Un reciente estudio internacional elaborado por un equipo de investigadores a cargo del doctor Santiago Montserrat del Advanced Mining Technology Center (AMTC) de la Universidad de Chile afirma las aguas provenientes de las cuencas de montaña se están volviendo cada vez más ácidas, con todos los riesgos que ello implica para los diversos usos de este vital recurso.
Esto se debe a que, si bien el estero Yerba Loca lleva naturalmente aguas de pH bajo provenientes de los deshielos, aguas abajo los ríos que habitualmente neutralizan esa acidez están disminuyendo su caudal a causa de la mega sequía, ya que se trata de ríos de origen pluvial.
“Hemos detectado que las aguas que alimentan la cuenca del río Mapocho alto se están volviendo cada vez más peligrosamente ácidas debido al drenaje ácido de las rocas”, explicó el científico chileno en el estudio que fue publicado en la revista Science of The Total Environment,
“Hicimos una proyección de cambio climático 2030-2050 en la que vemos que hay una disminución de caudal de los ríos del sistema Mapocho, aunque en el Yerba Loca los caudales tenderán a aumentar producto de la mayor temperatura y del derretimiento de los glaciares, por lo que esperamos que la calidad de agua sea peor porque vendrá más de la parte alta”, agregó Montserrat.
Panorama desolador en las lagunas bonaerenses
Por su parte, José Luis Usnayo, jefe de Gestión de Recursos Hídricos de Aguas Andinas, señaló que desde su empresa están trabajando denodadamente para enfrentar las consecuencias de esta histórica sequía, entre las cuales se encuentra la cada vez más preocupante turbiedad que están presentando las aguas de deshielo.
“Chile es el país americano con mayor estrés hídrico, y si no hacemos nada urgente al respecto, lamentablemente la escasez hídrica se acentuará en el mediano y largo plazo con todos los riesgos que ello implica para la población chilena”, advirtió el funcionario.
“La acidez de los ríos que alimentan a las plantas que convierten en potable el agua para Santiago está aumentando día tras día, como así también han aumentado los episodios de turbiedad extrema de los ríos, lo que ha motivado la creación de piscinas de resiliencia que, en 10 años, han aumentado de 4 a 37 horas la autonomía de las plantas de tratamiento, con una meta de 48 horas”, concluyó Usnavo.
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