La histórica bajante que está sufriendo el río Paraná puntualmente en Misiones desde la segunda mitad de 2019 ya se ha convertido en las más pronunciada de las últimas siete décadas. Y, lamentablemente según estiman los especialistas, continuará durante todo el verano, por lo que las autoridades de esa provincia mesopotámica están en alerta roja por la gravedad que eso conlleva para el desarrollo de su economía.
“Para entender lo que ven los misioneros en las costas del río Paraná con bajantes históricas, hay que explicar que ese curso de agua es parte de un enorme sistema hídrico que nace en Brasil y luego atraviesa Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay”, explicó Juan Antonio Martínez Duarte, profesor de la Facultad de Ingeniera Forestal de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), en una entrevista con El Territorio.
“Lo que vemos en Misiones es una parte de esa gran cuenca que, a su vez, está relacionada con ecosistemas diversos y que recibe la influencia de toda la actividad humana que lo rodea”, agregó el docente universitario.
Según señaló el especialista, si bien tanto la bajante del río como la sequia están fuertemente relacionados, es necesario comprender que la sequía afecta a la biodiversidad de los ecosistemas, aunque a veces no se observe bajante en los caudales de los cursos de agua.
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“No es solamente el problema de la bajante en los niveles de los caudales de agua de los ríos o arroyos que es lo que podemos notar cuando miramos y vemos que una zona que estaba tapada por el agua ahora está a la vista. Además, hay que saber que la sequía afecta también el lecho de esos cursos de agua y el suelo en general que se va quedando con poca humedad”, señaló Duarte.
La escasez de lluvias es otro de los temas que tiene en alerta máxima a la provincia de Misiones ya que, según datos oficiales, desde comienzos de 2019 a la fecha se ha registrado una marcada disminución en la cantidad de lluvias que la provincia suele tener.
“Esa falta de precipitaciones hace que disminuya la cantidad de humedad en el suelo y en la vegetación y, por lo tanto, también en la atmósfera. Eso genera un ambiente diferente, más seco porque el ciclo del agua se modificó”, concluyó.
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