Las sierras cordobesas contribuyen al nacimiento de las tormentas más impactantes de la Tierra: son las más extensas y las que presentan mayores dosis de descargas eléctricas. Así lo afirma un reciente estudio realizado en el marco del denominado “Proyecto Relámpago” que está siendo llevado a cabo, desde 2018, por expertos del Servicio Meteorológico Nacional, de Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), y de las Universidades Nacionales de Córdoba y de Buenos Aires, conjuntamente con investigadores del Center for Severe Weather Research (CSWR), Estados Unidos, que fue el principal soporte económico del proyecto.
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Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Argentina es uno de los países donde se producen más rayos en el mundo: el más largo registrado hasta el momento fue el que tuvo lugar el 4 de marzo de 2019, en el sur cordobés. Ese dato fue el que llevó a varios investigadores internacionales a poner su mirada en los temporales masivos que se vienen sucediendo cada vez con mayor intensidad sobre el particular escenario meteorológico y geográfico que se extiende entre la Cordillera de los Andes mendocinos y la región pampeana, donde se desencadena el desarrollo de fenómenos convectivos únicos que dan lugar a las tormentas más severas del mundo.
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“En Córdoba hay tormentas únicas, con piedras de hasta 18 centímetros que marcaron un récord mundial en febrero de 2018 en Carlos Paz, y con nubes que pueden llegar a alcanzar hasta los 20 mil metros de altura. En su gran mayoría, las tormentas están focalizadas en las sierras. La provincia es el núcleo génesis de las tormentas más severas del planeta y los científicos del mundo entero están interesados en saber porqué sucede esto en Argentina”, explicó Marcelo García, investigador del Conicet y docente en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
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Para llevar a cabo este estudio tan profundo y abarcativo que demandó una inversión de 35 millones de dólares, los investigadores contaron con un verdadero arsenal científico que abarcó desde la instalación de 40 estaciones meteorológicas automatizadas estratégicamente ubicadas en distintos puntos de las provincias de Córdoba y de Santa Fe, hasta otros tantos radares móviles doppler montados sobre camiones y el apoyo del avión de investigación Gulfstream-159 (G-1) de ARM, que tuvo a su cargo el estudio de la atmósfera y de las formaciones de nubes en distintas altitudes.
Con respecto a los resultados obtenidos hasta el momento, García se mostró muy optimista de cara a poder a poder prevenir este tipo de fenómenos meteorológicos y tomar acciones en distintos ámbitos de la gestión ambiental. “Ahora, uno puede predecir qué tipo de tormenta está llegando y se han operado los embalses. Antes, se bajaba el embalse y después la tormenta no pasaba. Ahora, con el preaviso, podemos abrir las válvulas cuando vemos que va llegando. Ojalá todos estos proyectos científicos despierten interés, sobre todo en este mundo que cambia tanto. Hacer ciencia para transferir a la gestión será clave. La ciencia es para todos”, concluyó.
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