La laguna de Mar Chiquita puso primera de cara a una nueva temporada de pejerrey que ya se acerca por calendario. En los últimos días mostró resultados realmente asombrosos, no sólo por cantidad sino también por calidad, y mucho tienen que ver las condiciones climáticas, que viene teniendo cambios realmente significativos y que afectan directamente a un espejo de agua que reacciona fácil a esas modificaciones.

La Brava se anticipa a la temporada del pejerrey
Por empezar, la albufera pasó de tener agua de mar clara casi en su totalidad al agua salobre, un poco más oscura (color té) y dulce, producto de las intensas lluvias que azotaron la región. Además, aumentó en su nivel, lo que permite una mejor navegabilidad y -por consiguiente- la chance de poder buscar los cardúmenes con mayor facilidad. Es que el pejerrey así se mueve: en grupo y por sectores puntuales.

El otoño llegó con muchas chances de pesca
En rigor de verdad, se lo ve activo en todos lados, pero no siempre pica. Y en ese contexto, algunos lugares rinden mejor. La acción se centra entre el chupete y la boya desinflada, a mitad de camino entre los Recreos “San Gabriel” y “Juan y Juan”, una cancha de grandes bochones con mucha profundidad. Allí los resultados son casi inmediatos con líneas que tengan al menos un medio de elevación: lo que mejor rinde es una quebrada de dos boyas continuas, aunque un páter también puede funcionar. Hay una premisa central: el pejerrey no está de fondo.
La zona del cartel de San Gabriel, o el fin de la línea de palos de Juan y Juan también son buenos lugares para encontrarlo. Y para aquellos que accedan a la laguna a través de la bajada municipal del Balneario Parque, la cancha entre “Paso Gómez” y Puente de C.E.L.P.A, o incluso Punta Pejerrey, son alternativas viables. Una buena opción para ir obteniendo resultados es moverse con la embarcación algunos metros si el pique se corta.
En cuanto a los portes, es cuestión de suerte. Aparecieron ejemplares que rozaron los 500 gramos entremezclados con algunos pequeños, ideales para usarlos como carnada para el lenguado. Agrandar la medida de los anzuelos puede ser una buena idea para esquivar los más chicos, pero se arriesga también a sufrir el descarne. La especie todavía no come del todo bien, muchas clavadas son erráticas y los más conocedores optan por pescar caña en mano para no darle chance a que se escape.
El camarón fresco o preparado es la carnada por excelencia y es una buena idea combinarla con alguna tirita de magrú o lisa. El filet de pejerrey también funciona porque dura más en el anzuelo, dado que la especie está cazadora como nunca y muy activa. Incluso hay quienes prefieren usar mojarra (que no está nada fácil conseguirla) para “asegurarse” calidad, pero puede ser una pesca mucho menos atractiva y menos activa. Es cuestión de probar.
Aunque el pejerrey está todo el año en Mar Chiquita y siempre es buena opción, lo ocurrido en los últimos días son una muestra de que lo mejor está por venir y se augura una gran temporada de invierno. Con los lenguados que a duras penas comen y la lisa que se va despidiendo, queda el marco ideal para luchar con uno de los flecha de plata más combativos de la zona, que no se caracterizan por su gran porte, pero sí por una potencia y una pelea extraordinaria, ideal para el uso de equipos ultralivianos. La diversión está asegurada.
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