Siempre destacamos el rol de los clubes en la historia del segundo deporte más popular que tenemos los argentinos: la pesca. Sin ellos, esta actividad tal vez se habría orientado a algo más individual, o en todo caso a pequeños grupos de aficionados unidos por amistad o intereses en común.
Las bogas de Beltrán pican de lo lindo
Sin embargo, en el ADN del pescador nacional el disfrute del aire libre es un concepto más amplio, que incluye el contacto con la naturaleza acompañado de la familia, compartiendo largas jornadas. Haciendo de estos momentos una linda costumbre que le dieron forma a las instituciones, creadas muchas décadas atrás y que hoy en día continúan con esa tradición.
Las reinas están picando a pesar de la bajante
Bagre de mar en el Paraná Guazú y Bravo
Con este espíritu nació el 27 de diciembre de 1960, en el barrio de Villa Ballester (Partido de General San Martín, Buenos Aires), el club El Anzuelo, que cuenta con una sede deportiva de más de dos hectáreas en un precioso parque arbolado en el Paraná Guazú, antes de cruzar el segundo puente que conecta Buenos Aires con la provincia de Entre Ríos. Está ubicado, aproximadamente, a unos tres kilómetros de este cruce y se llega a él por un camino de ripio que está en buenas condiciones.
50 años hablando de pesca con mosca
El ingreso es solo para los socios y a través de prolijas tranqueras que se abren con el cuidado del encargado. Tiene un muelle de unos 200 metros que permite la pesca nocturna, baños, bajada de lanchas, 13 habitaciones habilitadas, vestuarios con duchas, dos quinchos con parrillas y una proveeduría próxima a abrirse.
En nuestra visita nos recibió Marisa, encargada de prensa, quien nos puso al día de las actividades y proyectos de la institución, la cual tiene como gran valor agregado el permanente aporte de sus socios, quienes restauran y cuidan las instalaciones como si fuera su propio hogar.
La pesca en esta época del año es la típica de fondo que busca bogas, bagres amarillos y carpas, pero nosotros fuimos a probar otra técnica que suele darnos buenos resultados, como ocurrió en esta ocasión.
En primer lugar, elegimos un sector cercano a juncos, donde el río nos permitió anclar una línea de flote con dos bajadas con líder, para inmediatamente pasar a cebar la zona con restos de la mesa cotidiana: pan, carne, semillas, y algo que atrajo a muchas mojarras, leche en polvo agrumada por estar vencida.
Rápidamente comencé a recibir ataques en mi línea, los doradillos se lanzaban a comer tanto la masa sazonada con ajo y aromatizantes dulces como la tripa de pollo. Ni los pulpitos de lombriz, que les ofrecía como alternativa, se salvaron de semejante avidez.
De la misma manera, increíblemente, salieron peleadores bagres amarillos y desde los sectores de vegetación se asomaron también las tarariras, que en pocas mordidas limpiaron los anzuelos.
Luego de una intensa jornada de pesca, mientras atardecía, compartimos las experiencias, mate de por medio, con los parroquianos. A la hora de la despedida, prometimos volver a visitarlos, próximamente, ya que se espera que crezca el Paraná, lo que significará un cambio en el ámbito y más específicamente en las especies a obtener.
Contacto. Facebook: Club de Pesca El Anzuelo.
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