La muerte de Benjamín, ocurrida en el año 1936 en el ya desaparecido zoológico de Beaumaris, Australia, significó la pérdida del último ejemplar de tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus) del que se tiene registro hasta el momento.
Por eso, a 36 años de haber sido declarada oficialmente por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie extinta, un equipo interdisciplinario de la Universidad de Melbourne acaba de poner en marcha un ambicioso proyecto con el fin de regresar a la vida tanto al mítico tigre de Tasmania como así también a otros marsupiales que también se encuentran extintos de la faz de la Tierra.
Tigre de Tasmania: especie extinta
La iniciativa, que fue bautizada con el nombre de Thylacinus Genetic Restoration Research (TIGRR), no sólo busca regresar de la extinción a este legendario marsupial, sino, también, de ahondar en el conocimiento de las técnicas genéticas que se necesitan para asegurar la conservación de los actuales marsupiales.
¿Por qué los tigres tienen rayas?
Si bien el primer intento para dar vida a un tigre de Tasmania tuvo lugar en el año 2017, cuando un equipo de la mencionada universidad australiana logró secuenciar parcialmente el genoma de la especie a partir de los restos de un ejemplar joven que se encuentran en el Museum Victoria, los científicos australianos reconocen que todavía les faltan detectar varios fragmentos claves para que la propuesta avance hacia un terreno mucho más científico.
Para lograrlo, los integrantes del TIGRR ya se encuentran trabajando en la secuenciación de algunas de las especies más cercanas al tigre de Tasmania, como el dunnart, el legendario Demonio de Tasmania y el numbat, un escurridizo marsupial que habita en las zonas aisladas del suroeste australiano con quien comparte hasta el 95 % de su ADN.
Según afirmaron los especialistas, la isla de Tasmania se mantiene prácticamente inalterada desde la desaparición de su animal más emblemático, por lo que la reaparición del tigre de Tasmania no solo serviría para restablecer el equilibrio ecológico sino, fundamentalmente, para contribuir a la conservación del demonio de Tasmania, una especie actualmente amenazada que desapareció de Australia continental hace unos 3.000 años y que actualmente está siendo víctima de una preocupante epidemia de cáncer facial en esa isla.
Comentarios