Que la lisa es una especie difícil de pescar no hay dudas entre los pescadores y también entre los cultores de la modalidad. Es que es tan impredecible en su comportamiento y su alimentación, que el cañófilo que logró uno de éstos torpedos del agua, siempre va a volver a buscarlas, incluso en desmedro de otras tan calificadas, como por el ejemplo el pejerrey, por citar a uno de nuestros peces bonaerenses mas atrayentes.
Y ésta temporada se hizo esperar, pero no solo por los impedimentos de las salidas por la pandemia, sino también por las condiciones desfavorables de los ámbitos por donde suele moverse, al ser un año particularmente de escasas lluvias y pocos propicias, de desbordes ausentes, ya que la mayoría de los pesqueros presentó niveles de agua muy bajos, extremadamente bajos.
Pero finalmente apareció, tal vez en lugares no tan visitados, salvo por los lugareños, como en éste caso. Así fue como nuestros amigos Oscar Leguizamón, Fabián Bochenek, Mariano Muñoz y Diego Fernández, a solo 30 km de Mar del Plata relevaron el arroyo Sotelo que, según contaban en los fogones de los paisanos, viene del Arroyo Grande, la ruta 226, se mete en la estancia El Sol, ya que el Sotelo en un hilo de agua, el propietario lo “canaleteó” y recibe el agua de los desbordes producto de las lluvias, aunque también depende de las mareas: cuando el mar hace la máxima y más cuando hay luna llena, no deja bajar el nivel, que en líneas generales está en 1,30/1,50 m, salvo cuando desborda mucho y ya la lisa desaparece.
La salida fue el domingo en condiciones climáticas ideales y como referencia geográfica tomamos la ruta 11, Km 473. Desde allí caminaron, ya que como siempre hay que practicar y encontrar a las ojonas hacia la albufera de Mar Chiquita. Llegado al lugar elegido, ya se percibieron muchos “bulos”, o sea, una cantidad impresionante de potenciales capturas.
El equipo que utilizaron es la clásica línea aérea con cinco anzuelos, brazoladas de 8 cm, encarnando con peceto coloreado y panza de la misma lisa… y el pique fue sostenido, uno detrás del otro, sin descanso, con muchas medianas nada desdeñables y verdaderos gigantes acorazados, finalizando la jornada con cansancio, pero con la alegría de haber encontrado “el” lugar.
El acceso es libre, se puede dejar el vehículo cerca del puente viejo y a partir de allí caminar. Como decíamos, hoy tiene una profundidad máxima de 1,50 m y el ancho del arroyo Sotelo está entre los 6 y 8 m. La calidad del peso marca el potencial de éste curso: salieron normales de 1,300 y las grandecitas 2,500 kg. Claro, cómo no volver cuando una lisa hace explotar el agua cuando se siente prendida…
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