Friday 26 de April de 2024
PESCA | 30-12-2019 17:55

Los buenos piques se cosechan en los campos de Junín

Un ámbito clásico que puede darnos un combo de lujo trabajando espejos no habituales para lograr carpas con mosca y tarariras en fly y bait.
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Solemos asociar a un ámbito con su espejo más famoso para la pesca deportiva. Así las cosas, Junín tiene en las lagunas de El Carpincho, de Gómez y Mar Chiquita a sus ámbitos más promocionados. Pero hay otro Junín, un Junín alternativo, que en esta ocasión fuimos a conocer de la mano del guía Daniel Ferreyra, experto mosquero, quien tiene acceso a los campos de Junín, una serie de pequeñas lagunas interiores de no más de tres o cuatro hectáreas, o a pequeños arroyos que desaguan al Salado, por donde remontan carpas que se pueden pescar con mosca. El plan resultaba de antemano muy atractivo, dado que podemos realizar ambas pescas en el mismo día, trasladándonos apenas unos pocos kilómetros desde un ámbito a otro.

El encuentro con el guía fue en la estación de servicio de La Agraria, paraje agrícola ubicado unos 20 km antes de llegar a la ciudad de Junín, hecho que nos acercaría al primer destino: un arroyo no mayor al tamaño de una calle de mano única, por donde remontan carpas desde el Salado a los campos vecinos. Tras arribar al primer encuentro con el arroyo, en un trayecto público, el guía bajó a mirar el agua y nos dijo que estaba turbia. No obstante el mal dato tratándose de una pesca con mosca, nos tranquilizó diciendo que había recodos del arroyo donde íbamos a poder pescarla igual.

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Equipos sutiles

Tras ingresar a un campo ganadero saludando paisanos que vacunaban bovinos, dejamos la camioneta a la sombra y armamos equipos de flycast número 4, con un tippet que, a sugerencia del guía, debía ser de 4x. Me pareció débil para la fuerza de las carpas, pero no suelo contradecir a quien pesca un ámbito con frecuencia, por lo que dejé hacer a Daniel, quien también seleccionó las moscas de mi arsenal: pequeñas ninfas con ojitos de plomo, otras con más cuerpo y rubber legs e incluso algunas mopp fly.

El scouting carpero es muy particular y juegan un rol central los lentes polarizados, que permiten detectar pequeñas sombras en el fondo, de movimientos imperceptibles, cuando asoman bulos en superficie de carpas tomando insectos o alimentándose de bioderma en el fondo con la punta de la cola fuera del agua (acción que denominamos tailing).

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El arroyo nos dio un par de ejemplares menores en el primer punto elegido. Es clave –dada la transparencia del agua– pescar algo retirados de las costas cuando hacemos el casteo, dado que si el pez ve algo raro, no va a tomar. Cabe considerar que el pique no es brusco como el de una tararira, sino apenas una probada que nos da un segundo para clavar antes de que el pez escupa esa no comida que acaba de llevarse a la boca. La lucha, aún en ejemplares pequeños, es muy disfrutable ya que la carpa tracciona con fuerza y parece retroalimentarse prolongando una lucha que a veces amaga no tener fin.

Camino al Salado

Recorrimos luego el tramo inferior de ese arroyo hasta dar con el Salado, sintiendo la exasperante indiferencia de carpas que ignoraron nuestros ofrecimientos olímpicamente. En ese trayecto sufrí el ataque en mi mosca de una tararira que, como era de esperarse, engulló la mosca y me cortó el tippet. Hasta que vi dos grandes ejemplares en una barranca del arroyo, taileando cerca de la orilla. Tiré pasándolos y empecé a strippear con mucha lentitud hasta que una giró y tomó el engaño: fue pincharla y sentir una corrida que duró segundos, pero para mí fue muy emocionante, hasta que mi tensión hizo estallar el débil tippet y el ejemplar huyó con mi mosca. Decidí poner fin a la jornada y pasar a la segunda parte del plan de pesca: las tarariras.

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Tras un almuerzo bajo la sombra de añejos eucaliptos, Ferreyra nos llevó a unos campos a pocos kilómetros del arroyo carpero, donde nos encontramos con lagunitas de ensueño: lagos prístinos e intocados, con fondos duros, poca vegetación emergente, aguas cristalinas y marco de juncos. Vendedor de seguros además de dueño de su lodge de pesca, Ferreyra nos cuenta que muchos dueños de campo que son parte de su cartera de asegurados lo convocan para testear sus charcos y generar luego prácticas de turismo sustentable en pesca exclusiva con devolución e ingreso restringido bajo su responsabilidad. De ahí que no se ven orillas con basura, que haya buenas poblaciones estables de peces, y que no haya que temer por la ausencia de agua, dado que se trata de charcos alimentados por surgentes.

Momento de tarariras

Dado que el guía armó solo caña de mosca (un equipo número 6), opté por hacer lo propio, pero además sumar un equipo de bait, en la convicción de que con engaños grandes y hacia el centro del espejo –allí donde no llega la mosca– quizás podría lograr algún ejemplar mayor.

Mientras armaba la caña de bait, Ferreyra ya tenía clavada la primera taru en su Popper: se le tiró tres veces al engaño hasta que lo tomó. Pero curiosamente en un recodo de la laguna que le dio varios piques en los poppers, yo no tuve ataques en mis señuelos, ni en los de superficie ni en las gomas con cuchara.

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Caminé unos 50 metros y logré mi primer ejemplar en bait, con una rana de goma blanda y de patas ondulantes montada en un anzuelo offset y con el agregado de una cuchara giratoria que permite intercambiar sus trailers.

Fueron un par de horas a pura acción, alternando las capturas y registros fotográficos de las tarus que mordían las moscas de Daniel, con las que lo hacían en mis señuelos. Como esperaba, el ejemplar más grande se tiró en mi engaño más voluminoso, concretando una captura de tararira, que atacó en el centro del espejo. Pesó unos 2,5 kilos, siendo con ello la mayor de una sucesión de capturas que en general anduvieron entre el kilo y los dos kilos. Lo bueno es que hay muchos de estos pequeños espejos que vale la pena testear, pudiendo cambiar de ámbito en una misma región recorriendo apenas pocos kilómetros entre los distintos puntos a relevar.

Sin duda, pescar carpas y taruchas en Junín es un gran plan. Y lo bueno es que puede hacerse todo el año, ya que el guía logra ambas especies aún en los momentos más fríos del invierno, donde suelen darse, irónicamente, los mejores ejemplares, en un tiempo en el que nadie los busca. Es cuestión de animarse a lo nuevo, predisponerse a renegar con alguna especie esquiva (como en mi caso con las carpas) y disfrutar cuando el pique se da.

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Wilmar Merino

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