El Pūhāhonu es el volcán más grande del mundo, aunque a simple vista no lo parezca. Ubicado a unos 1.100 kilómetros al noroeste de Honolulu, su nombre en lengua hawaiana significa “tortuga que sale a la superficie a respirar”. Esta comparativa se debe a que en apariencia este volcán se parece a dos pequeñas islas en el océano Pacífico. Pero la realidad es mucho más compleja, ya que el Pūhāhonu se eleva a unos 4.500 metros del fondo del mar desde una sola fuente de roca fundida. Además, según un estudio publicado en Earth and Planetary Science Letters, contiene aproximadamente 150.000 kilómetros cúbicos de roca, casi el doble que el volcán Mauna Loa, uno de los más grandes y altos del mundo.
Con el Pūhāhonu sucede lo mismo que con los icebergs, buena parte de su cuerpo no está a la vista. En este caso, un tercio de su volumen está expuesto sobre el fondo del mar; mientras que el resto está enterrado debajo de un anillo de escombros, coral roto y otro material que se ha erosionado. Según el estudio citado, se afirma que el volcán es tan pesado que ha hundido progresivamente la corteza terrestre cercana durante millones de años.
Otro volcán que hasta hace poco se consideraba el más grande del mundo es el Tamu, una masa volcánica de 4 kilómetros de altura ubicada en el fondo marino al este de Japón. El macizo de Tamu contiene casi 7 millones de kilómetros cúbicos de material y alguna vez se pensó que era el volcán en escudo más grande del mundo. Pero ahora se cree que se formó a lo largo de una cresta, en lugar de a través de una sola fuente de magma. Eso convierte a Pūhāhonu en el volcán en escudo de mayor tamaño.
Fuente: Quo.es
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