Friday 26 de April de 2024
INFORMATIVO | 18-11-2020 10:03

San Miguel del Monte cumple 241 años entre fortines, gauchos y pejerreyes

Fundada el 18 de noviembre de 1779, es una de las ciudades más antiguas de la provincia de Buenos Aires y un escenario ideal para los amantes de la pesca. Su historia y su vínculo afectivo con Juan Manuel de Rosas.
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Situada a poco más de 100 kilómetros de La Plata y con una población de unos 30 mil habitantes, San Miguel del Monte es una de las ciudades más antiguas de la provincia de Buenos Aires ya que fue fundada el 18 de noviembre de 1779 en tierras que pertenecían al entonces llamado Pago de la Matanza. 

Su estratégica ubicación sobre la margen izquierda del río Salado, al sur del cual quedaba lo que en los siglos XVIII y XIX se denominaba desierto, era un pueblo de frontera entre la provincia de Buenos Aires, civilizada, y el desierto. El límite entre ambas zonas era, precisamente, el río Salado.

Según cuenta la historia, a mediados del siglo XVIII, los indígenas nativos de la pampa pusieron en práctica un último recurso para intentar recuperar las tierras que les habían sido usurpadas por los conquistadores españoles: organizar malones sobre los centros poblados. Para contener esas incursiones, en 1776, el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, el segundo en la historia del Río de La Plata, le ordenó al teniente coronel Betbezé y Ducòs organizar la construcción de cinco fortines en la región,  los que, con el correr de los años finalmente iban a dar paso a las primeras poblaciones de la provincia de Buenos Aires.

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Los primeros fortines  

En sus primeros tiempos el fuerte recibió varios nombres: Guardia del Monte, Guardia de la Laguna del Monte, Guardia de San Miguel de Monte, en homenaje al Santo Patrono San Miguel Arcángel, Guardia  del Pago de la Matanza. y Guardia de Miguel del Monte Gárgano, en alusión al monte ubicado en el sur de Italia, donde, según la leyenda popular, se apareció por primera vez el arcángel San Miguel al pueblo que resistía a los bárbaros. 

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En diciembre de 1778,  el lugar fue salvajemente atacado por un malón que produjo una gran matanza de personas que fue conocida como La Navidad trágica de 1778”. A partir de ese triste episodio, se reconstruyó como fortín.

Ese mismo año, Vértiz decidió modificar la línea fronteriza contra los aborígenes y avanzar hacia el sur del río Salado, frontera natural entre blancos y aborígenes. Posteriormente se afianzó la conquista sobre las tierras fundando pueblos en cada uno de los fuertes que se establecían.

Así, el 18 de noviembre de 1779 el comandante de fronteras Juan José Sardén le comunicó a Vértiz que había levantado una capilla dentro del perímetro del fortín bajo la advocación de San Miguel Arcángel y bajo el patronato de Nuestra Señora de los Remedios. La misma estaba ubicada frente a la actual Plaza Vértiz. Este hecho transcendental fue tomado como el día de la fundación de la ciudad de San Miguel del Monte.

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Sin embargo, las primeras ocho familias que dieron origen al pueblo recién arribaron el 21 de mayo de 1780, en cinco carretas fuertemente escoltadas por un grupo de milicianos y estaban conformadas por un total de 42 personas. De esa manera, se establecieron los primeros cimientos de la población urbana de Monte, en un tradicional plano en damero, adyacente al fuerte.

En 1821 se creó un nuevo distrito integrado por la Guardia de Monte y Ranchos, pero un año más tarde fue anulado ante la fundación de los los partidos de Guardia del Monte por un lado y Ranchos, por el otro. Al mismo tiempo desaparecieron los Alcaldes de Hermandad junto con los cabildos, dando lugar a una nueva etapa administrativa a cargo del juez de Paz que, entre tantas otras funciones, estaba a cargo de la defensoría de menores, de los correos, y de la comandancia de armas.

Mientras en 1865 se procedió a la mensura y a la división del pueblo de Monte, fijándose definitivamente los límites del partido, cuatro años más tarde se trazó la nueva Plaza (hoy Plaza Alsina) y se inauguró el alumbrado público en todo el pueblo. En tanto que, en 1877, Monte logró conectarse a la red de Telégrafo del Estado.

Con la Constitución provincial de 1873 se reformó el régimen municipal y cada comuna pasó a ser independiente. Así, un año después, la localidad de San Miguel del Monte fue declarada ciudad por ley 8.174 del 27 de mayo.

Ya mucho más acá en el tiempo, entre los años 1970 y 1980 el distrito de Monte continuó su crecimiento urbano favorecido por la instalación de pequeñas y medianas empresas, la ampliación de las actividades terciarias y la valorización de las áreas periféricas.

La gobernación de Juan Manuel de Rosas y su  rancho en Monte

En 1820, los socios de Juan Manuel de Rosas, Juan Nepomuceno Terrero y los hermanos Luis y Manuel Dorrego, le compraron a Julián del Molino Torres la estancia Los Cerrillos, ubicada a muy pocos kilómetros del centro de la flamante ciudad.

Se trataba de un verdadero fuerte que estaba protegido por fosos y cañones en el que Rosas construyó su famoso rancho pampeano que, con los años, se transformó en uno de los establecimientos  agrícola-ganadero más importantes del lugar ya que estaba dotado nada menos que con 60 arados.

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En 1829, Rosas asumió como gobernador de la provincia de Buenos Aires y decidió emprender varias obras en la ciudad, como, por ejemplo,  la construcción de una capilla, la traza del nuevo cementerio en la ubicación actual, el incentivo del cultivo de hortalizas y el reparto de chacras en el pueblo, tarea que era fiscalizada por Vicente González, su lugarteniente y hombre de confianza, y que le permitió a muchos habitantes acceder a la propiedad de la tierra.

Paraíso de pejerreyes

Más allá de su riqueza histórica y cultural, el principal atractivo de la ciudad es la laguna de Monte: un espejo de agua de 720 hectáreas de extensión, ideal para la práctica de todo tipo de actividades acuáticas como la natación, el remo, el canotaje, el windsurf, el yatching y el esquí acuático.

Pero, fundamentalmente es el escenario ideal para los amantes de la pesca gracias a la presencia de dientudos, carpas, tarariras, bagres y as de espadas: el pejerrey que se esconde bajo las aguas de la laguna.

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Conectada con la laguna de Monte por un pequeño arroyo, la laguna Las Perdices es otro santuario que también es visitado por los amantes de la pesca deportiva. En sus aguas casi vírgenes invadidas por la vegetación es muy común ver aficionados internándose en los bancos de juncos en pequeños botes, ansiosos por capturar dientudos, pejerreyes y rebeldes tarariras.

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Luis Rodriguez

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