Si bien no existe una edad precisa en la que los gatos se convierten en adultos o maduros, la mayoría de los veterinarios coincide en afirmar que este paso fundamental en la vida de nuestros felinos amigos tiene lugar alrededor de los 7 años.
Precisamente, a partir de esa momento, los gatos empiezan a volverse menos activos y aumenta la probabilidad de desarrollar ciertas patologías, por lo que durante el envejecimiento los cuidados deben potenciarse mucho más de lo habitual, dedicándoles más tiempo de compañía, un entorno confortable y, sobre todo, una nutrición adecuada que los ayude a tener una mejorar calidad y esperanza de vida.
Para ello es fundamental saber que su alimentación es particular y muy diferente a la de los humanos, ya que si bien pueden compartirse muchos alimentos, hay muchos que podrían ocasionarles mucho daño al consumirlos. Entre los más sanos y recomendables para su salud se encuentran los arándanos azules y rojos, el tomate, el zapallo, la pulpa de remolacha y el coco.
“En la etapa madura, es necesario que la dieta se adapte a los nuevos requerimientos y colabore con su salud. Hay determinados alimentos balanceados que contribuyen a optimizar su memoria, a mejorar su capacidad de defensa, a promover la salud, a evitar el dolor articular, y a preservar la funcionalidad renal y cardíaca”, explica Tamara Cursach, jefe de Comunicación Científica e Investigación de Vitalcan, empresa especializada en el desarrollo de soluciones nutricionales para gatos y perros.
“Adicionalmente, esos alimentos aportan arándanos azules para enlentecer y/o contrarrestar la aparición del Síndrome de Disfunción Cognitiva (SDC), y zapallo, que colabora en evitar la esclerosis, cataratas y la consecuente ceguera parcial o completa”, agrega la especialista.
También, es muy bueno suministrarles proteínas como las provenientes del pavo, del cerdo y del huevo, que evitan la pérdida de las reservas proteicas característica de esta etapa de la vida de los gatos.
Otros alimentos saludables son los probióticos y los prebióticos, ya que ambos favorecen tanto la digestión como la disponibilidad de los nutrientes aportados por el alimento. Asimismo, el Omega 3 aumenta la fluidez de las membranas neuronales, mejorando la conducción del impulso nervioso, en tanto que el aceite de coco contiene ácidos grasos que son metabolizados para ser utilizados por las neuronas como una muy buena fuente de energía alternativa.
Según Cursach, al igual que sucede con los humanos, una dieta baja en contenido de sodio y fósforo en los gatos ayuda a disminuir la posibilidad de daño renal, cardiovascular y cerebrovascular.
Por el contrario, la cebolla, la uva, el chocolate y el café, entre otros productos, podrían causar fuertes malestares, descomposturas y hasta consecuencias irreversibles en los gatos”, concluye Cursach.
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