El fin de semana está a horas de empezar y muchos amantes de la pesca se estarán preguntando a dónde ir a probar suerte con la caña. Dos aficionados, a través de sus experiencias más recientes, y con sus propias palabras, nos recomiendan San José (Entre Ríos) y arroyo Seco (Buenos Aires). Dos pesqueros con buen presente que prometen mucho para los días venideros. A preparar el equipo, los dorados y las tarariras están a la orden del día.
Claves para evitar los molestos enganches
San José
Gentileza de Luís Gustavo Chiappa, de Cazadores de Taras de Uruguay: empezamos la despedida de año en San José, Entre Ríos, con los amigos de Argentina: Leandro Villegas y Edgardo Suru Rodríguez. Al final se nos dió esa pesca que por el clima había sido suspendida anteriormente. Salimos desde Salto, Uruguay, a las 4:30 de la mañana con un cielo muy tormentoso, con rayos y relámpagos. Nunca pasó por mi cabeza suspender, si el clima no nos ayudaba pensaba reunirme igual con los amigos y hacer un almuerzo, lo importante era pasar un rato juntos.
Llegando a Concordia me agarro el granizo y ya en Ubajay una lluvia torrencial, pero eso no me sacó de mi objetivo. En San José estaban Edgardo y Leo esperandonos. No detuve la marcha, solo fue una seña de “¡Vamos!”. Fuimos derecho a la guardería donde La china vieja ya enlistada para salir. Entre abrazos y chistes, viendo que el clima se acomodó para nosotros, empezó nuestro viaje por el río Uruguay.
Un paraíso para entendidos
Al comienzo la mañana se prestó difícil. Siguiendo el consejo de Edgardo, unos tiros para calentar el pulso bastaron para conseguir un par de piques seguidos. Durante la jornada el clima quiso darnos inconvenientes: un poco de viento y el río picado, pero el clima no sabía que el Suru conoce bien este río y nos llevaría donde el agua estaba más tranquila.
Ahí fue donde subimos los primeros. El Suru que estaba probando un nuevo artificial, con el que levantó un lindo dorado, en cambio yo, para marcar diferencia, levante un pirá pytá. Cuando nos dimos cuenta llegó el mediodía, motivo para picar algo. La segunda parte de la tarde hicimos una pesca entre los palos, islas y bancos de arena. Con varias capturas fue cayendo el sol y cerrando una jornada de pesca y amigos, que con la despedida frenética de los mosquitos iniciamos la retirada.
Una vez más Argentina me dio una buena pesca y grandes amigos.
Arroyo Seco
Gentileza de Agustín Cancián: todo comenzó cuando recibí un llamado de mi padre para ir a festejar mi cumpleaños al día siguiente en la isla con un buen asado. La idea era salir de la rutina y relajarnos un poco. Decidimos ir a arroyo Seco, provincia de Buenos Aires.
Llegado el día aprontamos todo y nos embarcamos hacia el rancho de un amigo en la isla. Una vez instalados con el fuego prendido, mi suegro hizo de cocinero mientras que con mi viejo, mi hermano, mi primo y mi sobrinito de 4 años (su primera experiencia) nos fuimos a buscar unas tarariras. El día se prestaba para buscarlas, hacía mucho calor.
Ni bien comenzamos costó moverlas un poco, ya que están en pleno desove, pero después de los primeros ataques comenzaron a activarse con muy buenos portes. El objetivo era que mi sobrino se llevara una linda experiencia por ser su primera vez; y creo que así fue. Después de un rato de diversión pura fuimos a comer el asado y descansar para emprender el regreso. Acá es donde comienza todo.
Luego de una buena sobremesa, con una leve brisa fresca debajo de un sauce, le digo a mi viejo: “Cuando volvamos de pasada me gustaría hacerle algunos tiros a los dorados en los palos sobre el Paraná”.
Al regreso fuimos directamente hacia una zona de palos sobre el río, la cual frecuento bastante con mis clientes. Comencé a castear y al rato ya estábamos en uno de mis palos preferidos, paga siempre. Lancé un poco pasado para ir por detrás y en profundidad pegado al palo. Mientras venía trayendo el engaño, sentí el ataque, la caña se quedó muda y un segundo más tarde comenzó a correr por detrás del palo. Rápidamente movimos la lancha para sacarlo de ahí y así fue como logré mi mejor dorado en bait hasta hoy. Una vez en la lancha, la alegría fue indescriptible. Rápidamente foto y al agua, un terrible ejemplar para esta zona.
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