Con un modelo turístico destinado a proteger sus ecosistemas del impacto negativo de la masividad, pensando en brindarles a los viajeros experiencias sostenibles, Panamá se destaca por tener un tercio de su territorio conformado por reservas naturales protegidas, la mayoría de las cuales forman parte del sistema de 13 Parques Nacionales y marinos. Según el Promtur (el organismo dedicado a promover el turismo en el país), una visita permitirá conocer de cerca algunos de esos entornos naturales, experiencias basadas en la rica cultura y biodiversidad de este pequeño país caribeño bañado por los océanos Pacífico y Atlántico.
En busca de una inmersión en la naturaleza viajamos hasta la zona de la Riviera Pacífica, para tener un acceso cercano a la flora y la fauna de la zona. Está ubicada a unas tres horas de la capital y del aeropuerto internacional de Tocumen (donde se encuentra el hub de distribución de Copa Airlines). Esta distancia es estimativa, ya que varía de acuerdo con el tránsito y las horas pico de las rutas de salida de Ciudad de Panamá, ya que se trata de un área donde los capitalinos tienen casas de fin de semana y hacia donde el tránsito creció mucho en los últimos años. Así que si uno vuela por Copa en esos horarios de madrugada que tiene, va a llegar más rápido a esta costa. Es un tema que hay que tener en cuenta.
Tortugas y playa
La costa pacífica de Panamá se extiende a lo largo de unos 1.000 kilómetros por la Carretera Panamericana, un tramo de 40 km salpicado de playas y montañas, a la salida de Ciudad de Panamá y a sólo 80 km a la izquierda se ven varias playas donde disfrutar de los mejores planes del Pacífico. Y a la derecha hay toda una zona montañosa repleta de senderos, cascadas y aventuras en un clima más fresco.
Las condiciones del agua en estas playas que dan al océano Pacífico pueden variar de tranquilas a juguetonas, ya que las mareas cambiantes propician olas que son ideales para la práctica de surf y además pueden ser tanto de arena negra como blanca. La negra tiene la particularidad de ser finita y brillosa, muy diferente a lo que se espera en el Caribe. Las más populares son Coronado, Bijao, Blanca y Buenaventura, ideales para relajarse y disfrutar de grandes servicios; mientras que Chame, El Palmar, Malibú y Teta son conocidas por ser la indicadas para surfear olas. En las montañas, por otra parte, se puede disfrutar del Valle de Antón, darse un chapuzón en las cascadas Chorros de las Mozas y Chorro de los Enamorados, subir a la montaña La India Dormida o recorrer la Ruta de la Caldera, cuatro senderos que, juntos, rodean el cráter del volcán.
Pero nosotros, como buenos argentinos, íbamos para la playa, más precisamente a Buenaventura. Allí se encuentra una exclusiva comunidad de golf y costa con una abundante oferta de deportes acuáticos y terrestres como un nuevo Parque de Cuerdas Altas y un interesante Centro de Fauna y Vida Silvestre donde se recuperan todo tipo de animales. Esto aporta un elemento adicional para el disfrute de las familias.
Ya teníamos armado un programa de actividades relacionadas con la naturaleza, combinadas con relax acuático y un acercamiento a la gastronomía local organizado por la encargada de Marketing de The Buenaventura Golf & Beach Resort, Autograph Collecion, Isabel Peláez, para explorar la zona y tener un contacto cercano con la fauna local. Empezamos yendo a la playa Martini para ver el reservorio en el que, protegidos, se estaban incubando los huevos de tortuga que (para cuando salga publicada esta nota), ya habrán roto el cascarón y serán ayudadas a llegar al mar evitando que se las coman los depredadores. En este Centro de Protección se cuidan cinco de las siete variedades conocidas a nivel mundial de la especie: Lora (Lepidochelys olivacea), Verde o Caguama (Chelonia mydas), Carey (Eretmochelys imbricata), Canal y Tres filos. En la visita nos cuentan que las tortugas son importantes para que funcione el ecosistema de los arrecifes, que sirven para regular el clima y la salud de los océanos. Los quelonios limpian con su acción a los arrecifes.
El sistema de protección incluye detectar los huevos, colocarlos en un reservorio especial identificado a poco menos de un metro de profundidad, para dejar que el sol haga la incubación (como lo haría en el lugar en que lo depositó la tortuga) y eclosionan solos. Esa la explosión se da entre 60 y 90 días de incubado, según la especie. Cuando salen del cascarón, los proteccionistas las ayudan a llegar al agua evitando que se las coman los pájaros. En este sitio, playa Martini, hay poca gente y es muy tranquilo, pero a pocos kilómetros, en la playa del faro, se practican deportes acuáticos (por ejemplo se proveen kayaks o stand up paddle), se hacen recorridos en moto acuática a la cercana Isla Farallón, así como paseos a caballo, observación de aves, recorridos en canopy, caminatas, yoga y, hacia adentro del terreno hay canchas tenis, vóley, fùtbol y un gran court de golf diseñado por Jack Niklaus.
Centro de rescate animal
En el ingreso al predio se encuentra un centro de rescate animal que lleva el nombre de Zoo. Allí reciben –como ocurre por ejemplo en Güira Oga de Iguazú- especies locales provenientes de la domesticación, accidentes de tránsito o tráfico, que son recuperadas a su estado natural, cuidadas y exhibidas. A veces también son remitidas a otros zoológicos o liberadas en la naturaleza. Está manejado por la hija de los dueños de Buenvanetura (los desarrolladores de todo el emprendimiento), Ana María Vallarino. El costo de la entrada es de U$S 5 para los adultos y venden alimento para los animales por U$S 1 (recordemos que la economía de Panamá está dolarizada).
Aquí hay variedad de aves, desde gallinas exóticas, pavos comunes y reales, monos, cervatillos y especies típicas del país como Tayra o gato negro, Tortuga de patas amarillas, Zarigüeya lanuda, Zorro pelón, Venado coliblanco, Tigrillo moteado y Ardillas. Así como aves exóticas como perdiz de chucar, faisán de collar o papagayos. Por supuesto también exhiben reptiles, cocodrilos y tortugas, que descansan en espacios muy bien acondicionados para su comodidad. La más popular es Max, la serpiente albina, que es enorme.
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