Desde los inicios de la aviación surgió una nueva rama de la fotografía, demandante en cuanto a las condiciones para trabajar: la de tomar fotos de aeronaves, especialmente en vuelo, o sea, desde una aeronave a otra.
Hoy existen dos ramas de la actividad. Por un lado, los llamados spotters, que son aficionados que toman fotos tanto en aeropuertos comerciales como en shows aéreos o en cuanta oportunidad tengan de hacerlo, para luego compartirlas en redes sociales o algunos sitios web dedicados a ello.
Por otro lado, están quienes se dedican profesionalmente a la actividad, tanto para medios especializados como para proveer a las fábricas de aeronaves de imágenes para difundir sus productos. En el mundo hay muy pocos que se dedican profesionalmente a la fotografía aeronáutica, es un ambiente pequeño y globalizado, dominado principalmente por europeos. En la Argentina, Pucará Defensa es la única empresa dedicada a esta actividad.
Con los años y una cada vez mayor oferta de imágenes, la demanda fue cada vez más de tomas que impacten y que muestren aquello que las aeronaves, especialmente las de combate, pueden hacer. Eso volvió la tarea más difícil para los fotógrafos, por muchos motivos. El primero es que no es fácil obtener los permisos para volar en aviones de combate ya que se debe tener un muy buen estado de salud. El segundo es que en general son cabinas incómodas y con poco espacio para moverse, donde hay que tener en cuenta no tocar los comandos al mover el equipo.
Un avión de combate chino amerizó en un río
Luego viene otro problema: las mejores tomas se logran cuando las aeronaves realizan las maniobras más difíciles. Eso implica que el fotógrafo no solo debe conocer cómo se moverá su aeronave y aquella a la que le toma la foto, sino que deberá encuadrar la toma y sostener su equipo mientras da vueltas y su cuerpo soporta varias veces la fuerza de gravedad. Esto hace que el equipo y su propio cuerpo “pesen” más (a 2 gravedades, el cuerpo pesa el doble. En algunas tomas pueden experimentarse hasta 4 o 5).
Así, al elegir el equipo, debe ser compacto y difícilmente se puedan usar lentes grandes, por el espacio reducido y el peso. Se deben estudiar a fondo las performances de las aeronaves con las que se trabajará, qué se podrá hacer y cuáles son las limitaciones. También hay que tener en cuenta la seguridad para prevenir accidentes, tanto en la pista como durante el vuelo. Con toda esa información, más las ideas de fotos que se tienen en mente, se hace un plan detallado del trabajo, que se discutirá en una reunión previa al vuelo entre todos los que participarán de la producción. Un vuelo fotográfico no es igual a cualquier otro y el fotógrafo debe saber comunicar a las tripulaciones qué se quiere hacer, dado que no están acostumbradas a que este tipo de tareas durante sus vuelos. Allí, ese plan se convierte en algo más complejo, en donde se definen todas las tomas por orden y las maniobras para lograrlas. El tiempo casi siempre es escaso en las producciones, por el alto costo que tiene la operación de las aeronaves, por lo que todo debe estar bien planeado y luego se debe seguir ese plan.
Y ya en el vuelo, aunque se mantiene la concentración para hacer el trabajo, también viene la mejor parte, en la que se disfruta de volar mientras se hace realidad cada imagen a través del lente, intentando mostrar en cada cuadro todo aquello que puede transmitir una aeronave evolucionando a través del aire.
at Santiago Rivas – Pucara.org
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