Lisa y llanamente, las playas cariocas son de las más pintorescas de la región: Copacabana, Ipanema o Barra de Tijuca, entre otras, son el sueño veraniego de muchos compatriotas, y con un tipo de cambio favorable es de esperar que algunos se animen a visitarlas. También la ciudad de Rio de Janeiro tiene muchos atractivos culturales y con unos pocos días de turismo y caminata, podemos descubrir lugares increíbles. Llegamos a Río después de tres horas de vuelo, y allí nos estaba esperando Wagner Medeiros, el guía local que nos ayudaría a descubrir el alma carioca.
Apenas amaneció, comenzamos la recorrida caminando por la playa de Copacabana: 4 km de arena blanca que permiten vislumbrar un paisaje único, aunque de tan fotografiado resulta familiar... Las vistas al Pan de Azúcar, al fuerte y al emblemático Hotel Copacabana Palace, de 1923, son inolvidables. La hermosa costanera con bicisendas y baldosas de piedra portuguesa, se llenan de deportistas que disfrutan de este entorno soñado.
Teleférico del Pan de Azúcar
La visita al cable carril es un clásico del turismo local desde que se creó en 1912, porque además permite obtener una de las mejores vistas de Río y su entorno. Ya lo visitaron 50.000.000 millones de turistas de todo el mundo, y sigue sumando. Son dos tramos de cables de vertiginosa subida con el Bondinho: el primero de playa Vermehla hasta el Morro de Urca, con un cruce de 528 m, y el segundo hasta el Pan de Azúcar, de 750 m de extensión y una elevación de 400 m. Desde la cima se obtiene una vista hermosa de la bahía de Guanabara y es una excelente idea esperar el atardecer tomando un café en la cima del morro.
Por la tarde visitamos otro de los iconos culturales de la cidade maravilhosa: la colosal estatua del Cristo Redentor en el cerro Corcovado, de 709 m de altura. Para ello nos subimos al tren del Corcovado y comenzamos el recorrido de 3.824 m de extensión. El tren se abre paso por una selva enmarañada, con enormes rocas y despeñaderos. Va trepando el morro de manera trabajosa y tiene una estación en medio del trazado. El sistema del tren es a piñón y cremallera, para poder superar las empinadas laderas. Una vez llegados a la cima, nos topamos con la magnífica estatua del Cristo, de estilo art decó y que se eleva a 38 m de altura. Fue construida en Francia y data del año 1931. El lugar también permite obtener impactantes fotografías de las playas y de la ciudad, claro que hay que tener paciencia para lograr un lugar en las barandas, en medio de la marea humana que generan los visitantes.
Cidade do samba
Es otro lugar que merece visitarse, porque es donde se producen las carrozas y escenografías del famoso carnaval de Río. En este sitio, además, tienen sus sedes las scolas do samba de la primera división. El recorrido se llama “Carnaval Experience”, y allí se vivencian varios de los aspectos de la festividad. Es interesante observar cómo se elaboran los trajes, máscaras y todas las figuras que adornan las carrozas. Otro dato curioso son los camiones modificados, con la cabina de conducción a ras del suelo, con doble y triple eje, y ascensores donde se montan las escenografías (que en algunos casos superan los 20 m de largo). También es un sitio de práctica para las scolas que están preparándose los 365 días del año para el gran momento.
El centro histórico con la catedral, el edificio de la Opera y los palacios imperiales, quedaron para la tarde, momento en que también visitamos la hermosa confitería Colombo con sus espejos y mobiliario de principios del siglo pasado. Estas horas fueron también la oportunidad para conocer el Rio Scenarium que brinda shows en vivo y música brasileña. Es un edificio de tres pisos ubicado en pleno centro y en sus ocho ambientes atesora una increíble colección de objetos antiguos.
Orgullo carioca
El último día de nuestro viaje relámpago lo dedicamos a efectuar un paseo en barco por la bahía de Guanabara, otro de los orgullos cariocas. El mar en esta zona es realmente hermoso, de color turquesa y calmo. Zarpamos del puerto deportivo en una pequeñ nave de unos 12 m de eslora que se adentra en el mar a buen ritmo.
El entorno de morros con el puente Rio Niteroi –de 13 km de extensión– recortado sobre el horizonte, resultaba de una belleza deslumbrante. Nos llamó la atención el paso incesante de grandes barcos por el canal principal y la enorme zona de fondeo de los de ultramar.
En la navegación nos acercamos a la ciudad de Niteroi: pudimos ver las playas y el futurista museo de arte contemporáneo diseñado por Oscar Niemeyer, que asombra por sus líneas modernas. De regreso al puerto y con la ciudad de frente, nos quedó muy claro que Rio de Janeiro es uno de los destinos más disfrutables de la región, y una opción a tener en cuenta de cara al verano 2025.
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