Oskar está sentado junto a su dueña Nadine Lange y observa con atención cómo ella lanza un muñeco a unos metros de distancia. Obediente, este macho de un año espera hasta que ella dice la palabra anhelada: “Busca”. Entonces, sale disparado, corre hasta el muñeco y lo toma con su
boca. “Muy bien”, lo alaba su dueña y le dice con voz seductora: ”Traémelo”. Oskar lleva el muñeco hasta ella, se lo da en la mano y a cambio recibe una golosina.
”Ya durante nuestras visitas al centro de acogida de animales nos dimos cuenta de que le gustaba traer cosas”, recuerda Lange. Entonces tuvo en claro que mantendría a su nuevo compañero activo mentalmente y muy poco después de que el perro se mudara a su casa le compró los primeros juguetes. Desde entonces, practican todos los días. “Un entrenamiento de este tipo es apropiado para cualquier perro que se divierta interactuando con las personas -dice la entrenadora canina Francisca Herre-. Da igual que el perro sea joven o viejo. También animales enfermos pueden ser entretenidos de esta manera”.
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El entrenamiento con juguetes consiste en mucho más que traer el objeto lanzado. El perro es motivado mentalmente y aprende mucho: obediencia, atención, trabajo autónomo, control de los impulsos. Además, la persona y el perro trabajan juntos, lo que genera una relación de confianza. Los expertos recomiendan entrenar entre dos y tres veces por semana. Es conveniente interrumpir el juego cuando el perro aún esté participando en él con alegría. Son muy apropiados los juguetes que se utilizan para el adiestramiento de perros de caza, es decir, saquitos de tela rellenos de material granulado. Los hay en diferentes formas y colores. Se usan mucho los que tienen una bolsa de alimento integrada. “Estos juguetes con alimento me parecen muy útiles para todos los perros”, dice la entrenadora Herre.
Con ellos los canes aprenden que sólo con ayuda de los humanos podrán acceder a su codiciado contenido. Ese es un buen estímulo para los animales, que por naturaleza quizá no necesariamente jueguen a traer objetos. Como primera meta del adiestramiento un perro debe traer el juguete con alimento en su boca y entregarlo. “Mientras no sé cómo se comporta el perro, lo ato a una correa”, dice Herre. Después de todo, la idea es que el perro no se escape con el juguete. Ni bien el perro tenga el juguete en la boca, lo ideal es que la persona se aleje un poco y atraiga al animal. De ninguna manera debería ir en dirección a él, porque entonces este piensa que le quiere quitar su botín y sale corriendo.
El entrenamiento con juguetes tiene su origen en el adiestramiento de perros de caza. Por eso se imitan diferentes situaciones de esa actividad. Así, una de las fases del ejercicio consiste en que la persona sabe dónde está el juguete y dirige al animal en la dirección correcta con las palabras correspondientes como “derecha”, ”izquierda” o “atrás”. ”Esto es lo más difícil de enseñarle al perro”, dice Schnatz. Es más simple otro modo que consiste en que el juguete se lanza de forma visible para el animal y luego es traído por él. ”Después puedo hacer una escala intermedia. Por ejemplo, me alejo un poco con el perro a pie o lo hago buscar primero otro juguete”, explica Herre sobre cómo sigue el adiestramiento. Es decir, el perro tiene que recordar dónde está el juguete.
La materia preferida de los perros en el entrenamiento con juguetes suele ser la búsqueda libre. En ella se simula la situación en una caza en la que ni el perro ni la persona saben dónde está el animal a cazar. El perro busca en toda la zona. Los principiantes pueden mirar cuando se esconde el botín, pero a los animales más avanzados se les esconde directamente.
dpa
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