Monday 18 de March de 2024
PESCA | 16-11-2018 13:22

Piques con cielos azules y dorados negros

Tentados con mosca en un nuevo portal a los Esteros del Iberá, ingresando por Concepción del Yaguareté Corá a la red de ámbitos vinculados por el arroyo Carambola.

Descubrir, explorar, encontrar y avanzar por lugares nuevos. Los adultos siguen caminos, los niños exploran, escribe Neil Gaiman en uno de sus libros. Y en la pesca hay que tender a eso, salirse del camino fácil, ver con curiosidad de niño. Abandonar la senda común y explorar, conocer, viajar, revelar sitios novedosos, vivir nuevas experiencias. Cuando Leslie Cook y Valeria Verdaguer –inquietos pioneros y exploradores de alma–  nos comentaron que estaba en desarrollo un nuevo portal de entrada, por el oeste, al inmenso humedal que representan los Esteros del Iberá en la provincia de Corrientes, se nos prendió la luz de la curiosidad y no pudimos ignorar el llamado.

Concepción del Yaguareté Corá es una de las localidades más antiguas de la provincia, un pueblo de unos 5.000 habitantes hoy en día, que permaneció bastante aislado y casi olvidado por mucho tiempo. Eso lo hizo conservar en estado puro tradiciones, costumbres y hondas raíces culturales que lo llevaron a la categoría de Pueblo Auténtico, según un reciente programa gubernamental que lo incluye entre nueve localidades a lo largo del país entre las que también figuran Purmamarca, Alfarcito, Moisés Ville, La Carolina, Martín García, La Angelita, Gaiman y Camarones. Lugar de personalidad e historia con mucha raigambre e identidad. Y si el pueblo es así de singular y auténtico, la gente y los recursos naturales que lo rodean están en franca consonancia con esa pureza de origen.

Para este relevamiento los amigos de Iberá Explorer nos alojaron en una casona de época, intocada en su fachada exterior y similar a cualquier otra del pueblo, pero con un interior remozado y exquisitos detalles de confort y buen gusto. Para iniciar los intentos pesqueros partimos antes del amanecer hacia la Reserva Provincial Iberá, Seccional Carambola, con Leslie y Gustavo Peque Vera, quien sería nuestro guía.

Navegar por ese universo de aguas cristalinas y con tanta fauna alrededor ya es un placer en sí mismo. Y si además hay dorados, el menú se completa de forma magnífica.

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Morfología del lugar

La mayoría de las orillas no son firmes, son lo que se conoce como embalsados: un entretejido vegetal que se forma por plantas acuáticas sobre las que se depositan sedimentos aportados por el viento y arrastrados en suspensión por el agua, que forman así estratos que posibilitan el arraigo de otras plantas generando un entramado de islas flotantes entre las que el agua se mueve por canales y arroyos de aguas transparentes. En este caso, nosotros remontamos los arroyos Carambolita y Carambola en busca del pique.

Aquí la pesca deportiva puede practicarse todo el año, no hay período de veda; eso sí, con ciertas restricciones: debe ser únicamente con artificiales (mosca o fly cast, spinning y bait cast) siempre con un solo anzuelo –simple– y sin rebaba, y la modalidad es de devolución obligatoria de todos los ejemplares.

Lo ideal es emplear equipos de mosca #7, #8 y hasta #9, de acción de punta que puedan lanzar bien moscas voluminosas aún en situaciones de viento. El reel debe tener buen freno más que mucha capacidad: las corridas no van a ser tan largas pero si muy poderosas y los peces suelen meterse entre algas y otra vegetación subacuática. Los líderes deben ser más bien cortos, cónicos o anudados en tramos con una progresión que vaya del 0,60, 0,50, 0,40 no mayores a 1,5 m, y el cable de acero al final debe tener no menos de 15 cm (por si se cruza en la quijada de un dorado adulto) y ser de al menos 20 libras (1 lb = 453,592 gramos) de resistencia. Se lo puede vincular a la mosca con un lazo antideslizante y al nailon mediante un nudo Albright. El tamaño de los anzuelos donde montar las moscas va del 2/0 al 3/0, con buena cantidad de material –volumen– y con elementos que le aporten brillo, como el flashabou o el kristal flash.

Los estrímeres de cabeza mud-dler son muy efectivos y las fibras sintéticas que cargan menos agua y dan buena silueta bajo la superficie son muy buenas también. En nuestro caso usamos líneas de flote con moscas algo lastradas (con ojos metálicos) para prospectar las orillas lanzando siempre muy cerca del límite vegetal.

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Más estrímeres y líneas

En sectores más someros o con muchas algas y vegetación acuática usamos las mismas líneas de flote pero con moscas sin lastre. Y líneas de hundimiento medio para lugares de mayor profundidad o para el centro de los canales, buscando los peces que se encuentran a mayor hondura. Es conveniente lanzar en forma perpendicular o con un poco de ángulo en dirección a la corriente, y dejar que la mosca profundice un poco en una corta deriva muerta para luego recoger con tirones más bien largos, rápidos y constantes o alternando tirones largos con cortos para dar sensación de pececillo herido. El agua clara permite, en ocasiones y merced a los anteojos polarizados, observar cuando un pez sigue a la mosca, aunque el lomo negro característico de los dorados de los esteros los disimula y mimetiza bastante desde arriba.

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Dorados y cabeza amarga

La primera jornada estuvo signada por un viento bastante fuerte y arrachado –incómodo para castear–, así y todo capturamos varios dorados menores y algunos cabeza amarga (Crenicichla sp.) muy voraces. El ataque del dorado suele ser muy repentino y violento. Hay que estar preparado para una buena clavada, a diferencia de la trucha y otros peces de boca blanda –que prácticamente se clavan con el solo movimiento ascendente de la caña–, al dorado hay que clavarlo y asegurarlo bien. Se sujeta firme la vara en dirección al pez y, sin levantar la puntera demasiado, se jala la línea con fuerza con la mano libre. Tengamos presente que la boca es dura, el alambre del anzuelo es de una sección importante y la caña de mosca no tiene la suficiente rigidez para, por sí sola, asegurar la clavada.

La segunda jornada la compartimos con otro de los buenos conocedores del ámbito y de la pesca, don Omar Rojas que, pañuelo al cuello, bombacha, rastra y sombrero de ala ancha, nos hizo recorrer en un día más apacible los mismos lugares de la jornada anterior y otros nuevos, y por esas cosas de la naturaleza y sus ciclos, pudimos experimentar una pesca similar en cantidad de piques pero de mejores portes.

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Dejamos así la zona, muy conformes con todo lo vivido y con ganas de seguir desentrañando sus secretos. Un ámbito nuevo en el que todavía hay bastante por andar, recorrer y aprender. A favor de ello, es mucha la expectativa y el entusiasmo que se ha generado por estos días en torno al desarrollo sustentable de la región.

No es para menos, estos parajes tan interesantes para la pesca, el turismo aventura y la observación de fauna, alguna vez fueron el hogar de Pedro Ríos, un niño que, con 12 años recién cumplidos, se salió del camino fácil y se sumó en  noviembre de 1810 a las tropas de un tal general Manuel Belgrano. Un soldadito heroico que terminó empuñando con decisión el tambor en la batalla de Tacuarí. ¡Qué les vamos a decir nosotros de audacia, determinación y entusiasmo a los correntinos de Asunción del Yaguareté Corá!


Nota completa en Revista Weekend del mes Noviembre de 2018 (edicion 554)

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Alejandro Inzaurraga

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