La historia cuenta que la primera locomotora de vapor capaz de funcionar sobre rieles fue construida el 21 de febrero de 1804 por el ingeniero e inventor inglés Richard Trevithick.
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En la prueba de fuego, la por entonces revolucionaria máquina logró remolcar 5 vagones con 10 toneladas de hierro y 70 hombres a bordo, a una velocidad media aproximada de 3,9 km/h (2,4 mph) y necesitó 4 horas y 5 minutos para cubrir toda la distancia.
La locomotora contaba con un solo cilindro, la transmisión de fuerza a las ruedas se realizaba por engranajes y lo más llamativo era el gran volante que Trevithick había adoptado de las máquinas estacionarias, así como la probada tobera.
Si bien funcionaba a la perfección, la máquina no logró ser incorporada al ferrocarril debido a que los raíles de hierro fundido no soportaban el peso de la máquina y se dañaron en los tres viajes de prueba realizados entre las minas de hierro de Penydarren y el Canal Methry-Cardiff por lo que se la volvió a utilizar como máquina estacionaria.
A pesar de todo, de ahí en más el vapor se convirtió en el primer sistema de tracción: mediante la combustión de madera o carbón en una caldera se calentaba el agua y el vapor resultante de la ebullición de ésta generaba presión y hacía mover los pistones.
Aunque todavía quedan unos poquísimos trenes en el mundo que funcionan a vapor, con el correr de los años, esa tecnología le dio paso al sistema de tracción por diésel diseñado, en 1898, por el reconocido ingeniero mecánico alemán Rudolf Christian Karl Diesel, de ahí su nombre.
En tanto que, mientras en las primeras décadas del siglo XIX aparecerían las locomotoras diésel-eléctricas, ya mucho más acá en el tiempo surgirían los actuales trenes eléctricos.
Trevithick: el inventor de la locomotora de vapor
Nacido el 13 de abril de 1771 en Tregajorran, en la parroquia de Illogan, entre Camborne y Redruth, en el corazón de una de las zonas mineras más ricas de Cornwall, Inglaterra, si bien Trevithick cursó sus estudios en la exigente Camborne School, su pasión por los deportes lo llevó a convertirse en uno de los mejores levantadores de pesas en Cornwell y a descuidar su formación académica.
Sin embargo, mientras trabajaba con su padre en una mina, se sintió atrapado por la ingeniería. Así, después de realizarle importantes mejoras a un motor de vapor, fue promovido al rango de Ingeniero en la mina de Ding Dong.
Más allá de haber desarrollado la primera locomotora a vapor del mundo, su incansable instinto inventor lo llevo a crear una bomba de achique, mientras que en el año 1796 comenzó a exhibir modelos de máquinas de vapor de alta presión que supusieron una gran mejora respecto a las máquinas de baja presión que había desarrollado su colega francés James Watt.
Mientras en 1797 construyó un modelo de vehículo a vapor, uno de los primeros en moverse por sí solo y capaz de transportar pasajeros a una velocidad de 8 km/hora, incluso por subidas, finalmente, el 21 de febrero de 1804 iba a pasar a la historia al crear la primera locomotora de vapor en el mundo que funcionó exitosamente sobre rieles.
Sin respaldo financiero para poder seguir mejorando su primera locomotora, tuvo que regresar al trabajo como ingeniero de minas en algunos lugares de Sudamérica.
En 1816, estando en Perú, construyó bombas ligeras a vapor para el drenaje de las minas de plata a gran altura, las cuales se transportaban por piezas a lomo de mulas por senderos empinados.
Pero, otra vez los problemas financieros lo obligaron en 1826 a tener que regresar a Inglaterra donde murió totalmente ignorado y en la extrema pobreza el 22 de abril de 1833 en Bull Inn, Dartford.
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