Apodado “La Bestia” y “La Reina solitaria del Norte”, el 12 de noviembre de 1944, el acorazado alemán Tirpitz se hundía frente a la isla de Håkoy cerca de Tromso, Noruega, tras ser alcanzado por tres bombas Tallboy de 5,4 toneladas disparadas por una flota de aviones británicos que hicieron blanco perfecto en el almacén de municiones que voló por los aires. La banda de babor del poderoso acorazado apenas fuera del agua quedó mucho tiempo señalando el lugar del histórico siniestro que tuvo lugar en plena Segunda Guerra Mundial.
Construido por el astillero alemán Kriegsmarine Werft Wilhelmshaven, el Tirpitz fue el acorazado más grande de la Kriegsmarine durante la Segunda Guerra Mundial y el segundo y último de la clase Bismarck.
Con un peso de 41.000 toneladas, su poderosa planta motriz estaba compuesta por 12 motores Wagner diésel de 1.652 CV de 12 cilindros y tres turbinas Blöhm und Voss, lo que le permitia alcanzar una velocidad máxima de 30`8 nudos. En tanto que su poderoso armamento estaba conformado por 8 cañones de 380 mm. en torretas dobles, 12 cañones de 150 mm., 16 cañones de 105 mm, 72 ametralladoras AA cuádruples de 20 mm,, 12 ametralladoras AA de 20 mm y por 2 tubos lanzatorpedos cuádruples de 533 mm.
Como consecuencia del Tratado de Versalles que le prohibía a Alemania construir acorazados de más de 10.000 toneladas, el Tercer Reich no pudo fabricar el Tirpitz sino recién después de la firma del Tratado Naval Anglo-Germano que tuvo lugar el 13 de Junio de 1935, entre cuyos puntos centrales autorizaban la construcción de una flota de 184.000 toneladas. Así nacieron los acorazados de clase “Bismarck”, de cuya familia formó parte.
Si bien su botadura oficial tuvo lugar el 1 de abril de 1939, recién entró en servicio en febrero de 1941 para, a comienzos del siguiente año, ser enviado a Noruega, donde sería protagonista de fuertes ataques contra los convoyes que transportaban los cargamentos de suministros para las fuerzas aliadas del ejército ruso.
En julio de 1942, participó indirectamente en la destrucción del convoy PQ17, en tanto que, en septiembre de 1943, mientras se encontraba fondeado en el Kåfjord/Altafjord, fue atacado por submarinos enanos británicos y puesto por primera vez fuera de combate. Así, durante su estadía en Noruega, el Tirpitz no solo sufrió numerosos ataques por parte de la Royal Air Force (Real Fuerza Aérea), sino, también, por parte de poderosos minisubmarinos.
Si bien, en el marco de la "Operación Sportpalast", la primera que tuvo lugar para destruir a los convoyes árticos, la flota liderada por el acorazado alemán pudo hundir tan solo uno de los cargueros aliados, fue más que suficiente para convencer a las fuerzas aliadas de que la “Reina solitaria del Norte” debía desaparecer costara lo que costara, ya que era una gran amenaza para los convoyes navales aliados de la zona.
Enemigo resistente
El Tirpitz también actuaba como una flota en potencia, pues no necesitaba salir de los puertos donde se encontraba anclado para ocasionar graves daños a las fuerzas aliadas que se encontraban en el lugar. Su sola presencia obligaba a la Armada Británica a tener que disponer de una fuerza naval considerable en la región solo para tratar de contrarrestar cualquier movimiento inesperado del acorazado.
De hecho, durante la "0peración Rösselsprung" que fue lanzada por la Kriegsmarine para interceptar y eliminar a los convoyes aliados, las fuerzas navales aliadas perdieron 24 de los 35 barcos mercantes que disponían simplemente por miedo a que el Tirpitz atacase. Los buques que protegían el convoy recibieron la orden de alejarse inmediatamente del riesgo que podía ocasionarles un ataque por parte del poderoso barco alemán, dejando a los barcos mercantes a la merced de los submarinos y aviones alemanes.
Mientras tanto, la Kriegsmarine decidió que “La Bestia” regresase a puerto en el fiordo de Alta, Noruega, cancelando el ataque que tenía previsto al portaaviones HMS Victorious. Así, sin disparar ni siquiera un solo proyectil, el Tirpitz consiguió uno de los mayores triunfos navales de la Segunda Guerra Mundial.
Tras su estadía en el fiordo de Faetten, fue convocado, junto al acorazado Schranshorts y nueve destructores, para participar de la "Operación Sizilien", que buscaba perturbar las operaciones aliadas en las islas Svalbard. En un violento ataque a una estación meteorológica aliada, el Tirpitz disparó sus cañones principales por primera y última vez, destruyendo las defensas de la isla, permitiendo el desembarco de un grupo de soldados alemanes.
Tras varios intentos fallidos para hundirlo y neutralizar la amenaza que suponía para las operaciones de los aliados en el Artico; la SOE británica comenzó la "Operación Source", en la que utilizaría los minisubmarinos X-Craft de última generación. Solo tres de los seis submarinos enviados consiguieron acercarse bastante para intentar cumplir con su misión; el resto se perdió en el mar sin dejar rastro alguno.
Los tres que lograron acercarse al objetivo fueron descubiertos por las fuerzas de defensa alemanas en el puerto y fueron destruidos tras un intenso cañoneo. Pero el Tirpitz resultó muy dañado: una fisura de 18 metros en su quilla de babor hizo que ingresaran más de 1.400 toneladas de agua al interior del buque, mientras que la rotura y posterior explosión de un tanque de fueloil hizo que sus dos hidroaviones salieran expelidos de la cubierta, destruyéndose por completo.
Esta operación fue el primer intento con éxito de dañar al Tirpitz. Tras ella, los servicios de inteligencia aliados comenzaron a planear otro ataque para acabar definitivamente con él. Asi, en abril de 1944, volvió a sufrir otros daños graves como consecuencia de un ataque aéreo llevado a cabo por el Brazo Aéreo de la Flota británica, mientras se preparaba para las pruebas de mar, tras su reparación.
Más allá de los daños, este ataque inesperado hizo mella en la de por sí ya baja moral de su tripulación, que todavía no había terminado de digerir los ataques de los minisubmarinos X-Craft. Por ello, se ordenó que el barco volviera a reparación, sin importar los costos; aunque, interiormente, los altos mandos alemanes intuían que no podrían volver a contar con el Tirptiz para las futuras acciones en superficie. Y estaban en lo cierto ya que el ataque lanzado por la RAF el 12 de noviembre de 1944, que se conoció como “Operación Catechism” iba a terminar con sus días de guerra.
A primera hora de la mañana, una flota de 32 bombarderos Lancaster despegó de la ciudad escocesa de Lossiemouth, y, en plena oscuridad, se encaminó hacia el Tirpitz que estaba descansando tranquilamente en el puerto de la ciudad de Tromso, en Noruega. Debido a un problema de comunicación, los aviones de la Luftwaffe con base en el aeropuerto de Bardufoss, que debían proteger el navío, nunca despegaron y las tres bombas Tallboy de cinco toneladas cada una golpearon de lleno a babor del Tirpitz.
La explosión fue tal que la torreta “C” de 1.000 toneladas voló por los aires en pedazos, mientras el barco volcaba tan rápido que la tripulación que se encontraba en la cubierta inferior no logró escapar: 912 de los 1700 miembros de la tripulación que estaban a bordo del barco murieron durante el inesperado y letal ataque, incluyendo al capitán. La caza del Tirpitz había llegado a su fin.
La historia cuenta que, años más tarde, los restos del legendario acorazado alemán se reforjaron y fueron vendieron como cachatarra. Curiosamente, una compañía noruega aún hoy conserva algunos fragmentos de “La Bestia” alemana.
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