En 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) proclamó al 16 de septiembre como Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, en conmemoración a la fecha en la que, en 1987, se firmó el Protocolo de Montreal, uno de los acuerdos medioambientales relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono más exitosos hasta el presente.
La fecha fue instaurada con el objetivo de invitar a todos los países del mundo a dedicar un día en el año a la promoción de las diferentes actividades relacionadas con los objetivos del Protocolo y de sus enmiendas.
La capa de ozono es una franja frágil de gas que protege a la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyendo, de esa manera, a preservar la vida en el planeta.
Mientras en su mayor parte el ozono se encuentra en la parte superior de la atmósfera, entre 10 y 40 kilómetros sobre la superficie terrestre, en la zona de la estratosfera, el ozono de ésta a es el gran responsable, entre tantas otras importantes funciones, de absorber gran parte de la radiación ultravioleta del sol, que es altamente dañina para la vida y la Naturaleza.
El agotamiento de la capa de ozono se dio a conocer en la Convención de Viena sobre la Protección de la Capa de Ozono, que fue aprobado y firmado por 28 países, el 22 de marzo de 1985.
La eliminación de los usos controlados de sustancias que agotan el ozono y las reducciones conexas no solo han contribuido enormemente en la protección de la capa de ozono para la generación actual y las venideras, sino, también, al desarrollo de iniciativas mundiales orientadas a enfrentar el cambio climático y a la protección tanto de la salud humana como de los ecosistemas, reduciendo la radiación ultravioleta dañina que llega a la Tierra.
Precisamente, a partir de la firma del Protocolo de Montreal, los gobiernos, los científicos y las industrias del mundo entero se comprometieron a trabajar juntos para eliminar el 99% de todas las sustancias que reducen la capa de ozono.
Este año, la fecha tiene objetivo central resaltar otros beneficios del Protocolo de Montreal que, entre tantas otras cuestiones, ha contribuido a la desaceleración del cambio climático y al aumento de la eficiencia energética en el sector de la refrigeración, promoviendo así la seguridad alimentaria.
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