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TURISMO | 13-06-2020 08:04

Cuarentena: cinco parques porteños para escaparse del departamento

Plazas y parques porteños para disfrutar caminando, cinco espacios con mucho verde que cuentan, además, con sitios para descubrir respetando el distanciamiento social.
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Pensando en algunas salidas para después de la pandemia, una buena opción podría ser la de recorrer distintos parques y plazas de Buenos Aires donde predominan los amplios espacios, tan buscados en estos tiempos, combinados además con la presencia de determinadas curiosidades y puntos de interés que otorgan un atractivo adicional.  
Hacia el oeste porteño se extiende el Parque Avellaneda que, en sus 42 hectáreas, ofrece buenos espacios verdes y muy variada arboleda. Este gran predio del barrio homónimo se ubica en Directorio y Lacarra. Posee varias áreas de juegos infantiles, numerosas esculturas y un interesante vivero para visitar. También hay una feria artesanal, grupos de mimos, músicos callejeros y bandas sonoras; pero si de curiosidades hablamos, existe un magnífico combo que no debe pasar por alto. En primer lugar, un pintoresco tren de trocha angosta que realiza paseos gratuitos por todo el parque. La formación data del año 1930 y sale desde la estación Onelli, que no es otra cosa que un simpático andén con farolas, bancos y carteles ferroviarios.

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Lindero al trencito se conserva otra reliquia: el primer natatorio público que tuvo la ciudad, cuyo origen se remonta a mediados del 1700; y a metros, nomás, una señorial mansión que resalta por ser el único casco de estancia que se mantiene intacto en la ciudad. Es la emblemática casona de los Olivera, edificada en 1870 con su estilo italianizante, espléndidos balcones terraza y fachada de gran porte. Sus paredes de suave color amarillo sobresalen entre la naturaleza que la circunda. El solar era utilizado para labores rurales hasta 1912, cuando pasó a manos del gobierno porteño y se convirtió en un centro cultural. En su interior resalta una suntuosa escalera que lleva al piso superior donde se aprecia el gran vitraux central que pende del techo. La entrada es libre y gratuita, y se pueden recorrer sus salas en una visita guiada. Para los más pequeños hay actividades de dibujos y juegos; y, para el visitante en general, exposiciones de distintas expresiones artísticas.

Una estación que resiste el tiempo

No muy lejos de allí, en pleno barrio de Caballito sobre la avenida Rivadavia al 5400, se encuentra la plaza Primera Junta. Es un predio inusual, quizá único en la ciudad por su aspecto alargado y angosto. Algunas curiosidades invitan a echar un vistazo. Tal es el caso de la añeja estructura de 1914 que sirve de acceso a la estación del subte A que aún resiste al paso del tiempo (todavía se recuerdan aquellos vagones de madera…); o una vistosa columna conmemorativa que indica la distancia existente desde este solar hasta nuestras Islas Malvinas: 1.837 kilómetros en línea recta.

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En el centro de la plaza hay algunos puestos de venta de libros usados, y más allá la presencia de dos mástiles que aluden al origen del barrio. En uno de ellos resaltan dos altorrelieves donde se puede apreciar la figura de La Porteña, primera locomotora del Ferrocarril del Oeste que llegó a Caballito en 1857; y la de una famosa pulpería; ambas son obras del escultor Luis Perlotti. El otro mástil exhibe una veleta con la imagen de un pequeño caballo, réplica fiel de la original que desde 1925 se conserva en el Museo Histórico de Luján. Uniendo las historias que marcan ambos mástiles, lo cierto es que en el año 1821, el lugareño don Antonio Vila adquirió una finca que funcionó como posta y pulpería. Estaba ubicada en la actual esquina de Rivadavia y Emilio Mitre (100 metros de aquí) y en su frente había un poste con la citada veleta de latón. Tan frecuentada era la “pulpería del caballito” que esta insignia de chapa cobró demasiada popularidad, a punto tal que recaló su nombre en esta pujante barriada.
Por último, frente a la plaza se encuentra una reliquia de la antigua Buenos Aires. Es el Mercado del Progreso inaugurado en 1889 y que aún hoy se conserva como entonces. Resaltan su fachada art decó, su reloj y sus añejos puestos.

Parque de los Niños

En la zona de Núñez, viniendo por la avenida Del Libertador hacia el puente de la avenida General Paz, habrá que prestar atención porque no hay que cruzar ni subir al él, sino tomar a la derecha justo antes de la subida (calle Vedia) para seguir los carteles que conducen al Parque de los Niños. Hay que pasar por debajo del puente en un curioso zigzagueo hasta ingresar al predio y continuar hasta los playones de estacionamiento. El acceso es gratuito, y tal como su nombre lo indica, es un lugar ideal para ir con los chicos. En sus 32 hectáreas situadas sobre la costa del Río de la Plata se pueden disfrutar de amplísimos espacios verdes con mesas, bancos y juegos infantiles; más algunos maxikioscos, jóvenes árboles, esculturas dispersas, bebederos y sanitarios.

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El Parque de los Niños está ubicado justo en el límite entre la capital y la provincia. De un lado al otro sólo se puede cruzar en forma peatonal o en bici a través de un llamativo puente de hierro pintado de naranja que está sobre las aguas de un arroyo que separa ambas regiones… ¿conocías este sitio?... único sector donde la gran General Paz no limita a estas dos jurisdicciones.

Antigua pendiente al río

Siguiendo esta franja del norte porteño, no muy lejos se encuentran las Barrancas de Belgrano en el barrio de igual nombre, exactamente en Juramento y 11 de Septiembre. A mediados de siglo XIX estos extensos terrenos en pendiente formaban parte de la ribera del río. Años después, totalmente parquizados por el arquitecto y paisajista francés Carlos Thays en 1892 (el mismo que diseñó los parques de Palermo y muchas plazas de la ciudad), se consagró como el gran pulmón de la zona. Cuenta con 67 especies arbóreas y senderos hechos con antiguos adoquines del siglo XIX (en algunos de ellos perdura la marca de fabricación). El predio da para ir en familia y cada integrante disfruta por igual.

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Hay una plaza de juegos para niños, mesas con tableros impresos de ajedrez y dominó, un canil para perros; clases periódicas y gratuitas de aeróbica y de Tai Chi Chuan; y distintas curiosidades para recorrer y disfrutar. Entre ellas, una glorieta del año 1910 que fue construida en homenaje al centenario de la Revolución de Mayo. En aquella época, al mando del director italiano Antonio Malvagni, tocó la Banda Sinfónica de la ciudad que se prolongó durante muchos años. Su antigua base era de madera (hoy de material) y posee laterales de hierro fundido, columnas ornamentales y techo de pagoda.
Algunos entusiastas hoy se reúnen para bailar tango y otros estilos musicales, invitando a los visitantes a subir a la pista. Sobre uno de los laterales del parque, impacta la añeja construcción que pertenecía a la casa-quinta del escritor, jurista y político Valentín Alsina, construida en 1856; pero sin duda lo que más despierta la atención es la famosa Estatua de la Libertad  ¡sí, aquí en Buenos Aires!..., réplica exacta en escala reducida construida por el mismo autor de la original neoyorquina, el francés Fréderic Bartholdi.

Puerto Madero

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Finalmente, hacia el centro porteño vale la pena conocer la nueva plaza y la “Escalinata puente” inaugurada el año pasado, que se extiende detrás de la Casa de Gobierno y llega hasta Puerto Madero (de paso y con entrada gratuita, echar una mirada al Museo del Bicentenario ubicado allí mismo, en las antiguas galerías de lo que fuera la primitiva aduana). Es un corto paseo con mucho verde hacia ambos lados y en el centro una arteria peatonal de 50 metros de ancho que finaliza en una imponente escalinata provista de 47 escalones, tres descansos y rampas laterales. Por debajo pasa el reciente Paseo del Bajo (autopista subterránea para buses y camiones) y un dato para tener en cuenta: de noche está iluminada con luces celestes y blancas, brindando una magnífica postal.

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Marcelo Ruggieri

Marcelo Ruggieri

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