El norte de Rio de Janeiro, aquel pequeño pueblo de pescadores supo transformarse desde hace algún tiempo en un pintoresco punto turístico que conserva su pacífica fisonomía de entonces pero, a la vez, incorpora numerosas posadas y fincas vacacionales para disfrutar de unos días de descanso. Es un lugar sumamente tranquilo y sin riesgos urbanos. “Hay muchos argentinos”, comenta Carla, porteña de Caballito y ahora morando aquí desde hace cinco años; y agrega: “No sólo como turistas, sino también viviendo y trabajando”. El centro comercial no es muy extenso, pero hay de todo: gastronomía local (comidas autóctonas: especialmente frutos del mar, hamburguesas, pizzas, platos más elaborados y tragos tropicales, caipis y cervezas bien frías), regionales, casas de ropa, ferias de artesanos.
En cualquier sitio es muy práctico abonar con pixs y evitar utilizar dinero en efectivo. Hay que bajar cualquiera de estas aplicaciones al celular (Belo, Cocos, Lemon), se transfieren pesos argentinos al sistema y, escaneando el QR del lugar de compra, el monto se transforma automáticamente en reales. Una especie de Mercado Pago que resuelve el tema al instante y muy útil para no andar con billetes encima, ya que lo aceptan prácticamente todos, desde los comercios hasta los vendedores ambulantes, tanto en el pueblo como en las playas.
Búzios en cifras
Búzios pasó a ser municipio en 1995, cuenta con unos 50.000 habitantes y su superficie es de tan sólo 69 km2. Es un área peninsular de 8 por 4 km de extensión ante una geografía altamente escarpada, por lo que habrá que tener en cuenta que hay que subir y bajar colinas no muy pronunciadas para trasladarse de un lugar a otro. El tránsito en general es muy tranquilo y circula por irregulares callecitas (muchas de ellas de adoquines), habiendo sólo una vía principal de doble mano que conecta toda la península. Es muy común, y a la vez divertido, alquilar un buggy (pequeño auto sin techo para cuatro personas) para moverse más fácilmente, aunque también es habitual trasladarse en remis, taxi, Uber o, simplemente, caminando (hay muchas playas que quedan cerca unas de otras). Conviene aprovechar el día desde las 9 hasta las 17 horas, ya que luego comienza a anochecer, y tener en cuenta además que diariamente hay pleamar y bajamar (algunas horas no hay playa). En materia de vestimenta y calzado, dado que a lo largo del año predomina el calor: remeras y ojotas de día, y bermudas y zapatillas de noche es lo que más abunda.

En el centro buziano (gentilicio de los habitantes del lugar) resalta la playa do Canto con sus 1.500 m de largo y –bien cerca– Rua Das Pedras, una calle de piedras donde se concentra la mayor parte comercial y gastronómica. Se denomina así porque el suelo está realizado con lajas y adoquines desde tiempos remotos.
No menos activa es la primera paralela a ésta (Rua Manoel Turibio de Farias) con gran movida turística. Desde Rua Das Pedras se extiende la costanera o malecón que rodea una franja del mar donde se encuentra el muelle. Allí parten las excursiones a sitios cercanos y está la playa de Armacao, en cuyo paisaje predominan barquitos diversos y la típica labor de los pescadores y sus redes (incluso una estatua propia en el agua). Este paseo costero se denomina Orla Bardot en homenaje a Brigitte Bardot, modelo y actriz francesa que descubrió este balneario y lo difundió por el mundo en los años ‘60. Se encuentra también allí una escultura de la diva simulando aquel primer momento de su visita a estas tierras. A lo largo del malecón (unas seis cuadras de extensión para hacerlas en una apacible caminata o en vehículo) se esparcen además lugares gastronómicos, bares y regionales. Al final, el puerto de veleros y un centrito con algunos comercios donde sobresalen las parrillas y bodegones argentinos (imperdible Folga, en especial por sus super milanesas y carnes a las brasas).
Ya por esta zona nos encontramos con la pequeña, coqueta y añeja iglesia de Santa Ana fundada en 1740, junto a la playa de Ossos con sus 200 m de mar tranquilo. Más allá, las playas de Azeda (resalta una casona centenaria sobre la arena) y la diminuta Azedinha. Y llegando casi a la punta de la península, Joao Fernándes (muy codiciada: aguas tranquilas, deportes acuáticos, paradores y barcitos) y su hermana menor, Joao Fernandinho, bien pequeña e ideal para el buceo. En las cercanías (recomendable al atardecer), el ascenso al mirador Fernandes (es por una callecita con pendiente pronunciada, pero vale la pena) desde donde se observa toda la región y las mejores puestas de sol.
Hacia el otro lateral de la península se suceden también distintas playas que resultan fantásticas para visitar, en especial playa Brava, muy buscada por sus fuertes olas; Ferradura: una de las más exclusivas de la villa por las residencias que la rodean; Tartaruga con sus habituales tortugas marinas que frecuentan el lugar; y Geribá, una de las más famosas por su gran extensión (2 km de largo) y sus paradores en los alrededores.
Playas para todos los gustos
En las 23 playas que posee Búzios, hay paisajes en los que predominan las sierras o morros bien tupidos de naturaleza, las arenas claras, sectores rocosos y aguas cristalinas; algunas más frías, otras más cálidas, de acuerdo a las corrientes marinas que pasan cercanas a la costa. Hay muchos barcitos o vendedores ambulantes con infaltables caipirinhas (20 reales), jugos naturales (12 reales), piña colada y batida de coco (ambos: 30 reales) y combo de hamburguesa, papas y bebida (40 reales). Para orientarse rápidamente con el precio, al valor multiplicarlo por dos y agregarle dos ceros (ej: caipi 20 reales por dos son 40 más dos ceros, el precio argentinos es de $ 4.000, así más o menos dará un importe aproximado para cada compra). En casi todas las playas hay servicios de sombrilla, mesita y reposeras (todo el día unos 40 reales, pero en los sitios donde hay paradores gastronómicos suelen no cobrar a cambio de la consumición).
Finalmente, hay dos excursiones embarcadas que merecen ser agendadas. Una de ellas es el circuito por la península de Búzios, donde se aprecian las distintas playas con paradas cercanas a la costa y zambullida incluida (200 reales que comprende el paseo y el almuerzo en tierra tenedor libre); y la visita de todo el día a los cercanos poblados de Arraial do Cabo y Cabo Frío, ambos con sus paradisíacas playas de arenas blancas y aguas cristalinas (400 reales: paseo embarcado, bajada en playas y almuerzo tenedor libre).
Lo ideal para disfrutar Búzios a pleno con sus playas y sus encantadores lugares, más las excursiones a sitios cercanos, es dedicarle mínimo unos seis días: se pueden combinar perfectamente el descanso en sus hermosos balnearios, recorrer la península, saborear su variada gastronomía, ir de compras y pasear por los destinos cercanos. Una propuesta impecable y llena de bondades paisajísticas en esta espléndida joyita turística brasileña.
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