y lentos, incluso parando la mosca y volviéndola a activar. Son peces realmente macizos y potentes que se encuentran acardumados en algunos tramos del río.

Nota publicada en la edición 496 de Weekend, enero de 2014. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al Tel.: (011) 4341-8900. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.

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Alejandro Inzaurraga

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