Hubo al menos cinco cortes de potentes “lijudos” que arrancaron como un tren y nos los pudieron parar. El gatopardo tampoco faltó a la fiesta de una excelente pesca que se viene dando las últimas semanas en las playas cercanas a la ciudad de Villa Gesell.
Entrado el mes de octubre y su consecuente transición climática de invierno a primavera, los pescadores de la Costa Atlántica empezaron -como todos los años- a prepararse para una de las pescas que posee muchos fanáticos: la del tiburón. Ni que hablar cuando, como situación extraordinaria, se combina con sectores como el Faro Querandí, donde la cercanía de la canaleta permite pescar a tiro de caña y con equipos un poco más livianos.
La acción se centró hacia el sur del propio Faro, con canchas distantes a poco más de 10 kilómetros de ese punto estratégico. Precisamente allí fue donde apareció el primer bacota, de esos bien potentes y cuya extracción es igual de difícil que apasionante. Si bien la teoría dice que el pez come cuando la canaleta se llena de agua, el actor principal de esta historia decidió hacerlo en plena bajante, muy temprano en la mañana. Hubo que batallar unos buenos minutos, hasta que por fin salió en todo su esplendor. Casi dos metros de largo, algarabía de los muchachos, foto de rigor, marcación y vuelta al agua.
50 años reflejando la pesca en el mar
Pero el que más fuerte viene pisando es el cazón. Salieron varios ejemplares en los últimos días, con portes que rondaron los 20 kilogramos de peso. Pero más allá de la cantidad o la calidad, lo más atractivo pasa por el tipo de pesca. Con lances de apenas 35 metros, permite utilizar los mismos elementos que para la pesca variada, con cañas de surfcasting de más de 4 m y reeles frontales o rotativos diseñados para tal fin. La única diferencia está en los aparejos: madre con nylon de 0.80 mm de 1 m o 1,20 m de largo, y brazoladas con anzuelos 7/0 reforzadas con líder de acero.
De acuerdo a las condiciones del mar, una plomada destrabe de 180 gramos es más que suficiente. Y cómo será de livianita la cosa, que muchos dejan los reeles con nylon 0.28 mm o se estiran -como máximo- a 0.35 mm y “que sea lo que Dios quiera”. Sin ir más lejos, se registraron en una jornada no menos de cinco cortes de tiburones que arrancaron hacia mar adentro y nunca los pudieron parar. Doble mérito entonces para aquellos pescadores que lograron extraer, exponer y devolver al agua sus majestuosos trofeos bajo esas condiciones.
La carnada utilizada fueron el magrú o la lisa, cortadas en rodajas. Aunque algunas especies como el pez palo o la carpa también anduvieron. Como si todavía no alcanzara, un gatopardo de casi 15 kilos también se dio a la cita como para confirmar que es uno de los mejores inicios de temporada de los últimos años. Cierto es también que sobre comienzos del 2022 la pesca del tiburón tuvo un cierre fenomenal y esta primavera-verano, según el presente al que asistimos, pretende seguir la exitosa saga.
Para llegar a las canchas de pesca del Faro Querandí, existen dos accesos: la famosa “Arenera Galatti”, en el Km 429 de la Ruta Interbalnearia 11 (tras el pago de un canon); o bien por la ciudad de Mar Azul, cuya bajada libre y gratuita está pegada al camping de Ingenieros, ahí en la calle 47.
Vale remarcar que los grandes tiburones costeros como escalandrún, bacota, gatopardo, cazón y el martillo, están considerados dentro del grupo de peces de “pesca dirigida con reserva”, por lo que la reglamentación vigente en la provincia de Buenos Aires exige su inmediata devolución al mar, sin excepción.
Por: Diego Fernández.
Agradecimientos: Javier “Lagarto” Gómez, Sergio Laiz y Leonardo Giovinazzo.
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