Chilecito está ubicada en el Valle Antinaco-Los Colorados, rodeada por los cordones de la sierra de Velasco, al este, y la sierra de Famatina, al oeste. Fundada el 19 de febrero de 1715 por el colonizador español Domingo de Castro y Bazán con el nombre de Villa Santa Rita, que luego fue cambiado a Villa Argentina y posteriormente al actual. Con 300 años de historia, hoy es una gran urbe que concentra a unos 64.000 habitantes y que va sumando a los pueblos aledaños, pero en el siglo pasado fue testigo de la febril actividad minera, de la cual les quedó el cablecarril de la mina La Mejicana (cerro General Belgrano), cuya Estación 1 está junto a la vieja terminal del tren.
Convertida en el museo de este impensado emprendimiento de 1905 que unió la ciudad ubicada a 1.080 msnm con los 4.600 m de la boca de la mina. Desde aquí se puede seguir el trazado de esta obra monumental, cuyo tendido se mantiene inalterable. En la exhibición hay tanto herramientas de gran tamaño como indumentaria de los trabajadores. Y llama la atención que las botas de cuero que usaron tienen base de madera para aislar los pies del frío y la nieve. También se presentan elementos de uso diario como una pava enorme con su calentador, teléfonos de todo tipo, lámparas, balanzas y hasta una gran caja fuerte en la que se almacenaban los pagos, provenientes de un edificio contiguo. El ingreso es gratuito y el horario de primavera es de 9 a 19.
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Pero Chilecito es mucho más que el receptáculo de lo producido en La Mejicana y el punto de partida de la excursión 4x4 hasta la boca de la mina. Justamente en la Estación 2, denominada El Durazno, Apex ofrece su propuesta de astroturismo cuando va bajando el sol, en el mirador natural que está detrás de la construcción, sumando la explicación de lo que se va viendo en su telescopio, propuesta amenizada con la degustación de productos locales como nueces y aceitunas, regada con vino torrontés ($3.500 por persona, dura una hora y media).
El casco céntrico
El trazado de la plaza principal Caudillos Federales es el típico de los primeros emplazamientos, pero fue remozado con el paso de los años, agregando en el centro una réplica de la Pirámide de Mayo en 1910 y varios detalles que de dan personalidad: una glorieta y una pérgola que llegaron de la quinta presidencial de Olivos cuando Justo era el titular del ejecutivo, una calle interna que exhibe los bustos de Güemes y Sarmiento, entre otros; un pequeño comercio que promociona los vinos de la zona y, al lado, el quiosco de Tino Melián, uno de los primeros chayeros que falleció el verano pasado. También alberga una feria artesanal donde se venden productos regionales. Justo enfrente tiene una exótica iglesia construida en los años ’70, la parroquia Sagrado Corazón de Jesús con el santuario de Santa Rita de Casia. Se distingue por una altísima torre de cemento que conserva el reloj original de la anterior construcción, de adobe, que se partió durante un terremoto. Sí, estamos en una zona sísmica, pero casi no se sienten los movimientos telúricos.
A unas cuadras está el Cristo del Portezuelo, frente al Parque Municipal, zona de práctica deportiva con 100 escalones para llegar hasta los pies de la estatua colosal. Desde allí se tiene una vista panorámica de la ciudad y los pueblos aledaños que ya se incorporaron. Por la noche el Cristo está multicolor. En esa misma calle está el restaurante de Ornella, una cocinera autóctona y siempre sonriente que prepara cada día un menú distinto. Aprovechen para conocerla.
El prócer local
El político, escritor y poeta riojano Joaquín V. González está presente en más de un lugar en la ciudad. Pero sus últimos años se mantienen en Samay Huasi (foto abajo), la finca de la localidad de San Miguel en la que vivió a partir de su jubilación. Fue el responsable de la nacionalización de la Universidad de La Plata, casa de estudios a la que le legó ese predio como casa de descanso para artistas y escritores. Posee un gran salón de actos con una pinacoteca de artistas riojanos y, debajo, la sala Mis Montañas, que guarda su importante colección de objetos históricos: se incluyen vasijas y utensilios precolombinos, y hasta animales embalsamados como un imponente puma.
Está rodeada por un parque en el que hay vides y árboles frutales y donde, junto a una hermosa escultura de González hecha por Sforza, está la Avenida de los Siete Sabios de Grecia, representados en monolitos de piedra. Las antiguas caballerizas fueron transformadas en dormitorios y salas en torno de bellas galerías coronadas por enredaderas multicolores. El precio de la entrada es de $ 100. La secretaria de turismo, ubicada en Castro y Bazán 52, asesora sobre éstas y otras visitas.
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