Laguna de Perón, mitos, misterios y realidades

Hay lugares que esconden mitos, realidades, historias y leyendas. Uno de ellos es la Laguna de Perón, en San Miguel del Monte, perteneciente en su momento al Teniente General Juan Domingo Perón, Presidente por tres mandatos de los argentinos. Al ser una propiedad privada, como varios espejos de la provincia, siempre fue un misterio en lo que a pesca se refiere. Los lugareños hablan de pejerreyes que superaban los tres kilogramos, algo parecido a lo que sucedió con la laguna Culú Culú, entre Lobos y Monte, que durante unos cuarenta años estuvo prohibido el acceso al público, y que cuando finalmente un emprendedor la pudo abrir, vino el tema de la sequía y, hoy por hoy, solo hay manchones de agua. De esta laguna, también se mencionaba que había enormes tarariras, deviniendo el nombre del ámbito a que allí probaba sus señuelos “Pocho” Ianone, el prócer de los artificiales, siendo su fábrica del Pasaje Valencia, el paso obligado de los especialistas en pesca, famosos sus asados de los sábados a la noche de otros tiempos, allá por los ´70, ´80 y ´90. 

Pero volvamos a la laguna de Perón, que en el plano catastral figura como El Seco. Una parte, porque hay una porción que tiene otro propietario, nosotros nos referimos a la de su dueño actual, un príncipe malayo, una persona ya mayor, que cada tanto, casi en secreto, salvo para los montenses, se viene junto a una comitiva. El predio es custodiado hace más de 20 años por el mismo personal. Cabe mencionar que anteriormente el predio era de otro oriundo de Malasia, una especie de edecán, lo que allá se denomina cómo “del séquito”. El príncipe, muy amante de los caballos en sus tiempos iba al Campo Argentino de Polo de Palermo a ver los “abiertos”, e incluso supo tener un campo de polo por Monte, hoy abandonado y cubierto de vegetación. También compraba y se llevaba a su país, en avión, 20, 30, 40 y hasta 50 equinos de pura raza. Charlando con gente cercana a la laguna, nos manifestaban que ya no viene tan seguido, quizás una vez por año, junto a su esposa, y pasean por su campo en carro, hablando perfecto inglés con quien oficia de conductor. 

Cuando en la laguna de Perón reinaban los buenos tiempos y un interesante caudal de agua, los aficionados pescaban en los desbordes por fuera de la parte privada grandes ejemplares de tarariras y pejerreyes, pero en la última recorrida que hicimos por la zona, la cota no superaba los 50 centímetros y los lugareños comentaban acerca de ejemplares de pejerreyes muertos que llegaban a los tres kilogramos. 

Se dice que en el muelle y bajo la galería solían, en los atardeceres, reunirse a tomar el té, el ex Presidente Perón y Eva Duarte, “Evita”. En la actualidad, por lo que pudimos informarnos en el predio hay casas y galpones, además de una suntuosa casa con algunos ribetes de su país de origen. Asimismo, en el medio del espejo de agua está emplazada una virgen, lugareños mencionan (sin documentos que los avalen) que casi se ahoga la Señora de Perón y por eso mandó a colocarla, cómo una especie de agradecimiento, fiel devoto a su religión. Además, se recuerdan las antenas de comunicación que se elevaban en el lugar para conectarse con el comandante en jefe del ejército y habría un camino que ya no se usa y está cubierto de malezas, que comunica el predio con la quinta que Perón tenía en San Vicente.

La Laguna de Perón, de la que casi nadie quiere hablar, pero, sin embargo, entablamos conversación con más de 20 personas y hasta oímos la frase: “pero a mí no me nombres, eh!” casi como si estuviese prohibido hablar de ella…