Friday 19 de April de 2024
TURISMO | 06-03-2020 17:59

85 km imperdibles de San Luis para empezar a soñar

A lo largo de 85 km de la Ruta Provincial 9, en San Luis, hay una completa oferta de actividades y paisajes para transitar y disfrutar, con Wi-Fi incluido en los servicios. Ideal para agendar cuando finalice la cuarentena.
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Si uno busca en San Luis paisajes serranos con arroyos, embalses, grutas, valles y balnearios, seguro los encontrará en el trazado de la Ruta Provincial 9 (y en sus alrededores) que va desde la capital puntana hasta la histórica villa de La Carolina. “Son pocos kilómetros pero hay muchos sitios para disfrutar, en especial durante los fines de semana largos, porque alcanzan para visitar todo”, afirma Juan José, nuestro guía local.  
Al entrar en la ciudad capitalina por el camino de circunvalación, se destaca en lo más alto de un cerro una colosal pirámide vidriada que no es ni más ni menos que la nueva casa de gobierno provincial que, faraónicamente, domina todo desde las alturas. 

Desde allí divisamos esta gran urbe fundada por don Luis Jufré el 25 de agosto de 1594, cuya fisonomía tranquila y apacible invita a un recorrido distendido por la zona céntrica. Resalta la plaza Pringles con sus cuidados canteros, cuantiosos aguaribays y pintorescos barcitos sobre sus veredas, cobijados por una frondosa arboleda. Frente a ella se alza la iglesia catedral, cuya magnífica construcción data de 1883. Desde allí se prolonga la peatonal Rivadavia hasta la plaza Independencia, donde aún se conserva la vieja casa gubernamental, los palacios de la Legislatura y de Tribunales, y el añejo Convento de Santo Domingo del siglo XVIII, el edificio más antiguo de la ciudad. Cierra el periplo el Centro Artesanal San Martín de Porres, curiosa fábrica de alfombras y tapices fundado en 1949. 

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Cerca de la ciudad hay dos lugares que valen la pena conocer. La Punta y las Salinas del Bebedero. Así dimos entonces con el curioso poblado de La Punta, fundado en marzo de 2003. Pocas casas bajas, boulevares y llamativas obras arquitectónicas. Paramos en la entrada para observar el imponente estadio provincial de fútbol y el monumental hipódromo, situados a ambos lados del camino. Si bien este complejo deportivo es descomunal, la verdadera frutilla del postre de La Punta se encuentra en el otro extremo de la zona urbana, en pleno descampado. Asombrados, visitamos la réplica exacta del cabildo de Buenos Aires, construido para los homenajes del bicentenario argentino.  “Actualmente, el de Buenos Aires es más chico ya que le han cortado las alas cuando se construyeron las avenidas linderas –comenta Juan José– pero éste es idéntico al originario y se levantó aquí por ser la primera ciudad fundada en el siglo XXI y por representar con su nombre a la provincia ya que se denomina con nuestro gentilicio puntano”. Este increíble complejo se completa con la Pirámide de Mayo, otra obra de llamativo aspecto.

El siguiente sitio citado y cercano a la ciudad es el de las Salinas del Bebedero. Ni bien llegamos al lugar, fuimos recibidos por grandes montañas de sal. Este importante yacimiento de cloruro de sodio nace por una depresión tectónica de la era cenozoica, cubriendo actualmente una superficie de 5 km de ancho por 15 de largo. Espectáculo sorprendente, razón suficiente para no dejar de visitarlo.

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Retornamos a la capital sanluiseña para iniciar un escaso tramo hasta la Quebrada de los Cóndores. Al llegar, vale la pena ir despacio para disfrutar de este sitio donde las sierras se cortan a pique. El recorrido por la quebrada es muy corto, pero imperdible. El camino se interna y asciende entre altísimos paredones de piedra y abundante vegetación. A su término se abre a la izquierda el embalse de Potrero de los Funes, construido en 1876, el primero que existió en el país. 
“A partir de este dique –afirma Juanjo–, surgieron varios lugares que resaltan en el ambiente, ya se trate de edificaciones integradas al paisaje como de la provisión de servicios para el disfrute”. Un hermoso lago donde se practican deportes náuticos y la pesca del pejerrey; así como su camino costero que en ciertas ocasiones se convierte en una pista para carreras automovilísticas. En las riberas del espejo lacustre se levanta el Hotel Internacional Potrero de los Funes y, desde sus orillas hacia el agua, se extiende una pasarela de 30 metros que lleva a una confitería flotante única en su tipo en todo el territorio nacional. 

Por aldeas serranas 

Por los alrededores hay complejos de cabañas, campings, un pequeño centro urbano y numerosos senderos que llevan a arroyos cercanos, ideales para hacer caminatas y cabalgatas. La Ruta 9 no da tregua y, a poco de andar llegamos a El Volcán, típica aldea serrana que se extiende sobre ambas márgenes del río homónimo. La calle principal serpentea entre curvas, subidas y bajadas; mientras que a los costados del camino se suceden hosterías, campings y casas de fin de semana. “En otros tiempos –explica el guía– esta zona estuvo poblada por estancias de larga tradición”. Nos detuvimos en el balneario La Hoya, donde el río forma entre paredones rocosos, una fantástica pileta natural rodeada de saltos de agua. Agendar este sitio, ideal para una gratificante parada.

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El itinerario continúa hacia el noroeste y nos acerca a El Trapiche, una antigua localidad cuyo nombre deriva del sistema empleado en épocas idas para la molienda del oro que llegaba desde La Carolina. Sobre una suave hondonada, este rincón serrano está surcado por arroyos con pequeñas playas y tupidos sauces. “Siempre digo que El Trapiche es el remanso preferido para quienes buscan algunos días de total descanso”, acota Juanjo. En la calle que corre paralela al río se esparcen quintas, chalets, cabañas, campings y restaurantes. Imperdible el chivito al asador, clásico plato puntano. 
Bien cerca está el dique La Florida, el mayor embalse del circuito y con un espejo de agua que cubre 800 hectáreas, ideal para la náutica, la pesca y ¡atención!: las clases de buceo. En sus orillas hay amplios espacios verdes, buena sombra, playas, campings y la Reserva Florofaunística con gran variedad de plantas, árboles y especies de animales (observamos al lagarto overo, puma, águila mora, cóndores y aguiluchos, entre otros). 

Minero por un rato 

De nuevo en ruta principal, subimos hasta el paraje Siete Cajones, atractivo balneario formado en el río Grande. Este increíble lugar es conocido por sus enormes piletas naturales socavadas en la roca viva, producto de la erosión fluvial. Otra vez en marcha, vamos hacia el último tramo. Pasamos por el pintoresco valle de Pancanta para llegar a La Carolina, antigua población minera ubicada al pie del cerro Tomolasta. Sorprende una vieja e inactiva mina de oro donde aún se pueden recorrer sus galerías, túneles y ventiladeros, todo ello realizado en una visita guiada contratada allí mismo. Charla previa, casco con luz frontal, altas botas y a caminar por el gran túnel.

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Tras esta fantástica experiencia, resulta muy placentero deambular por las callecitas del pueblo. Todo es una postal de la vieja colonia: casitas de adobe, calles adoquinadas, veredas altas, viejos faroles y una simpática capilla. Ahí nomás, el cautivante río homónimo, con su profundo color ocre en el que algunos lugareños con sus coladores aún intentan encontrar alguna chispa de oro. En las cercanías hay un gran broche de oro para culminar el itinerario: la antiquísima gruta de Intihuasi, una gran abertura al pie de la ladera del cerro del mismo nombre. La “casa del sol” (traducción de la lengua quéchua) es una caverna de 60 metros de frente por 20 de fondo y 10 de altura. Sus paredes interiores albergan, al resguardo del daño solar, pinturas rupestres con una antigüedad que se remonta a 6.000 años antes de Cristo. 
Pasamos primero por el centro de interpretación, donde se conservan algunos testimonios de sus primitivos pobladores, como también piedras semipreciosas de la región. Sonia, la guía del lugar, ilustra con una charla inicial y luego nos acompaña para visitar la gruta junto a un grupo de turistas. Se ingresa por una pasarela que conduce hacia toda su superficie. Impacta el silencio interior y la magnificencia de esta colosal caverna. Plato fuerte para culminar el circuito, bien regado de numerosos puntos de interés inmersos en esta preciada región cuyana argentina.

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Marcelo Ruggieri

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