Un grupo de científicos internacionales descubrió la causa por la cual, a pesar de tener escasas precipitaciones y vegetación, las volcánicas Islas Galápagos, en Ecuador, pueden mantener sus hábitats únicos de vida silvestre.
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Según un artículo publicado en la revista Scientific Reports, para revelar el secreto, los especialistas de la Universidad de Southampton, del Centro Nacional de Oceanografía y de la Universidad San Francisco de Quito utilizaron un modelo informático realista de alta resolución para estudiar la circulación oceánica regional alrededor del archipiélago que está ubicado en el océano Pacífico ecuatorial oriental, a unos 900 kilómetros del continente americano, y es un punto de acceso biológico de importancia mundial.
Los resultados arrojaron que la intensidad de la surgencia -como se denomina el fenómeno ascenso a la superficie de masas de agua profundas- alrededor de las Galápagos es impulsada por los vientos locales hacia el norte que generan una turbulencia vigorosa en los frentes superiores del océano al oeste de las islas.
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Según los especialistas, estos frentes son áreas de fuertes contrastes laterales en la temperatura del océano, en tanto que la turbulencia impulsa el afloramiento de aguas profundas hacia la superficie del océano. Eso es lo que le proporciona a las Galápagos los nutrientes necesarios para sustentar su ecosistema.
"Este nuevo conocimiento de dónde y cómo ocurre la inyección de nutrientes de las profundidades oceánicas al ecosistema de Galápagos está informando los planes en curso para expandir las Galápagos Marine Reserve, y mejorar su gestión contra las crecientes presiones del cambio climático y la explotación humana", explicó Alberto Naveira Garabato, miembro de la Universidad de Southampton y director del proyecto que apoyó el estudio.
Por su parte, para su colega y responsable de la investigación, Alex Forryan, este hallazgo demuestra claramente que “la surgencia de las islas Galàpagos está controlada por interacciones altamente localizadas entre la atmósfera y el océano”.
“Ahora, es necesario centrarse en estos procesos al monitorear cómo está cambiando el ecosistema de las islas y mitigar la vulnerabilidad del ecosistema al cambio climático del siglo XXI", concluyó Forryan.
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