Un equipo de científicos del CONICET encontró, en la Antártida Argentina, varios restos fósiles que, según afirmaron, pertenecieron a una milenaria y gigantesca especie de reptil hasta ahora desconocida.
Según explicaron los autores de este hallazgo publicado recientemente en la revista especializada Journal of Systematic Palaeontology, el hecho tuvo lugar en el marco de una campaña que estaban realizando en las inmediaciones de la Base Marambio donde el equipo liderado por el investigador del CONICET José O´Gorman tropezó con un bulto semienterrado que le llamó poderosamente la encontró más de 80 vértebras de la columna de un elasmosáurido, un reptil marino que convivió en la última etapa de los dinosaurios, o sea, hace aproximadamente unos 67 millones de años.
El nuevo espécimen fue bautizado Marambionectes molinai en honor, por un lado, a la base Marambio y, por el otro, a Omar José Molina, un fallecido integrante del Museo de La Plata que fue el primer técnico en la paleontología argentina en trabajar a la Antártida en la década de 1970.
Entre los restos óseos hallados se encuentran el tronco y parte de la cola, de las extremidades, del cuello y del cráneo, como así también unas piedras estomacales llamadas gastrolitos, que, según creen los científicos, fueron utilizadas para realizar la digestión mecánica de los alimentos.
“Empezamos cavando por la línea del cuello, a contrarreloj y con mucha expectativa frente a la idea de llegar al cráneo, una parte que pocas veces se conserva”, comentó el también investigador de la Facultad de Ciencias Naturales y del Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP).
“El estado de preservación general es excepcional, incluso del material craneano, aunque no está completo. Y se trata de restos articulados, lo cual tampoco es frecuente. Por si fuera poco, pudimos confirmar no solo que es una especie nueva, sino que tiene características particulares que nos permiten ubicarla como una forma de transición entre dos grupos que habitaron el hemisferio sur, echando luz al proceso evolutivo y la conexión entre otros géneros hallados en Chile, Nueva Zelanda y la Antártida occidental”, concluyó el principal autor del estudio.
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