Thursday 25 de April de 2024
PESCA | 03-02-2019 11:39

En Corrientes los dorados y las tarariras no se resisten a la mosca

Desde Resistencia cruzamos a Paso de la Patria en busca del tigre de los ríos. Y llegamos hasta San Cosme para dar con las taruchas.
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Aprovechando la bendita veda extendida, y mi presencia como disertante en la tercera Expo Pesca y Outdoors Resistencia 2018, organizada por los hermanos Tomassone, de Amazonas Fishing, se me ocurrió una crónica combinada de dorados y tarariras, sumamente inusual para el Alto Paraná correntino. En charlas telefónicas previas, el guía y amigo Sergio Antúnez Rossi fue categórico: “En primer lugar, vamos a pescar a unos bancos cargados de sábalos. Luego le entraremos a las piedras. Traete línea sinking, porque los buenos están picando abajo”. El pronóstico indicaba una primera tarde de baja presión, sumamente doradera, tormenta a la noche, y limpiando a la mañana. Todo se adelantó, y cuando llegué en micro a Resistencia al mediodía, el cielo rezongaba, muy molesto. Botada la embarcación en Paso de la Patria a las tres de la tarde, la ventana antes de la tormenta era como mucho de una hora. Y así se cumplió…

Arranqué con caña 7, shooting de hundimiento III, y corredor de nylon 0,50 mm, leader de 1,8 m del 0,60 mm, cable de 30 libras (1 lb = 453,59 gramos), y un streamer muy estilizado y aerodinámico de 20 cm, inspirado en los diseños de Lucas Faoro. Por su parte, tanto Lisandro Palarich como Pablo Caló, que me acompañaban en la salida, arrancaron con líneas flotantes.

La primera bajada la hicimos sobre la costa norte de un banco con el lomo seco, largo y fino, por momento bien cargadito de sábalos, posesos de un llamativo stress forrajero, seguramente por la presencia de depredadores cercados. Con la escasa visibilidad de un cielo intensamente plomizo, todo sería prospecteo tirando hacia la costa, salvo que se presentara una espantada o cacería, apoyando la mosca al filo de la arena o los carrizos, cubriendo mucha agua con estripadas largas y rápidas.

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Un comienzo de día inmejorable

Los primeros piques ligeros fueron para las líneas de flote, y el primero pesado para quien escribe. Un rechoncho dorado banquero, que dio gran pelea y varios saltos, casi toda a pata seca desde la costa, esquivando arbustos sumergidos, para que no se enreden en el corredor. Un comienzo de día inmejorable. Llamativo, como a pesar de la baja profundidad, picó ciego sin hacer ola o lavarropas alguno. Pronto inició la garúa, que devino en un diluvio a baldes. Hicimos toda la bajada y continuamos por las islas aguas abajo, pescando en estructura de palos. Una jornada con muchos piques, la mayoría errados, con chicones de 800 g a poco más de dos kilos.

Buscando tamaño volvimos al banco, con un molesto viento que complicaba el cast y desacomodaba la lancha. Tal cual predijo Sergio, en la misma zona que había sacado el grande, volví a tener otro pique igual de pesado. No lo concreté, porque estripando me agarró con la mano izquierda muy atrás, crucificado. Al parecer, las vibraciones de la mosca rascando el fondo de arena resultaron un gran gatillo de pique.

Uno de los momentos más adrenalínicos del día fue cuando un surubí pintado borbolloneó a escasos ocho metros del skiff. Los chicos, que lo vieron, dijeron que estaba con la caudal afuera y en posición vertical, como los pico pato en las peceras. Ahí nomás posé la mosca sobre la conmoción superficial, y a las dos estripadas el conjunto se tensó. El rostro desfigurado de Caló, cuando dijo: “No te puedo creer, lo clavaste”, fue memorable. Cinco segundos después, un doradito de 1,5 kg saltó con la mosca en las fauces y todos estallamos de risa. Duró sólo unos segundos pero la intensidad del momento no nos lo quita nadie.

Esa noche cayeron como 150 milímetros. Ergo, las costas se chocolatearon con agua barrosa, y el líquido se enfrió, sobre todo en las zonas bajas donde los peces desaparecieron. En medio del temporal, suspendimos la amanecida por suicida. Salimos cerca del mediodía, apenas la tormenta nos lo permitió. A pesar de las pésimas condiciones, le pusimos toda la garra, concentrándonos exclusivamente en pescar cada punta de piedra. Ni noticia de los grandes, sólo picaron doradillos pero en un número muy menor al día anterior. Como para reafirmar la psicopatía de Salminus, el mejor dorado del segundo día, de unos cuatro kilos, picó en una hormiga de foam sin líder y tamaño truchero, cuando Pablo Caló, harto de gatear, se puso a buscar pacupés o pirá pitás chicos. Tomó con la delicadeza una trucha arco iris y corrió hasta que se aflojó todo. Cuando el motivo parecía un corte, devolvió el tippet y la mosca intacta. Con un pellizco tan pequeño, simplemente se había desprendido.

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Tarariras

Con la nueva resistematización de nuestras Hoplias, en que nuestra tararira tradicional dejó de llamarse Hoplias malabaricus para ser Hoplias argentinensis, uno de mis mayores intereses es pescar todas las especies de nuestro país con mosca. Y los humedales del noroeste de Corrientes tienen un valor especial, porque allí también habitan la tararira misionera (H. misionera) y la biguá (H. mbigua).

Conducidos por Carlos Iconicoff fuimos a una bellísima laguna en la zona de San Cosme, donde podríamos encontrarlas. Un espejo bien esterero, de aguas cristalinas, donde la Hoplias cohabita con tarariras mochas, una gran cantidad de pirañas y palometas, junto a yacarés de más de dos metros de largo.

Ello impacta severamente en su comportamiento. Como las palometas son dominantes en aguas abiertas, las tarariras están siempre asociadas a la vegetación acuática costera. Otro detalle importante es cómo se concentra el pique en el atardecer, cuando baja la competencia con estos peces. Si bien ello sucede en las lagunas bonaerenses, aquí es un fenómeno muchísimo más marcado. Teniendo en cuenta que los portes van de los 300 a 600 g, una tararira de más de 1 kilo es un trofeo. Las abordé con equipo 4, línea de flote junto a floppers ligeros y ranitas de foam. Su tamaño no es sinónimo de timidez, ya que son de las Hoplias más agresivas que pesqué en la vida.

In situ, estaba convencido de que había pescado H. argentinensis y H. mbigua, pero cuando revisé las fotos, me di cuenta de que sólo había pescado H. argentinensis, con dos fases de color muy diferentes. Charlado con el acuarista Nacho Manuella Nos, que me aconseja en el tema, definitivamente hay aspectos conductales de estas especies que repercuten en la pesca. De momento nunca vimos una H. mbigua con una mosca o señuelo en la boca, y en la zona las hay de hasta casi dos kilos. En el caso de la H. misionera, un carácter más retraído, hace que pique menos que la muy agresiva y territorial argentinensis. De hecho, y lo puedo afirmar con bastante seguridad, las H. argentinesis del noroeste correntino son muy distintas a las nuestras. No me sorprendería en absoluto que, en breve, la ciencia la determine como otra especie distinta. De hecho, en otra excursión a las nacientes del río Empedrado, capturé ejemplares con características híbridas entre H. argentinensis y H. misionera. ¡Cuánto queda por descubrir!


Nota completa en Revista Weekend del mes de Febrero, 2019 (edicion 557)

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Diego Flores

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