Con referencia al Día Internacional de Acción por los Ríos, que se instaló en 1997 para el 14 de marzo, nuestro especialista Wilmar Merino fue consultado por Cadena 3 y en la entrevista aseguró que los cauces del litoral tienen "una perspectiva impredecible para la vida", explicando el panorama desolador de los cursos de aguas dulces de nuestro país. Sobre todo al hablar de cómo mitigar la acción de las represas que alteran la fauna de los ríos, interrumpiendo la migración de la mayoría de las especies.
Efecto sequía: ¿qué pasó con el agua?
“Las represas parecían un tema del siglo XX, pero hace unos años se inauguró una en Iguazú -dijo Merino con resignación en una entrevista con Alberto Lotuff-. El hombre tiene la ilusión de hacer funcionar a la naturaleza a sus necesidades, como sembrar en la banquina de los ríos de llanura y que luego este curso de agua se comporte de manera regular y como quiere”. Y prosiguió: “Los humanos le hacemos mucho daño a los cursos de agua. Cambiamos la dinámica acuática y la vegetación ribereña”, con el ejemplo de la falta del pacú, “al no haber los frutos que come esta especie, y los peces pierden su alimento además de ver modificado su hábitat. Un curso de agua dulce es tan sensible que puede abastecer economías regionales, pero nunca economías globales. Pero acá nos aumentan la demanda desde el exterior y a las empresas no les importa nada, así acabamos con los sábalos y todo lo que hay”.
Laguna de Monte: la mortandad que se veía venir
Promediando la charla, el especialista en pesca de revista Weekend reveló que “hay muchas causas confluyentes que le hacen daño al río, ni hablar de la contaminación, de los megaproyectos como la hidrovía que van a amoldar el río a los barcos de ultramar y no al revés. Todo eso va a hacer del litoral un panorama impredecible para la vida. Todos toman especies de los ríos, pero nadie las resiembra. La industria de la pesca en agua dulce para la exportación es muy fuerte. Que el Paraná subsista como pueda y las reglas son solo para los pescadores deportivos y para los comerciales sigue todo igual”. Este panorama está cada vez peor y sin miras de solución. Desde ya que los mayores perjudicados son los aficionados que aman a los ríos y las batallas que pueden llegar a entregarles.
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