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TURISMO | 28-02-2021 19:00

Islas Canarias: los 7 sitios top de Lanzarote

Desde un lago bajo tierra a playas volcánicas y vistas panorámicas, la menos conocida del archipiélago tiene mucho para ofrecer y aquí te lo mostramos. Galería de fotos.
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Lanzarote es la Cenicienta de las islas Canarias, un museo volcánico a cielo abierto. Por la crisis del coronavirus, apenas se ven turistas por la isla, pero sus lugares de interés se mantienen intactos y aguardan por nuevos visitantes. Siete recomendaciones a la hora de recorrer la isla, un destino que se puede visitar todo el año, aunque en verano se registran temperaturas elevadas: 

1. Un lago espejado bajo la tierra 

La erupción del volcán de la Corona hace 18.000 años en el norte de la isla formó un túnel volcánico de varios kilómetros de longitud. El tramo más cercano a la costa, donde se derrumbó el túnel, fue transformado por el artista César Manrique (1919-1992) en la intervención Jameos del Agua. En estos jameos (aberturas) se instalaron un auditorio y un restaurante bajo el nivel del mar con una atmósfera muy especial: un lago de agua salada y cristalina refleja las rocas volcánicas, con efectos lumínicos y sonidos dramáticos. 

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El director del lugar, Jesús Fontes Niz, afirma que, antes de la pandemia, el lugar era visitado cada día por unas 3.000 personas durante el verano europeo. Actualmente, solo llegan a haber apenas un centenar de turistas diariamente. Fontes Niz conoció personalmente a Manrique y estuvo allí el día en que el artista se encadenó a un poste para protestar contra el auge de la hotelería en el sur de la isla. Según relata el director del lugar, Manrique también había escuchado las propuestas de mejoras de los trabajadores. ¿De dónde sabe esto Fontes Niz? Y es que su padre trabajó para el artista como cantero.

2. Vista panorámica de ”La octava” 

Las Canarias son consideradas un archipiélago de siete islas. “La octava”, La Graciosa, está poco poblada y está ubicada a los pies de la escarpada costa norte de Lanzarote. La vista panorámica de La Graciosa desde el Mirador del Río, enclavado en la roca a 400 metros de altura sobre el nivel del mar, es espectacular. 

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La vista abarca la llanura costera y el estrecho entre las dos islas, el amplio mar e incluso otros dos islotes deshabitados, Montaña Clara y Alegranza. La altura deja sin aliento. Sugerencia: Las mismas vistas panorámicas se pueden observar de forma gratuita desde la carretera al sur del mirador.

3. Clima de pueblo en Haría 

En Haría se encuentran la casa y la tumba de Manrique, pero el artista queda relegado en segundo plano. Lo que más llama la atención del lugar es su vida diaria, sus casas blancas con puertas y ventanas verdes, las macetas con flores junto a las entradas y sus artísticas chimeneas. La ropa se seca en las terrazas de la azotea, las opuntias crecen junto a los muros y las coloridas buganvillas brotan en una ráfaga de flores. Cerca del Ayuntamiento se encuentran los cafés y las cantinas donde se reúnen los locales. En Haría el visitante se siente a años luz de los reductos turísticos de hormigón de Costa Teguise, Puerto del Carmen y Playa Blanca. El pueblo puntúa sin embargo con modestia, no todas las fachadas se visten de blanco.

4. Playa de la Cera, de ensueño 

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Los vehículos levantan nubes de polvo en el camino que se desvía al este de Playa Blanca hacia la reserva natural de Los Ajaches. El destino son varios espacios para estacionar los autos y desde allí hay que recorrer a pie el resto del camino hasta el agua. Como en un sueño, aparece una pequeña playa en forma de media luna no señalizada, de apenas un centenar de pasos de ancho, encerrada entre acantilados, libre de sombra, ruido e infraestructuras: la Playa de la Cera. La arena: impecable. El agua: cristalina. La entrada: sin peligro. La sensación de vacaciones no puede ser más hermosa.

5. Placeres del paladar en el valle vitivinícola de La Geria 

El drama comenzó en septiembre de 1730, cuando la tierra se abrió, humeó y tembló durante años. Las erupciones volcánicas cubrieron de lava una cuarta parte de la isla, destrozando pueblos y valles. Lanzarote adquirió un rostro distinto, áspero. Tras la catástrofe, los habitantes del valle de La Geria buscaron bajo las capas de ceniza volcánica la tierra fértil de antaño. Y la encontraron.

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Las vides fueron las que más éxito tuvieron en el nuevo cultivo”, dice el guía de naturaleza y biólogo Ignacio Romero. Así ha permanecido hasta hoy. Las vides arraigan en huecos gigantescos de un metro de profundidad en medio de la ceniza.  ”Gracias a sus microporos, la ceniza mantiene la humedad en el suelo; hay que pensar que funcionan como una tapa”. En la parte superior del borde, pequeños muros protegen de los remolinos de cenizas. Los vinos son como imágenes líquidas de la isla volcánica, de sabor único, especialmente el vino blanco malvasía.

6. El hechizo de las Montañas de Fuego 

Una de las actividades a realizar en Lanzarote es el viaje a través de las Montañas de Fuego volcánicas, en el corazón del Parque Nacional Timanfaya, aunque la única forma de hacerlo es en vehículos especialmente acondicionados, algo más complejo en tiempos de coronavirus. La vuelta, que dura media hora y comienza en el restaurante de Manrique “El Diablo”, no tiene caminos alternativos ni permite bajadas. 

De regreso al aire libre, el guía Armando Socas demuestra cómo los arbustos se encienden en una grieta caliente y surge un géiser. Para ello, vierte un cubo de agua en una tubería clavada verticalmente en el suelo. La Madre Tierra responde con un estruendo bestial y la emisión como de una fuente de agua. 

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7. Sendero volcánico gratuito 

La Montaña Colorada se creó durante las últimas fases de la erupción volcánica de 1736 y hace honor a su nombre porque sus laderas tienen tonos marrones, grises y cobrizos.  A su alrededor trepa una ruta de senderismo, que a la vez se convierte en un itinerario didáctico gratuito sobre vulcanismo. Los paneles informativos de 15 estaciones, en varios idiomas, explican la época de las erupciones, el flujo de las corrientes de lava, los líquenes y los piroclastos, así como la vecina Montaña Negra.

La Colorada está ubicada en el Parque Natural Los Volcanes. El comienzo del sendero está en un estacionamiento no señalizado, cuatro kilómetros al sur de Mancha Blanca. La caminata dura aproximadamente una hora.  A pesar de que el nivel de dificultad es bajo y el camino está en buenas condiciones, se recomienda llevar un calzado resistente y estable. 

dpa 

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