Cansados de ser invadidos por osos errantes que parecen haberse adueñado de las calles del vecindario, las autoridades de la ciudad japonesa de Takikawa, ubicada en la isla norteña de Hokkaido, no tuvieron mejor idea que recurrir a los servicios de unos llamativos, y por demás feos, robots con forma de lobo para intentar ahuyentarlos de sus casas, ganados y cultivos.
Según una nota publicada en el diario británico The Guardian, el original robot detector de movimiento emite luces intermitentes y más de 60 sonidos diferentes e intimidantes cuando algún oso se acerque a pocos metros del lugar donde se encuentra instalado.
Bautizado por sus creadores, “Monster Wolf”(“Monstruo Lobo”), la máquina consiste en un cuerpo peludo de cuatro patas, una melena rubia y ojos rojos brillantes y feroces. Cuando se activan sus detectores de movimiento, el robot mueve la cabeza, enciende luces y emite 60 sonidos diferentes que van desde ensordecedores y largos aullidos de lobo hasta fuertes ruidos de máquinas.
Si bien los osos son comunes en las áreas rurales tanto del norte como del oeste de Japón, especialmente durante el final del año, cuando los animales se atiborran en preparación para su larga hibernación invernal, este año se han apoderado de las calles ya a comienzos del pasado mes de septiembre. De hecho, su presencia en la mencionada ciudad japonesa alcanzó su punto máximo en los últimos cinco años, -solo en 2019 fueron atacadas 157 personas-, y también ha habido docenas de ataques de osos este año, que dejaron el saldo de dos personas muertas.
Las autoridades sospechan de que la disminución de bellotas y nueces disponibles en la naturaleza ha empujado a los osos a áreas más pobladas en busca de alimento.
Originalmente, este tipo de robots ahuyentadores de animales, cuyo precio ronda los 4.000 dòlares, fue creado conjuntamente por la empresa de maquinaria Ohta Seiki, la Universidad de Hokkaido y la Universidad de Agricultura de Tokio, con el objetivo de defender a los ganaderos de los animales depredadores de sus animales.Los primeros fueron colocaron en tierras agrícolas de Hokkaido en 2016 y tuvieron tanto éxito que ya hay más de 70 unidades instaladas en distintas ciudades de Japón.
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