Mientras caminaba por un camino rural del departamento entrerriano de Guayleguaychú un productor rural se topó con la inesperada presencia de un Aguará Guazú, (Chrysocyons Brachyurus), especie que se encuentra en peligro de extinción, y de la cual se estima que hay apenas unos 700 ejemplares en todo el país.
Según informó el ingeniero Mariano Farral, director de Recursos Naturales, a travès de un comunicado de prensa, el hecho tuvo lugar puntualmente cuando Matías Medina circulaba a bordo de su camioneta por un camino vecinal de la localidad de Arroyo El Sauce, en la Costa Uruguay Sur del departamento de Gualeguaychú, y de pronto notó la presencia del zorro que cruzaba la calle trotando para, finalmente, perderse por el campo.
“El material de filmación nos sirvió y estamos trabajando en lo que hace a la geoposición del espécimen para conocer más el hábitat. Hay que destacar que por la zona en la que fue visto, es una información inédita, ya que no es habitual”, comentó el funcionario.
“Se lo ha avistado en un lugar donde tenemos presencia de humedales y bosque nativo, por eso, desde la Provincia queremos hacer hincapié en la importancia del cuidado de este animal y evitar estigmatizarlo como un lobizón, sino que es una especie que todos tenemos que cuidar y proteger", concluyó Farral.
Esta buena noticia no hace más que reforzar la presencia del Aguará Guazú en esta provincia mesopotámica argentina en donde ya se han avistado ejemplares tanto en los departamentos de La Paz, Paraná, Federal y Feliciano, como también en los bajos del Yacaré Arroyo Ombucito.
Categorizado a nivel nacional como "especie amenazada" , y protegido por la Ley Nacional de Conservación de la Fauna 22.421/81 y por su decreto reglamentario 666/97, el Aguará Guazú es el más grande de los zorros sudamericanos, posee un pelaje más bien largo, de color rojo y con una especie de crin oscuro en la nuca y cruz.
Como todos los omnívoros, se alimenta de armadillos, aves, cuises, ratas y de otros pequeños vertebrados e insectos, complementando su dieta con frutos silvestres.
Para algunas culturas nativas, como los mocovíes y los tobas, representa a un animal sagrado envuelto de espiritualidad, en tanto que para los criollos encarna la Leyenda de Lobizón, y, en la mitología toba, es un ser protector y padre de todos los perros.
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