Friday 13 de December de 2024
PESCA | 30-01-2021 10:00

Hacia una pesca más ecológica

El autor brinda sus consejos para la práctica de la pesca deportiva, indicando el procedimiento de devolución y los cuidados que hay que tener con las especies autóctonas.
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Si vos creés que en la pesca deportiva no se le hace ningún daño al pez, entonces, te recomiendo que sigas leyendo: esta nota no perpetúa esa mentira. Es absolutamente imposible, desde que se usa un anzuelo y se fuerza a un pez, no causarle algún impacto negativo. Aclarado esto, sin embargo, podemos pensar en cómo minimizar esa huella humana. 

Menor pelea

Durante muchos años se habló del  gran mérito del pescador en utilizar los nailons más finos para darle más oportunidades al pez de que lo cortara y ganara su libertad. Eran épocas en que se mataba casi todo lo que se pescaba y, por tanto, esta pauta implicaba un gran avance. Los estudios biológicos demostraron que se trataba de un error: hay que reducir lo máximo posible la lucha del pez por librarse el engaño. 
Con este fin no conviene utilizar una línea tan fina que achique la posibilidad de traerlo lo antes posible para liberarlo, ni trabajar con el freno del reel tan suelto que el pez siempre saque línea y no se lo pueda arrimar. Peces más grandes y batalladores exigen un mayor tiempo de pelea, pero exagerarla le proporciona un mayor desgaste de energía, lo que se convierte en un estrés que puede llevarlo a la muerte. 

A su medio

Lamentablemente, no tenemos en la Argentina un informe de qué porcentaje de peces sobreviven a la devolución. Por el contrario, especies como el black bass o la trucha, que mueven millones de dólares en los Estados Unidos, han sido objeto de estos estudios. Recuerdo, por caso, un informe que señalaba que un 43 % de los bass moría. También es importante considerar cuánto tiempo después de la devolución se hace el estudio. 
El biólogo Alec Krüse Zeinad, en el libro Peixes fluviais do Brasil, deja en claro que, por el período crítico de mayor mortalidad verificado en salmónidos y el tucunaré amarillo, “el mínimo para observar la mortalidad poscaptura hecha con equipos deportivos debe ser de, por lo menos, 48 horas”.
Si el número de peces que sobreviven es similar en las especies que pescamos habitualmente en nuestro país, quiere decir que, al menos, sobrevivirá más de la mitad de los ejemplares que restituimos. Y sin caer en fanatismos exagerados, como todos los fanatismos, mi consejo es pescar con devolución, sobre todo, en el caso de especies de alto valor deportivo (dorado, tararira, surubí, trucha, etc.) y, más aún, las que no tienen reproducción en cautiverio o es mínima como para repoblar un ambiente. 

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“¿Entonces no puedo comer un pescado cuando hago una salida, que tanto me cuesta en dinero y  tiempo?” Sí, claro: un puñado de bagres fritos o una palometa grande asada no destruirán el medio ambiente, pues abundan y no constituyen especies de alto valor deportivo aunque salvan más de una jornada. 
“Pero si los pescadores comerciales matan todo, ¿por qué yo no me voy a llevar una fila de tarariras para casa?” Legalmente, si el reglamento lo permite está bien. Mi consejo es una cuestión de conciencia y, por tanto, apela a la voluntad de cada uno. ¿Hay obligación en ayudar a alguien que se cae en la calle? No. Pero si lo hago me siento mejor. El argumento que indica que puedo hacer algo porque otros lo hacen solo conduce al caos y justifica hasta la peor de las acciones, no solo en la pesca sino en la vida. Total, el otro lo hace. 

  • Para devolver un pez, lo mejor es extremar estas acciones a lo menor posible: la pelea en el agua, el tiempo en el aire, el manoseo o el contacto con elementos ajenos a su medio (piso de la lancha, tierra, etc.). Si no podemos prescindir del gusto de sacarnos una foto, que sea rápida. En términos ideales, lo mejor es quitarle el anzuelo o el triple sin sacarlo de su medio. A veces no es posible, pues está “muy tragado”. Entonces son muy útiles las pinzas, como el boga grip y la de puntas largas. Como contra, con el boga grip, si es pez es muy grande es imposible tenerlo horizontalmente y seguramente se hará alguna presión dañina de sus órganos. Estos instrumentos son muy útiles para evitar daños en las propias manos cuando se trata de peces de peligrosa mordedura o hay riesgos de clavarse un señuelo. 
  • Al devolver un pez, no lo revolee sino deposítelo suavemente en el agua. Tampoco lo mueva de adelante para atrás pensando que lo ayudará a revivir: es un movimiento antinatural que lo daña. Tómelo del ahorcamiento entre el cuerpo y la aleta caudal, suavemente, si puede y no se resbala, y aguarde a que haga ese poquito de fuerza que necesita para nadar. Allí lo suelta y el pez volverá a su medio. Tenga en cuenta que algunos peces mueren mucho más rápido fuera del agua, como el chafalote y la lacha.  

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  • Otra cuestión de conciencia: si bien algunos reglamentos, como los de las provincias del Litoral y la Mesopotamia, permiten matar peces que midan menos que determinada longitud, el Reglamento de Pesca Continental Patagónico optó por autorizar el sacrificio de peces “mayores de”. No ignoro que este último regula peces introducidos a diferencia de los primeros. Sin embargo, me pregunto si no sería necesario actualizar algunas normas y que la muerte de ejemplares de peces de valor deportivo se anule o se limite a los más chicos, que son muchísimo más abundantes y que no son solo hembras (por ejemplo dorado). 
  • Devuelva todo. Disfrute mejor de un asado de vaca: es más rico y han sido criadas en cautiverio con ese propósito. Devuelva todo, aunque sea como un gesto de gratitud a la naturaleza, a los peces, a Dios, a la vida, a los niños que, por naturaleza, jamás matarán por matar. 

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Néstor Saavedra

Néstor Saavedra

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