Por la mañana temprano, aún estando de noche, Gustavo me pasa a buscar para iniciar la travesía. Ya habíamos planificado el horario de partida, pensando en lograr el mejor registro fotográfico y encontrar una buena presencia de aves. Nos esperaba una intensa jornada de avistaje, fotografía y pesca dentro del inmenso cauce del río Negro. El amanecer es el momento propicio para iniciar este tipo de travesías.
Partimos desde General Roca, el epicentro más importante para realizar este tipo de actividades. Luego de 50 minutos de viaje por la Ruta 22, nos acercamos a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. Cuando estos cauces se unen, dan origen al río Negro. Bajamos nuestro bote, preparo mi equipo fotográfico y, ya antes de flotar, el amanecer nos invitó a tomar las primeras imágenes desde la costa. Nos saludamos con nuestro chofer, quien nos recogería nuevamente en la zona protegida de Paso Córdoba (General Roca) al final del recorrido. Así comenzamos a flotar sobre el Curu Leufvú, nombre con el que los pueblos originarios llamaban al río Negro.
Las condiciones para fotografiar a esta hora de la mañana son óptimas. La luz suave, los tonos naranjas y el sol que comienza a iluminar el valle y la meseta. La flotada comienza tranquila y en pocos metros de recorrido el río nos sorprende con su silencio. Vemos cómo distintos tipos de aves despiertan en búsqueda de calor y alimentos. Disfrutamos del sol que se asoma delante nuestro generando brillos dorados y reflejos sobre el agua. También la bruma es protagonista, porque crea un manto blanco sobre el río de color negro verdoso. Nuestros primeros avistajes comenzaron a aparecer.
Trekking por el camino de Neruda en la Patagonia
Safari fotográfico
Es apasionante descubrir cómo la vida en el río despierta a esta hora. Distintas variedades de aves aparecen de a poco: patos, vencejos, biguás, teros, garzas blancas, calandrias, loros y cardenales son nuestros primeros registros. La flotada es muy segura, ideal para los aficionados a la fotografía, más si son fanáticos de las aves. Imprescindibles los binoculares y un cuaderno para anotar los nombres de todas las especies que nuestro guía conoce al detalle, tanto como los lugares en que propone que nos detengamos: el cauce del río o la misma costa para bajar a tierra si algo nos interesa. Hay brazos y lagunas a los que solo podemos ingresar gracias al tipo de embarcación que utilizamos para la flotada: un drift, el bote más adecuado para navegar silenciosamente y dirigirnos en cualquier sentido de costa a costa, solo con los remos.
Después de dos horas de flotada paramos en una isla. Bajamos y la recorremos a pie, ya que del otro lado hay un brazo muy calmo donde encontraremos cisnes de cuello negro y una gran variedad de patos. Las nutrias pueden estar presentes, además de las carpas que disfrutan del sol en la orilla y de los pájaros en los sauces. Retomamos el recorrido y salimos en búsqueda de flamencos, jotes y biguás. Luego de una hora más nos detenemos a desayunar en una hermosa costa verde para reponer energías y acomodarnos. El lugar de la parada es hermoso. Lo recorremos. Allí se suelen encontrar tropillas de caballos buscando agua y ovejas pastando. Unos mates, la típica picadita, alguna bebida y todavía nos queda una parte importante: la pesca de carpas con mosca.
Carpas con mosca
Gustavo es precursor y difusor de la pesca de carpas con mosca y nos va a mostrar lo atractivo de esta modalidad. El entorno del río Negro y la transparencia de sus aguas hacen que este tipo de actividad sea entretenida y dinámica. Las doradas piezas se ven a simple vista desde la superficie. La hora de la pesca es la ideal, porque estamos cerca del mediodía y vemos claramente el lecho del cauce: el avistaje desde nuestro bote es perfecto. Los ejemplares que se ven son enormes, con un promedio es de 6 kilos, pero han sacado piezas de 10.
Remando por zonas bajas, donde el sol calienta las orillas, allí están siempre inquietas y agrupadas. Si uno piensa que es fácil sacarlas, se equivoca. Hay que tener una destreza especial para lograr que estos peces dorados deseen nuestro señuelo y tiren con fuerza de la línea. La forma de atraparlas es muy diferente a la pesca tradicional de truchas. Podemos estar horas tratándolas de capturar, pero no lo lograremos.
Hay técnicas precisas que solo saben los que conocen esta variedad de peces: “… le ponés el señuelo por delante y la carpa no lo busca, podés ver muchas piezas cerca tuyo, pero las capturas serán pocas”, enfatiza Gustavo. Debemos utilizar mucho nuestra vista e intuición, además de la elección de la mosca adecuada. Técnicamente, los lanzamientos se realizan desde el drift y la distancia de tiro nunca supera los 15 m. También se puede realizar esta misma técnica desde la orilla. El horario de pesca de carpas, bajo esta modalidad, es de las 9 hasta las 16, cuando el sol cae en ángulos perpendiculares al agua. En esa franja horaria, desde el bote y con ayuda de algún lente polarizado se ven perfectas las piezas. Gustavo realiza este tipo de guiadas, que cada vez tiene mayor cantidad de adeptos, ya que es única en el país por estas características mencionadas. “Sabemos que es una pesca resistida en la Argentina y más en la Patagonia, pero estamos convencidos de que va a tener mucho futuro y donde el río Negro se posicionará como el destino más buscado”.
Proyecto de interés
El municipio de la localidad de General Roca ya declaró este proyecto como de interés, por lo que continúa en vías de desarrollo. Luego de disfrutar de este momento de pesca con mosca y sacar dos hermosas piezas, retomamos la última etapa de nuestra flotada. Flamencos, cisnes, chimangos, buitres, ratoneras, gallaretas y teros reales son solo algunas de todas las variedades que vimos.
Estamos llegando a la “zona protegida de Paso Córdoba”. Un lugar increíble. Un entorno natural lleno de senderos de trekking y mountain bike, lugares para hacer parapente, escalada o rappel. Todo al lado del río Negro, actividades que se suman al canotaje y stand up paddle, y que se pueden complementar con campamento en las orillas. Ya estamos llegando al final y en nuestro lugar de desembarque nos espera el mismo vehículo que esta mañana nos dejó en el punto de partida. El tramo navegado es en silencio a favor de la corriente. No hay motor y el uso de los remos es casi imperceptible.
Sacamos el bote del agua y cerramos nuestra jornada con un buen asado a orillas del agua. Las fotos y las anécdotas son muchas. Haber navegado desde temprano nos hizo conocer la riqueza natural del río Negro. Una experiencia de ocho horas que vale la pena agendar y para la cual el guía cuenta con todos los implementos, excepto la cámara fotográfica y el ojo artístico.
Comentarios