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TURISMO | 08-10-2019 13:57

Las mejores aventuras del Delta

Formas diferentes de abordar el paisaje isleño: Segway, kayak, wakeboard, a caballo, en lancha o a los saltos desde una torre.
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No es una moto; no es un cuatri; no es una bici: ¡es un Segway! Y es la gran novedad para abordar el paisaje de Tigre en movimiento. Se trata de un silencioso vehículo eléctrico unipersonal de dos ruedas, donde uno va parado sin el menor esfuerzo. Es autobalanceado con sensores internos, es decir, uno no debe hacer equilibro. No funciona con la lógica de la moto ni de la bici: hay que estar flojo y relajado, sin pelear con el equipo. Su conducción se parece a la del caballo: uno se inclina hacia la derecha suavemente –moviendo el eje central a modo de rienda– y hacia allí dobla. Si se lo hace hacia adelante, avanza (y viceversa). Al ponernos rectos, se frena. Ese eje central es volante y acelerador. Si alguien se inclina mucho yendo contra las leyes del equilibrio, el vehículo corcovea suavemente como un caballo manso pero no tonto. En alguna medida, esto es como ir a caballo –robótico– sobre ruedas.
Lleva un ratito acostumbraste a conducir un Segway –no hay mucho que aprender– y después todo es casi tan natural como caminar. Aunque la sensación también es la de sobrevolar el suelo a 20 centímetros de altura, casi como una levitación en alfombra mágica alcanzando un máximo de 14 km/h (se usa casco y el único cuidado es no rozar nada con las ruedas). El efecto en los demás es también de misterioso influjo: este andar sobre ruedas atrae todas las miradas y es imposible pasar desapercibido (uno es la estrella de la jornada). El paseo tiene la misma cercanía del caminar, pero de manera más dinámica –a velocidad de trote– en la zona continental de Tigre, allí donde pocos se acercan y está parte de su mejor arquitectura y la gastronomía más variada (es una buena opción para después de almorzar junto al río). 
El servicio lo ofrece la agencia Ecotours Segway Style con varias opciones: un paseo de dos horas con guía oficial para conocer la historia de la zona –hay una casa del tiempo de la Colonia y grandes mansiones estilo Belle Époque ($ 1.800)–; el viaje de 90 minutos cuesta $ 1.200 y está dirigido a la familia con un perfil más natural; y la tercera opción de 30 minutos vale $ 600. Se hacen de lunes a viernes para evitar muchedumbres. Más info: www.ecotours.com.ar

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A caballo por una isla

En el Km 13 del río Carapachay, el complejo Bonanza Delta Aventura ofrece una cabalgata en el Delta, en el contexto de un día isleño que puede incluir salida en canoa, caminata, comida y alojamiento en la elegante casona estilo italiano levantada en 1898, rodeada de árboles de nuez pecán. La dueña de casa y ecologista –Rosana Di Mecola– recibe a los visitantes con un té y los caballos ensillados. Al salir a cabalgar ella explica que estas islas tienen forma de plato hondo con bordes elevados, hundidas en el centro. 
Al atravesar esa hendidura aparecen los ambientes en 60 hectáreas de extensión. El primero es el pajonal con sus cortaderas, colonias paja brava, espadañas y serruchetas. Desembocamos luego en un antiguo embalse artificial cubierto por toda clase de plantas flotantes: helechitos, lentejitas y pinitos de agua. Paso seguido irrumpe el monte, una semiselva boscosa difícil de penetrar por la profusión de lianas, enredaderas y espinales. Con un largavista curioseamos el hogar de los horneros y la cotidianidad de los zorzales. 
Y más adelante aparece la laguna Grande –rodeada de ceibos con ramas retorcidas–, cavada a pala en la década del ‘30 para transportar madera. Bonanza tiene una playa y 500 metros de costa rodeando la casa, donde hay reposeras, hamacas paraguayas, mesa de ping-pong, metegol, aro de básquet, bicicletas, cañas de pescar, tirolesa, arcos de fútbol y red de vóley. El paquete por el día con traslado, almuerzo, merienda y dos actividades (caminata, paseo en canoa o cabalgata) cuesta $ 2.000 (menores de 10 años pagan 50 % y menores de 3 no pagan). La habitación doble con actividades libres (una noche dos días) traslado, actividades y pensión completa cuesta $ 10.300. Más info: www.bonanza.com.ar

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Lancha de aventura

Natventure expediciones tiene una moderna lancha con visibilidad de 180° que ofrece una de las mejores excursiones en el delta –llamada Cañaverales– que cruza una zona con estas rígidas y altísimas gramíneas, y también bosques en galería con plantas trepadoras que encierran los arroyos por encima. Se pasa debajo de románticos puentes de madera, atravesando barrios isleños de hermosa arquitectura y jardines. Y si el nivel del agua lo permite, se desembarca a caminar por el profuso cañaveral. La lancha es mucho más dinámica y cómoda que las colectivas para tomar fotos y hace este recorrido en una hora y media (vale $ 1.250). También ofrecen paseos incluyendo parada a almorzar en Alpenhaus o en Gato Blanco ($ 1.050 y $ 950 para grupo de 4 personas –menores a upa no pagan pasaje–). Una excursión más corta cuesta $ 500 ($ 400 si son grupos de cuatro personas).

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Al agua

Sobre el río San Antonio, Delta Point es un centro de deportes acuáticos donde se ofrecen cursos de wakeboard, un deporte surgido en las playas californianas cuando un surfer harto de una seguidilla de días con mar calmo, rompió su pacto con las olas y decidió ser remolcado por una lancha. Con los años la disciplina se perfeccionó como una mezcla de esquí acuático, surf, snowboard y skate. Aquí se practica también el más sencillo stand-up paddle, que consiste en navegar parado en una gran tabla al impulso de un remo. Una opción intermedia en complejidad es el hydrofoil, parecido al wakeboard pero con una tabla más grande que tiene una quilla debajo: esto produce que la tabla se eleve un poco al tomar velocidad, como si uno fuese sobrevolando las aguas. Y está la opción de hacer tube: ir a toda máquina –al impulso de una lancha como en el esquí– acostado en un colchón inflable. Además hay aquí cama elástica, rampa de skate, playa arbolada y bar.

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Saltos y tirolesas

La estrella del parque aéreo Euca Tigre –en la zona de Benavidez– es el salto desde una torre de 13 metros. No es un bungee jumping elastizado, sino una caída libre atado a una soga con freno a metros del suelo. Luego de subir los escalones, uno queda parado en un cuadradito con la punta de las zapatillas asomando al precipicio. Y no queda más que dar un pasito al abismo. Uno se agarra a la soga por miedo pero no hace falta: estamos sujetos al arnés. En un segundo levantamos velocidad y la sensación de desamparo es total. Pero en dos parpadeos –cuando ya no parece haber salvación– el freno de la polea se activa con suavidad y la descarga de adrenalina muta en éxtasis por el alivio de caer parado: de inmediato el cuerpo pide más. 
Luego está la opción de trepar una pared de escalada o arrojarse al vuelo de una tirolesa de 120 metros (hay que elegir dos de las tres opciones y el precio es $ 450). La segunda mitad del parque –para la cual pagan $ 890 los mayores, $ 820 los niños y $ 450 los más pequeños– es un circuito de 105 puentes y tirolesas que se recorren en tres esforzadas horas. Cada quien elige la complejidad entre nueve niveles, que arrancan desde los cinco años de edad. Allí hay puentes tibetanos, de troncos, en red, en “V” y hasta un transportador aéreo en tabla de snowboard. Al parque asisten tanto adultos como niños. La entrada para quien no use los juegos es gratis y hay una confitería ideal para cumpleaños.

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La estela del kayak

El kayak es el vehículo ideal para recorrer la red de vasos comunicantes que es el Delta, desde una perspectiva al ras de la superficie acuática: uno va sentado dentro del río y avanza con sutileza de cisne, tanto por un canal ancho como por los vericuetos más angostos, incluso con 50 cm de profundidad. La mediación del vehículo se reduce al mínimo y la comunión con el paisaje es total. Frente a las cabañas Aires del Delta, en el río Sarmiento, está el restaurante con playa llamado Delta en Kayak que organiza salidas hasta el Río de la Plata y el Paraná, y otras cortas más relajadas. Una singularidad es que usan una lancha a motor para ir lejos y volver remando con menor esfuerzo, sin repetir paisajes (tienen también canoas canadienses). Más info: www.deltaenkayak.com.ar
El otro prestador muy especializado en kayak es Patricio Redman, quien organiza toda clase de circuitos y contemplativas salidas tanto diurnas como con luna llena, que terminan en su sede de la Isla Providencia con una comida bajo las estrellas. No hace falta tener experiencia para estas navegaciones.

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Julián Varsavsky

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