Unos investigadores encontraron que la luz también advierte a los depredadores de que comerlos les dejará un mal sabor en la boca. La característica beneficia tanto a las luciérnagas como a los murciélagos, ya que estos insectos tienen un sabor desagradable para los mamíferos. Cuando las luciérnagas son ingeridas, las sustancias químicas propias de los insectos causan que los murciélagos los vomiten, lo que significa que ambas especies desean evitar tal interacción. Pero, ¿cómo hacen los murciélagos para reconocer a estos insectos y evitarlos? Científicos de Universidad Estatal de Boise en Idaho, Estados Unidos, realizaron una investigación para esclarecer los mecanismos involucrados en esta correlación.

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En el estudio, murciélagos que nunca se habían topado con luciérnagas aprendieron rápidamente a no comerlas. Para evaluar si era el deslumbrante abdomen de las luciérnagas el que mantenía alejados a los murciélagos, los investigadores pintaron los órganos de bioluminiscencia de la luciérnaga para bloquear toda la producción de luz. Luego proporcionaron estos insectos “oscurecidos” a dos murciélagos que habían aprendido previamente a evitar las luciérnagas. Un murciélago capturó todas las luciérnagas oscurecidas y otros tipos de insectos, demostrando que la bioluminiscencia jugaba un papel significativo.
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