Termina la última regata de vela en los Juegos Olímpicos de Rio 2016. Santiago Lange junto a Cecilia Carranza ganan la medalla dorada en la clase de catamaranes Nacra 17. Los hijos de Santi, Yago y Klaus, también competidores olímpicos en los veleros de clase 49er, no pueden esperar a que los flamantes campeones lleguen al muelle; sin pensarlo dos veces, se lanzan al agua y nadan hacia ellos para festejar. Una imagen que se vio en todo el mundo y se convirtió en icónica de estás olimpíadas. Ese joven Yago Lange tiene hoy 31 años, vive en Buenos Aires y, como atleta para Red Bull, entrena habitualmente en el Club Náutico San Isidro. En 2013 le surgió la posibilidad de formar equipo con su hermano Klaus para navegar en la clase 49er, una de las embarcaciones olímpicas más nuevas y veloces.
De momento fuera de la competencia olímpica, se involucró desde otro punto de vista con el agua: organiza limpiezas en playas, ríos y mares a los que viaja o donde compite. Para conmemorar hoy el Día Mundial de los Océanos, le preguntamos al deportista cómo es su vínculo con el agua. “Sinceramente, es muy profundo; algo difícil de explicar pero que siento dentro mío... Desde chiquito tuve la suerte de vivir en un barco y acompañar a mi viejo en muchas regatas. Entonces el entorno familiar está muy ligado al agua, necesito ese equilibrio de estar en contacto con ella”.
Weekend: ¿Cuándo, cómo y dónde se te ocurrió involucrarte con el cuidado de los ríos y océanos?
Yago Lange: A fines del 2018 estábamos entrenando en conjunto con el equipo olímpico de vela austríaco en Mar del Plata. También lo habíamos estado haciendo en Buenos Aires. Me llamó mucho la atención la enorme cantidad de basura que había flotando, sobre todo en los días después de la lluvia. A veces teníamos que esquivar -literalmente-, islas de basura, no solo con botellas o bolsas sino con objetos como lavarropas o cualquier deshecho que te imagines.
Y bueno, decidí convocar una limpieza de ríos en las redes sociales y en tres días terminamos siendo 25 clubes náuticos en todo el país. Ahí me di cuenta de que, de toda la basura que habíamos juntado, la mayoría era plástico descartable como los que yo consumía día a día. Entonces, desde fines de diciembre del 2018, empecé a cambiar mi relación con el plástico, a observar atentamente el problema que causa y a buscar soluciones para cuidar el agua.
W: Contamos cómo fueron las acciones de limpieza que hiciste.
YL: Cómo te decía, a fines del 2018 realizamos la primera acción que se llamó "Limpiemos". Esto lo volvimos a repetir en febrero del 2019 y al día de hoy llevamos unas 40 limpiezas. Aparte de las locales, las hicimos también en algunos torneos internacionales en España, Italia e Inglaterra. En la Argentina junto a Parley for the Oceans, una organización dónde comencé como embajador y de la cual soy ahora el director local, hicimos limpiezas de residuos contaminantes por todo el país. En el Río de la Plata vimos que llega mucha basura desde las alcantarillas; en Bariloche y Mar del Plata encontramos que el turismo y el verano causan un impacto negativo. Por ahí mucha gente tira su basura en bolsas plásticas dentro de un contenedor, pero estos se llenan rápidamente y se desbordan, sobre todo si un día no pasó el recolector o cuando los perros callejeros sacan las bolsas en busca de comida. Con el viento se dispersan y contaminan el ecosistema al estar cerca del agua y las costas. También en la Patagonia, aún en lugares inhóspitos y remotos, veíamos que las corrientes marinas devolvían una gran cantidad de basura plástica a las playas.
En Buenos Aires hicimos para Parley charlas y limpiezas con chicos de colegios secundarios, por ejemplo en Tigre, donde reunimos unos 400 alumnos y llegamos a juntar unos 10.000 kilos de basura. De este problema de contaminación se sale de manera solidaria y entendiendo que todos somos parte del problema, pero también de la solución.
W: Para quienes no están involucrados con la cuestión ambiental, ¿qué pueden hacer desde lo personal por los mares?
YL: A nivel personal, una cosa que podemos hacer es cambiar nuestra relación con el plástico descartable. Están las opciones de usar bolsas de compra, botellas reutilizables o cepillos de diente de bambú, por citar algunos ejemplos. El océano es nuestro gran pulmón de oxígeno y lo necesitamos sano. Participar de una limpieza no es una solución definitiva porque seguimos generando demasiada basura, pero nos ayuda a darnos cuenta del problema y a tomar conciencia de una cosa: tenemos que cambiar nuestros hábitos de consumo. Así vamos a sumar por algo mejor
W: ¿Cómo estás llevando estos días de aislamiento?
YL: Uf!!, extrañando mucho el agua. Por suerte en lo de mí mamá hay un jardín donde hice dos huertas y preparé compost, una gran oportunidad para apreciar el ciclo de vida de la naturaleza y ver cómo nuestros propios residuos se convierten en tierra y nutrientes para el suelo. Podría decir que mí pasión por el deporte y el agua la transmití a las plantas y estoy muy contento con este aprendizaje y estos nuevos hábitos. Y estoy aprovechando también para pensar y desarrollar ideas para el futuro, ideas para proteger más los océanos y que las futuras generaciones los puedan seguir disfrutando.
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